Hay filmes que entretienen, otros dejan huella en la mente. Algunos sin embargo, pocos, crean escuela. Finalmente, existen aquellos que, a pesar del tiempo, no pierden ni la intensidad ni el efecto que provocaron en el momento en que fueron estrenados. Alien, el octavo pasajero es uno de los pocos filmes que reúnen todas estas características. Se estrenó hace cuarenta años y no ha perdido virtualidad, los años no han pasado por ella y apenas ha envejecido.
El terror sigue presente en los ciento dieciséis minutos de metraje de este filme. Las generaciones posteriores continúan aterrándose con esta epopeya de terror a bordo de la Nostromo. Es por ello, que no podemos concebir esta cinta de Ridley Scott como una obra de cine de culto. Sus planteamientos alternativos, diseño de atmósfera y personajes y su manejo del suspense hicieron que esta película fuera toda una revolución en el séptimo arte. Siendo la ciencia ficción un género condenado a estar vinculado a la acción y las aventuras, su director consiguió algo nada visto hasta entonces. Ofreció al público una película de slasher ambientado en un contexto de aventura espacial. ¿El resultado? Al igual que Star Wars, un film de serie B cuyo éxito daría lugar a toda una popular saga.
Este mes se celebra el Alien Day, su salida en blu-ray 4k, así como su 40 aniversario, es por tanto, el momento idóneo para la publicación de un post sobre esta joya de 1979. En este nuevo artículo os contamos algunas curiosidades e interesantes secretos del rodaje de esta maravilla cinematográfica.
Dan O’Bannon: el origen de la saga.
La expresión castellana de no hay mal que por bien no venga es muy aplicable a la historia de los orígenes de Alien. A Dan O’Bannon, guionista de la cinta, le vino la idea a la cabeza fruto de su decepción con las películas de terror que había escrito hasta el momento. Se trataba de filmes de presupuesto ajustadísimo y con monstruos verdaderamente ridículos. El caso más extremo fue el de la película Dark Star, en el que el monstruo principal es una pelota de playa.
El guionista quería una historia de extraterrestres creíble para el público. Para hacerlo posible comenzó la redacción de un guion cuyo título era Memory. En él, una tripulación espacial recibía una señal de ayuda desde un planeta. Al llegar al lugar de origen, se les averiaba la nave. Este proyecto permanecería en stand by durante medio año, al ser contratado para redactar el guión de Dune. Se trataba de una adaptación que, en ese momento, iba a ser dirigida por Alejandro Jodorowsky.
Tras el fracaso de Dune, O’Bannon retomaría su proyecto, pero el prolongado abandono causó un bloqueo en su redacción. El guionista recurrió así a la ayuda de su amigo Ronald Shusett para encauzar la idea, y el primer esbozo del guion llevaría como título provisional Starbeast. No obstante, el hecho de que la palabra alien apareciera tanto a lo largo del texto hizo que finalmente la titularan así.
H. R. Giger: el artista que dio forma al monstruo.
Durante la preproducción de la cancelada Dune, O’Bannon estableció contacto por primera vez con el artista surealista H. R. Giger. Su producción artística le impresionó de tal manera que su inspiración para la creación del monstruo sería su obra Necronomicón IV.
La obra de este artista trangresor irradia una gran tangibilidad. Mediante la técnica del airbrushing, consigue crear sobre el espectador una atmósfera literal. Transmite una sesación de opresión y claustrofobia, pero también logra dar un aire fotográfico a sus imágenes mediante un minucioso detalle en cada uno de sus rasgos.
Cuando empezó a trabajar con Scott, la experiencia de Giger en el séptimo arte era escasa. Hasta entonces, su trabajo se limitaba a documentales y al proyecto cancelado de Dune. Para el diseño del extraterrestre, se valió de su ideas de biomecánica, empleando piezas tanto orgánicas como inorgánicas para el montaje de su anatomía. Por ejemplo, el cuerpo del xenomorfo estaba compuesto por viejas piezas de un Rolls-Royce y entrañas de pescado.
La aportación no sólo se circunscribió a las criaturas, sino también a los sets. Según palabras de Giger, Lovecraft fue la fuente de inspiración para sus trabajos. Esta influencia puede percibirse en los escenarios de la nave extraterrestre perdida, lugares que evocan mundos fantásticos y oscuros, mitologías demenciales, alejadas completamente de la concepción humana del mundo.
La nave y su tripulación: una atmósfera bien cuidada.
Tanto la Nostromo como el equipo que la habita supusieron una forma alternativa de concebir las aventuras espaciales en el mundo de la ciencia ficción. Los tripulantes del crucero espacial ni eran piratas como Han Solo, ni un idílico equipo de exploración tipo Star Trek. Los protagonistas eran empleados de una gran multinacional minera. Gente que viaja al espacio para ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente. Cabría decir que los miembros del equipo protagonista podrían considerarse algo así como camioneros espaciales.
