Prohibido prohibir o Yo soy el profeta, son algunos de los mensajes que rezan las instalaciones que la artista francesa Annette Messager (Berck-sur-Mer, França, 1943) exhibe hasta el 4 de noviembre en el IVAM, institución que, por primera vez, ha otorgado el premio Julio González a una mujer, y recopila en una exhibición las obras realizadas en los últimos 20 años por la creadora. Toda una declaración de intenciones que muestra por dónde se mueve su exposición, titulada: Pudique-publique.
Entre la declaración de intenciones y el puro análisis de la sociedad en la que vive se sitúa el proyecto que presenta en València, una muestra que recorre los últimos veinte años de carrera de una creadora tímida y atractiva, fina y secreta, que presenta una propuesta artística que es una conjura de lo cotidiano.
Cuando Annette Messager decidió dedicarse al arte dividió su apartamento parisiense en dos habitaciones. Una para vivir y una para crear. En la segunda se acumulan todo tipo de restos de objetos domésticos, de papeles y revistas, de telas, juguetes, ropa, lápices, platos y fragmentos que el naufragio urbano arroja a los rincones, a los desvanes. Con esos modestos materiales, Messager ha sido capaz de revelarnos algunos de los más perturbadores aspectos del horror cotidiano. A partir de ellos, Messager es capaz de convertir un inocente cuento de hadas en un episodio de espanto. José Miguel Cortés, director del IVAM y a su vez comisario, acertó al situar la obra de Annette Messager entre la risa y el espanto, entre una ambigüedad sin límite que viaja entre lo poético y lo político, entre lo monumental y lo íntimo.
El espectador se siente atraído y a la vez intimidado por la instalación de las obras. Pero la artista le propone atravesarlas y vivir la experiencia. Para la creadora somos menos libres que hace veinte años, pero el arte sigue siendo libre. Un artista es un espejo de la sociedad, manifestó Messager, toda una representación de la tragedia que es nuestra vida, y su retrospectiva es una muestra de ello. Así, desde Les interdictions, una pieza de 2014, inspirada en las distintas prohibiciones que pueblan los aeropuertos, pasando por Motion/Emotion, una gran instalación que se nutre de elementos comunes como vestidos, peluches y pelo que, a través de unos ventiladores, cuelgan del techo para configurar una danza macabra, hasta la instalación Les Soutiens-gorge, Sleeping deep red o Sous-vent (Sotavento), señalando una y otra vez su defensa hacia la mujer, pero sobre todo, de la libertad, un concepto que está estrechamente ligado a la igualdad.
Por suerte, el arte sigue siendo un ámbito de libertad, y el de Messager se opone al orden establecido; todo un imaginario en el que late lo que el poeta Rilke, en alusión a la belleza, describió como el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar.
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