El pasado 18 de diciembre falleció el arquitecto Richard Rogers, ganador del premio Pritzker de arquitectura en 2007 y autor del emblemático Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París, junto a su amigo y compañero Renzo Piano. El edificio conocido también como Beaubourg o Centro Pompidou fue construido, entre 1971 y 1977, cerca de la animada zona de Les Halles donde también está ambientada la película de Billy Wilder Irma la dulce (1963).
Estas dos pequeñas joyas de la arquitectura y del cine supusieron una auténtica revolución en sus respectivos campos. Por una parte, hasta esa fecha no se había construido nada igual en el ámbito arquitectónico y, por otra, tampoco nadie trató el tema de la prostitución como lo hizo Billy Wilder, aunque otros muchos directores lo hayan llevado a sus películas.
El punto de partida de ambos proyectos fue muy diferente. El Centro Pompidou fue el resultado de un concurso que convocó Georges Pompidou, presidente de Francia entre 1969 y 1974, al que se presentaron los jóvenes Rogers y Piano. La base del concurso era la construcción de un centro cultural en París que atrajera al mayor número de visitantes a la capital francesa y que, se convirtiera en monumento para la ciudad.
Billy Wilder y su guionista y amigo I.A.L Diamond se propusieron hacer una película adaptando un musical que ya había triunfado en los teatros de París en 1956 y, más tarde, en Londres y Broadway. Solo tenían que eliminar algún que otro número musical, adaptar el libreto de Alexandre Breffort y la música de Marguerite Monnot.
Una de las cosas que tenían en común fue su emplazamiento. Tanto la película como el proyecto deberían emplazarse en la mítica zona de Les Halles, un lugar que durante el siglo XII había concentrado los mercados de abastos, ampliados por Napoleón entre 1852 y 1870, siendo finalmente demolidos en 1971.
Para ser sinceros y no faltar a la realidad, en dicho emplazamiento ni se construyó el Centro Pompidou ni se rodó la película. El Centro Pompidou está situado en el distrito de Beaubourg, muy próximo a la zona de Les Halles; y la película, aunque se supone que transcurre en las inmediaciones del mercado parisino del mismo nombre, en las aceras del barrio que lo rodeaba, en realidad se grabó en un estudio de Hollywood con decorados construidos expresamente a imagen y semejanza de los bajos fondos de París.
Actualmente, la zona donde se encontraba el mercado de Les Halles es el Forum des Halles, un moderno centro comercial subterráneo, debajo del cual se encuentra la estación de metro de Châtelet-Les-Halles, considerada como el eje central del sistema ferroviario urbano de París (RER).
Entonces, ¿Qué fue lo que hizo que estas dos obras fueran tan especiales y reveladoras para su época?
En el caso del Centro Pompidou, no me cabe duda que fue lo arriesgado de su propuesta. Nunca anteriormente se habían visto los entresijos de un edificio y se había puesto al descubierto su infraestructura. Rogers y Piano se atrevieron a hacerlo y desafiaron al mundo de la arquitectura atreviéndose a mostrar el esqueleto de su edificio, tanto la parte que envolvía el exterior, como toda la estructura de los diferentes sistemas mecánicos que lo componían y no solo para que pudieran ser entendidos, sino también para liberar al máximo el espacio interior.
Por su parte, Wilder y Diamond, crearon una comedia divertida, fresca, sana, edulcorando un guión ambientado en el mundo de la prostitución y su áspero cuadro de injusticias, humillaciones y sordidez. Un ambiente en el que los proxenetas se pelean entre ellos para ver quién es el más fuerte y las prostitutas hacen lo mismo para defender a sus mantenidos, convirtiéndolo en una historia transparente e ingenua, a través del enaltecimiento y la caricatura de sus personajes.
Si contemplamos de cerca el edificio comprobaremos que el Centro Pompidou es un contenedor flexible, un mecano, realizado con alta tecnología (high-tech). Su estructura forma una malla de acero compuesta por un sistema de ménsulas y cerchas que proporcionan un marco estable, dentro del cual pueden colocarse y cambiarse permanentemente los suelos y tabiques para formar distintos tipos de espacios interiores. El recubrimiento exterior del edificio es un magnífico muro cortina de acero y vidrio separado de la misma para permitir el recambio de partes fácilmente.
Con el guion de la película vemos que ocurre algo similar, porque permite contar y hacer una y múltiples lecturas de algunos de los tópicos clásicos de una historia de amor. En nuestro caso, entre la prostituta Irma, interpretada por Shirley MacLaine, y un ex policía, Néstor (Jack Lemmon) que, enamorado de ella, deberá hacer muchos sacrificios para que su amada cambie, aunque acaba convirtiéndose en su celoso y explotador proxeneta.
Y como toda historia de amor que se precie, el camino no será fácil y durante el mismo sufrirá la incomprensión y el rechazo de Irma que no entiende lo que están haciendo por ella y cuyo desconcierto dará lugar a muchas situaciones divertidas. Así nuestro protagonista acabará inventándose un personaje ficticio que le llevará a crear múltiples situaciones de enredos y confusiones que irán cambiando continuamente, y que le obligaran a irse adaptando a las circunstancias creadas por él mismo, como suele ocurrir con los edificios con el paso del tiempo.
Su alter ego, un lord, le obligará a trabajar arduamente, sin que ella lo sepa, realizando múltiples oficios en el mercado, para mantener el nivel de vida del personaje ficticio que él mismo ha creado.
Algo similar ocurre con los edificios que son centros de arte moderno: con el tiempo, sus usos van adaptándose a las necesidades del momento y por ese motivo van reorganizando sus salas y espacios, que es lo que ha ocurrido con el Centro Pompidou. Concebido inicialmente como Museo Nacional de arte moderno, un centro para las artes visuales del siglo XX, hoy día aloja galerías donde se exhiben obras de artistas contemporáneos, una biblioteca pública y el Instituto de investigación y coordinación musical acústica con salas y estudios de ensayo y una sala de conciertos (IRCAM) y, además, cuenta con una biblioteca de cine y una sala de proyección, algunas librerías, restaurantes y un cibercafé.
Si seguimos analizando los puntos que tienen en común estos dos clásicos, vemos que el uso y el empleo del color es otro de los factores determinantes. En el Centro Pompidou cada uno de los sistemas del exterior se rige por un código de color, según las diferentes funciones. Por ejemplo, la estructura y los componentes más importantes de ventilación estaban pintados de blanco, las escaleras y ascensores están pintados de color gris plateado, la ventilación en azul, la fontanería y el control de incendios de tuberías en verdes y los elementos que permiten el movimiento en todo el edificio están pintados de rojo.
Nuestra película, sin embargo, está teñida de verde, mucho verde, que se expande desde los muros de los edificios, pasando por las coles del gran mercado central, hasta llegar al vestuario de nuestra actriz: medias verdes, lazo verde, su ropa interior en verde, el lacito de su perrita en verde. Una oda al verde, el color de la esperanza de que tal vez es posible cambiar a una vida mejor… ¿un lord que la retire, quizás?
Pero si en la película el color verde es lo que destaca por encima de todo, en el Centro Pompidou lo más característico es la escalera mecánica en la fachada oeste, un tubo que zigzaguea hasta la parte superior del edificio ofreciendo una vista espectacular de la ciudad.
Hoy en día el Centro Pompidou es todo un referente en el mundo de la arquitectura, un clásico que ha sabido resistir el paso del tiempo y revalorizarse. Algo parecido ocurre con la película de Billy Wilder, que ha logrado colarse en la lista de favoritas del público y llegó a ser una de las películas más exitosas del director.
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