Posiblemente, estamos ante uno de los mejores escenarios del cine de terror de la historia. El crítico Miguel Juan Payán lo relacionó con el capítulo más terrorífico de la novela más famosa de Bram Stoker: el cuaderno de bitácora de la nave Démeter. Al igual que en la novela, se trata de un escenario rebosante de claustrofobia. Tanto Nostromo como Démeter, son vehículos de carga navegando por lugares hostiles, donde la vida humana es imposible: el espacio exterior y el océano respectivamente. Las tripulaciones hallan una amenaza interna dentro de sus buques, de la que no pueden huir. La supervivencia no supone abandonar la nave, sino acabar con el monstruo antes de que éste acabe con ellos. Probablemente, por ello nos encontramos ante una de las mejores adaptaciones de ese terrorífico capítulo de la famosa novela.
Por otro lado, entre los elementos que hacen que este film sea efectivo como película de terror, resalta el extraordinario diseño individual y colectivo de sus personajes. En primer lugar, se trata de un reducido grupo de personas, por lo que el espectador empatiza con cada uno de los miembros de la tripulación. Es por ello que a medida que suceden los acontecimientos y van muriendo personajes, es capaz de sufrir por cada uno de ellos, lamentando, en cierto modo, la pérdida que supone para el resto del equipo.
Todo ello es fruto del excelente diseño de las relaciones entre los personajes. De hecho, Ridley Scott dio extrañas indicaciones a los actores para que sus interpretaciones fueran lo más naturales posibles. Ejemplo de ello fue decir a Yaphet Kotto que mantuviera una relación lo más distante posible con Sigourney Weaver detrás de las cámaras, con el objetivo de crear una mayor tensión. Otro caso fue el del actor nigeriano Bolaji Badejo (interpretó al alien), a quien prohibió cualquier tipo de relación con el resto del reparto y solo podía interactuar con el disfraz de la criatura.
En el guion original, hubo una escena sexual entre Ripley y Dallas, cuyo objetivo era mostrar cómo los tripulantes afrontaban los largos días de abstinencia, mediante el sexo ocasional. Incluía una conversación entre Ripley y Lambert en la que se preguntaban por la indiferencia sexual de Ash hacia ellas. Estas escenas nunca verían la luz, una lástima, pues habrían dotado de mayor intensidad a las relaciones entre los personajes.
Por otro lado, Scott se sirvió de estos mismos personajes para engañar al espectador. ¿A qué se debió esto? Principalmente al relevo de protagonismo entre los miembros del reparto. Al inicio, el primero en despertar de la crionización es Kane, generando la expectativa de que será el protagonista, no obstante, será el primero en morir. A lo largo del filme, la relevancia de los personajes está bien distribuida. No existe una jerarquía, salvo en lo concerniente al orden de mando de la nave. Todos los personajes importan por igual, todos transmiten alguna preocupación al espectador, y por ello la historia funciona de una forma tan efectiva.
El bicho
Como hemos dicho antes, H. R. Giger fue el encargado de diseñar al monstruo alienígena. La anatomía de la criatura estaba inspirada en una de las obras pictóricas del pintor surrealista: Necronomicón 4.
No obstante, Giger sugirió un cambio respecto a la imagen original, clave para hacer más espeluznante a semejante criatura. Más allá de su sinuosa fisiología, su doble boca y sus viscosas babas, lo que hace siniestro al monstruo es la ausencia de ojos. En la imagen original, el engendro presentaba unas cuencas vacías. Sin embargo, Giger pensó que si no tenía ojos, reduciría aún más su humanidad dotándole de un aspecto carente de emociones, más distante.
Otro de los secretos para que el bicho asustara al público fue el no exponerlo del todo en pantalla. Con sólo cuatro minutos de metraje, el xenoformo solo muestra algunas partes de su cuerpo, y en planos oscuros. Este recurso fílmico dotaba a sus escenas de una mayor inquietud y tensión en los planos. Un año después, Steven Spielberg se serviría de esta técnica en las primeras escenas de E.T.
La escena…
Este cinta de terror apenas necesitó escenas gore para aterrar al público, ya que el magistral manejo del suspense y de la claustrofobia hizo que las escenas de sangre y vísceras no fueran (del todo) necesarias. No obstante, la única escena de este contenido en la película quedó impresa en las mentes de muchas generaciones y esta fue la secuencia del nacimiento del xenoformo del estómago del tripulante Lambert.
Esta escena se rodó de manera simultánea con cuatro cámaras y en una sola toma, el motivo fue capturar la primera, y más sincera, reacción de los actores. Ningún miembro del elenco, a excepción de Hurt, sabía cómo iba a ser la escena. En el libreto sólo figuraba la frase el monstruo emerge. La reacción de los actores resultó de lo más realista y creíble generando una atmósfera de verdadero terror.
Pero si en algo rompió moldes, fue en su empeño por atemorizar a la audiencia masculina. Los guionistas querían en la historia una violación que diera lugar a un embarazo monstruoso, pero sin que fuera una mujer quien sufriera esta especie de infección, sino un hombre. Por ello, eligieron el personaje de John Hurt para sufrir la que, posiblemente, sea la peor muerte que alguien ha podido sufrir en la historia del cine.
