En un año de cosecha (lamentablemente) incomparable a la del ubérrimo 2023, rescatamos aquellas películas de gozosa e indeleble memoria. Encontramos en la selección diversos géneros, pero sobre todo muestras del cine que transita libremente entre sus límites, creando su propio espacio. En esta lista encontramos películas ya estrenadas, pero también otras que llegarán pronto a los cines.
El baño del diablo (Des Teufels Bad, Severin Fiala & Verónica Franz, 2024)
En la última Berlinale se estrenó esta historia de terror, ambientada en plena Ilustración, en un lóbrego bosque austríaco. El atraso, los restos de superstición y la justicia popular muestran el atavismo y la oscuridad tan alejados de esas luces de un siglo que parecía transcurrir en otra parte. Franz (Good Night, Mommy, 2014) y Fiala (The Lodge, 2019) dirigen un escalofriante relato que pone el foco en la salud mental de las mujeres, mostrando las nulas herramientas que poseen para gestionar sus desórdenes psicológicos ligados al maltrato sistemático y a la negación de sus necesidades. La única salida que encuentra la joven Agnes para escapar de la condena espiritual al suicidio es un crimen que acabará con su sufrimiento. La dirección artística, las interpretaciones y un guion hábil e inquietante convierten a El baño del diablo en una excelente muestra de que el cine de terror puede ser también comprometido, pero igualmente de que la Historia (en este caso, el siglo XVIII) es una cantera inagotable de relatos verdaderos de crueldad y barbarie.
Disco Boy (Giacomo Abbruzzese, 2023)
El primer largometraje de Giacomo Abbruzzese obtuvo el año pasado en el Festival de Berlín el Oso de plata a la Mejor contribución artística para Hélène Louvart reconociendo así, al menos, uno de los aspectos que más sedujeron a público y jurado. Tras diez años, cuatro productores y la participación de cuatro países, Abbruzzese consiguió llevar a la pantalla esta historia tan particular, protagonizada por Franz Rogowski, actor fetiche de Christian Petzold e imprescindible en el cine europeo reciente, quien estuvo casi desde el principio a bordo del proyecto. Disco Boy, a pesar de sus influencias —desde Buen trabajo de Claire Denis a Pedro Costa—, es tan inclasificable como su personaje principal. Es una aventura bélica postcolonial, una búsqueda de identidad, un nuevo comienzo, un viaje de descubrimiento, pero al final resulta un periplo sensorial tan circular e infinito que solo podemos entregarnos al viaje sin cuestionarnos su destino. Todo ello vehiculado a través de un diseño visual y sonoro fascinante. Leer más.
Misericordia (Miséricorde, Alain Guiraudie, 2024)
Albert Serra coproduce la última película del director de L’inconnu du lac, que fue estrenada en Cannes Première en el 77ª Festival de Cannes, compitiendo por la Queer Palm. Su paso por el festival de Valladolid se saldó con la Espiga de oro y el premio al mejor guion. Protagonizada por Félix Kysyl, Catherine Frot y Jacques Develay, Misericordia es una original tragicomedia, cargada de humor negro, que desafía todas las convenciones. Argumentalmente, reformula tanto el absurdo como el terror gótico, en una historia rural de muerte y sexo, en las antípodas del noir.
El deseo sexual nunca es inadecuado en los filmes de Guiraudie, y su espontaneidad y transgresión se ejercen con una naturalidad que pasma al espectador, llevándole a aceptar con humor y desenfado cualquier opción que a priori resultaría inverosímil. El director subvierte el concepto de perversión y los límites del delito, con un aroma de surrealidad dentro de la norma que inevitablemente asociamos tanto a Chabrol como a Buñuel.
Vermiglio (Maura Delpero, 2024)
La película ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia (Léon de plata), es una obra madura, llena de intensidad, equilibrio narrativo y con un marco visual deslumbrante en cada encuadre. El tiempo, especialmente el cambio de las estaciones, y el espacio (las montañas de la región del Trentino Alto Adige en el norte de Italia) son el eje de la narración así como el tema de la maternidad. Todo transcurre en el pequeño pueblo de Vermiglio en 1944, mientras en el valle se desarrolla el final de la guerra, un hecho que los habitantes del pueblo sienten en sus ánimos pese a la distancia. La directora Maura Delpero, veterana en el cine documental, encuentra una lejana inspiración en Ermanno Olmi, porque su obra es muy original, bella y profunda. Vermiglio, que compite a la Mejor película en habla no inglesa en los Globos de Oro, se mantiene con una narración tensa, a pesar del ritmo lento, y un interés hacia los avatares de los personajes que nunca decae. Contribuyen a ello las estupendas interpretaciones de todos los actores, pero especialmente las de las jovenes actrices Sara Serraiocco, Martina Scrinzi, Rachele Potrich y Anna Thaler. Leer más.
Bird (Andrea Arnold, 2024)
La directora británica Andrea Arnold, tres veces ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes estrenó Bird a competición en la 77ª edición. El reparto está encabezado por Nykiya Adams, interpretando a la protagonista, Bailey, junto a Barry Keoghan, como su joven padre y Franz Rogowski, encarnando al joven que le da la vuelta a su mundo, su insatisfactoria vida cotidiana e insufla un aliento de confianza a sus ansias de “volar”. El despliegue de fantasía de Bird parece orgánico, de la misma manera en que simbólicamente percibimos la realidad. Y es así como lo vive Bailey, como un reflejo y un modelo de resiliencia, cuando su identidad en cuanto a todo lo que la define está borroso. Bird irrumpe vestido con faldas, una pequeña mochila y toda la serenidad y paciencia del mundo, en contraste brutal con Bailey, niña y mujer, femenina pero masculina en la emulación de un modo de supervivencia, madura pero infantil. Su pura presencia en el alero de la azotea, donde espera impávido, será un mensaje tan evidente como un neón, tan revelador como un manual. Leer más.
Los destellos (Pilar Palomero, 2024)
La tercera película de la directora de Las niñas (2022) es una obra de madurez, que plasma de manera increíblemente certera, sin alharacas ni dramatismos excesivos, una historia de amor y empatía poco habitual. Isabel cuida de su ex marido enfermo, partiendo del rechazo inicial para llegar al acercamiento gradual que restaña heridas y abre nuevas vías de aproximación, y también de gozo. El reencuentro de dos seres cuya ruptura los ha separado totalmente, renueva inesperadamente una forma de vivir el pasado que llega a alimentar emocionalmente en el presente. No era nada fácil contar esta historia, pero además de un magnífico guion, firmado por Eider Rodríguez y la propia directora, Palomero cuenta con dos de los mejores actores del país: Antonio de la Torre y Patricia López Arnáiz.
Architecton (Victor Kossakovsky, 2024)
El magnífico e hipnótico documental del director de Gunda (2020), que se estrenó en el pasado Festival de Berlín, es un elogio a la piedra, un homenaje a las bases de la civilización. La relación del hombre y la naturaleza se refiere aquí con la forma de una bellísima meditación, una reflexión que busca hacer sentir esa cualidad de los materiales nobles que hemos extraído de la tierra a través de milenios para crear cobijo en sus diferentes formas y necesidades. Architecton es un prodigio visual, pero también sonoro, a veces aterrador, pero siempre subyugante. Las cataratas de piedras deslizándose, rodando, estallando, saltando y saliendo disparadas cuesta abajo, en una cantera, son una sinfonía de posibilidades, embriones de belleza y refugio. Las ruinas de antiguas civilizaciones excavadas con esmero o los esqueletos de condominios perforados por las bombas rusas, la ecología, la relación con el pasado, el precio de nuestra relación con los materiales, escombros, canteras, obra nueva y tesoros recobrados forman parte de esa orquesta, de la cual Kossavosky es el director, y Michele De Lucchi otro de sus intérpretes, sin que ninguno de ellos interrumpa nuestra meditación con la tentación de aleccionar.
Dying (Sterben, 2024)
Matthias Glasner consiguió el Oso de plata al mejor guion en el Festival de Berlín con una historia monumental cuyos temas centrales son la vejez y la muerte. Protagonizada por Lars Eidinger (que ganó por este papel el Bambi al mejor actor), Corinna Harfouch, Lilith Stangenberg y Robert Gwisdek, Dying indaga en las dinámicas familiares a partir de la decadencia física de los padres, revelando poco a poco los recovecos de unas relaciones tóxicas, causantes de heridas imposibles de cicatrizar. Sin embargo, Glasner no se limita a una radiografía familiar, sino que extiende con ambición su interés al cuestionamiento de las formas de vivir nuestros últimos días e incluso a nuestras decisiones y cómo se aceptan o niegan por parte de nuestro entorno.
Eidinger sobresale en un papel a su medida, que nos sorprende por su profundidad, en el que es capaz de un abanico de matices, donde no falta el humor. Hijo, padre, hermano, amigo, demuestra en cada una de las facetas que la empatía también puede dañar. Pero eso no significa que todo el reparto no sea sobresaliente, y que colaboren a que las tres horas de metraje nos seduzcan, emocionen e impacten de principio a fin.