Ripley, el nuevo prototipo de heroína.
Más allá de transformar el cine en cuanto a técnica o a reconceptualización de los géneros de ciencia ficción y terror, Ridley Scott ofreció una visión extremadamente revolucionaria en cuanto al arquetipo de la heroína de acción y protagonista femenina de cine de terror. Sin tener un cuerpo escultural, ni lucir un vestuario especialmente sexy, Weaver logró ofrecer una nueva heroína del cine creíble.
En una época de slashers, donde las protagonistas femeninas no eran más que esculturales damiselas en apuros, este filme apostó por convertir a una mujer en personaje de acción capaz de vencer a un monstruo antropófago, sin necesidad de recurrir a la ayuda masculina.
El legado
Una forma de valorar la calidad de una película puede ser la cantidad de secuelas que ha generado. Alien no es, por supuesto, una excepción. En 1986, James Cameron estrenó su secuela Aliens: el regreso, que optó más por la acción y los tiros que por el terror. Su llegada a los cines dividió al fandom entre los que preferían la primera y los que eran más partidarios de la segunda. Ganó dos Oscars de los ocho a los que estaba nominada. Muchos la consideran la última gran obra de la saga Alien.
Posteriormente, en 1992, David Fincher ofreció una secuela bastante mediocre, en la que Sigourney Weaver repetía papel protagonista: Alien 3. Sus personajes anodinos, la trama más que irregular, su alien perruno y su premisa más que poco convincente, convirtieron a esta cinta del director de La red social en el punto de inflexión dentro de la saga del xenoformo. En definitiva, fue una película completamente innecesaria.
El tiro de gracia se lo dio el director galo Jean-Pierre Jeunet con su Alien: resurrección de 1999. Vista como comedia, podría considerarse una negra pero hilarante película. No obstante, sus intenciones eran otras. Personajes ridículos, una historia demencial, secuencias disparatadas y el vergonzante monstruo final la convirtireron en un filme que no podía tomarse en serio. Podríamos decir que Alien resurrección es a Alien lo que Tiburón: la venganza a Tiburón.
En los años 2005 y 2007 Paul W. S. Anderson y los hermanos Strause se encargaron de pisotear el cadáver del xenomoformo hasta convertirlo en papilla con uno de los crossovers más disparatados de la historia del cine. El título Alien vs Predator habría sugerido en décadas pasadas una película turca de serie B. Por desgracia, esos despropósitos fueron costeados por la 20th Century Fox por valor de 40 millones de dólares cada una.
Tiempo después Ridley Scott reivindicó su autoría definitivamente con Prometheus, un film que dividió a los seguidores de la saga. Quiso darle un nuevo rumbo a la franquicia con un spin-off ambientado en el mismo universo cinematográfico. El film optaba por ofrecer una historia más filosófica y menos banal. Al igual que en muchas historias, muestra una raza de extraterrestres como padres de las civilizaciones. Scott quiso brindar una historia más reflexiva y metafísica, que intentaba plasmar las cuestiones más comunes de la filosofía. Su intento de dar algo nuevo y alternativo acertó en muchos aspectos pero falló en algunos otros. La película era espectacular y divertida, pero el guión fue un quiero y no puedo. Intentó abarcar demasiadas cosas y no pudo crear una historia del todo sólida.
Cinco años después, Scott estrenó Alien: Covenant, secuela de Prometheus y que conecta más con las primeras películas. Con esta secuela buscó expandir el mito y la historia de Prometheus para establecer las bases del mundo de Alien iniciado en 1979. La cuestión base de esta nueva película era el concepto del humano que juega a ser Dios cuyas creaciones se vuelven en su contra. Aunque tal vez requiriera un poco más de desarrollo de los personajes y alguna que otra situación predecible, consiguió superar alguna de las taras que presentaba su predecesora. Con ella se dio un soplo de aire fresco a la saga yendo más allá del terror sensacionalista.
Tras esta última cinta, se esperaba una película más, dirigida por Neill Blomkamp. Este último film sería una secuela directa de Aliens: el regreso. Por lo tanto, iba a obviar las monstruosidades de Alien 3 y Alien: resurrección. Además, iba a contar con los personajes de Ripley, Newt y Hicks, incluyendo así mismo algún contenido del universo Prometheus. No obstante, la idea era demasiado buena para ser verdad. El proyecto se cancelaría para no ver más la luz. ¿O no? James Cameron afirmó en una reciente entrevista que está trabajando para reemprender este proyecto.
Ajena a la saga, hemos encontrado filmes sospechosamente parecidos a la obra de Scott, tales como la reciente Life (Daniel Espinosa, 2017). Pese a su limitadísima calidad, no son sino testigos de la gran calidad de su obra de inspiración. Y es que no hay mayor prueba de la inmortalidad de una obra que la cantidad de imitaciones fallidas posteriores.
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