The Brutalist (Brady Corbet, 2024)
Brady Corbet estrenó en el 81º Festival de Venecia The Brutalist, una enjundiosa obra, cuya especificidad radica tanto en lo relatado como en la caligrafía con la que escribe una historia de magnates y artistas, europeos y americanos, pobres y ricos, judíos y gentiles, un cuento de superación en la tierra de las oportunidades. Adrien Brody encarna a un prestigioso arquitecto de la Bauhaus fugado de la barbarie nazi, que busca su camino en Estados Unidos, anhelando el reencuentro con la esposa que dejó en un campo de concentración (Felicity Jones), así como poder vivir de su profesión en el nuevo mundo. La fotografía en VistaVisión de Lol Crawley y el diseño de Judy Becker son parte del mensaje, no solo un envoltorio. En el guion, escrito por el director junto a Mona Fastvold, la lucha entre dos fuerzas está presente durante toda la película: la lucha por la supervivencia y la voluntad de mantenerse fiel a uno mismo. La monumentalidad de The Brutalist es áspera, también dolorosa, sin concesiones para un espectador que no esté dispuesto a rendirse ante su contundente enunciado de tres horas y media. Leer más.
Broken Rage (Takeshi Kitano, 2024)
La película más divertida que he visto este año es un prodigio del humor, del dominio del timing, de los resortes que hacen estallar la carcajada en el momento justo, con una originalidad sorprendente. Kitano trajo al Festival de Venecia este regalo que protagonizó junto a Tadanobu Asano y Nao Ômori en forma de película de gánsters y pequeños delincuentes, que se desdobla en dos partes y donde desmenuza, escena por escena, lo que acabamos de ver. Broken Rage es un thriller, una parodia, una autobroma, de sesenta y dos minutos, donde la polícia, la yakuza y los matones podrían salir de una película de la Keystone o de Michel Gondry. La maestría de Kitano es para descubrirse ya que nos ofrece toda una lección de cine, jugando con un espectador que conoce las claves para destrozarlas y reconstruirlas sin despeinarse. El hombre que jugó con su alter ego en El castillo de Takeshi es capaz de disfrazar de comedia hilarante un repaso (esperemos que no final) a los highlights de su carrera y su propio estilo, incluido ese juego del doble identidad, con el que ha acabado venciendo todas las reticencias de la crítica.
La quimera (La chimera, Alice Rohrwacher, 2024)
La quimera es un exquisito ejemplo de que las películas de Alice Rohrwacher crean en sí mismas un universo espacio-temporal necesario para que cobren sentido sus propuestas. Los lugares y los tiempos difuminan los límites para que aceptemos la más realista de las ficciones y la más fabulosa de las realidades, y entremos en un juego fascinante donde las claves configuran historias que traicionan su propio contexto, para abrirse y profundizar hasta donde llegan pocos cineastas. Con una amalgama preciosa de pasado, presente y futuro, los personajes, las familias y las estructuras sociales espontáneas (como familias de elección) cabalgan entre la tradición (con sus lastres y bondades) y la utopía. Josh O’Connor (Arthur) es el romántico y bribón jefe de una banda de tombaroli, que con una interpretación soberbia vehicula lo inclasificable de su personaje y simboliza esa desubicación en sentido amplio con la que, a través de múltiples metáforas y recursos, Rohrwacher consigue empapar su película. El dolor arraigado en Arthur y su sentido de la dignidad se entrelazan en las aventuras de los asaltantes de tumbas, cubriéndolas de misterio e insinuaciones, en una asincronía omnipresente. Leer más.
April (Dea Kulumbegashvili, 2024)
El apabullante debut de Dea Kulumbegashvili con Beginning (2020) convirtió a su segundo largometraje, April, en uno de los estrenos más esperados del 81º Festival de Venecia. Lo que sobre el papel parece un filme naturalista, de denuncia social, o incluso un thriller, posee un calado superior, que lo convierte en una introspección en carne viva, donde la turbulenta relación de Nina (magnífica Ia Sukhitashvili) con su propia feminidad está representada en un ser casi humano, pero defectivo, informe, una autoimagen inclemente a la que se sobrepone una racionalidad feminista y decidida. La valentía de la doctora en su trabajo, donde arriesga lo único que tiene es el ancla que la sustenta emocionalmente. La fotografía de April, cada encuadre, la forma de filmar la naturaleza en su esplendor y renacimiento, pero también simbólicamente, como tierra enfangada que atrapa desde la infancia a las mujeres, paralizándolas, bloqueándolas, es tan elocuente como la escena nocturna del mercado de reses, con el semental desafiante. Leer más.
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