Todo lo que siempre quisiste saber acerca del Jägermeister pero su consumo te hizo olvidar que querías preguntar. Pocas bebidas han suscitado tantas leyendas como el licor del ciervo: es la nueva hada verde, capaz de convertir tanto una noche anodina como un gran festival, en un recuerdo borroso o prácticamente inexistente el día después. No parecen existir evidencias científicas al respecto, pero hay algo perverso en su inquietante receta, algo de lo que el mismo ciervo con esa cruz entre sus astas parece querer advertirnos. Dado el halo de misterio que envuelve al Jägermeister, vamos a dar algunos datos que puede que te interese conocer.
Su nombre significa maestro cazador; el creador de Jägermeister, Curst Mast, la elaboró para que las noches de caza fuesen algo más amenas. Al parecer lo consiguió.
Se sabe que para su producción se emplean cincuenta y seis ingredientes; desde bayas de enebro a lavanda, pasando por camomila, nuez moscada, galangal, levístico, naranja amarga, clavo o anís estrellado. Especias, flores, raíces y semillas forman parte de esta bebida, que lo que no contiene, aunque muchos hayan creído firmemente en ello, es sangre de alce o de ciervo.
Los nazis la consumieron durante la Segunda Guerra Mundial. Probablemente por eso perdieron. En Alemania recibe el apodo de leberkleister, es decir: pegamento para el hígado.
El diseño del logo hace referencia a la visión que experimentó San Huberto, patrón de los cazadores, que tras una vida de satrapía y frenesí se las vio con un ciervo blanco que intentó hacerle pagar por todos sus pecados. Tras ello, se convirtió al cristianismo.
En Facebook puedes encontrar un grupo llamado Asociación de víctimas del Jägermeister. Si has tenido una mala experiencia con esta bebida, allí probablemente no encontrarás ayuda, pero puedes contarla y echarte unas risas, que la vida con humor se lleva mejor.
La botella incluye estos versos del escritor prusiano Oskar von Riesenthal: Es el honor de un cazador proteger y preservar su juego, cazar con caballerosidad y honrar al creador y sus criaturas.
Cuando alguien te ofrezca este bebedizo, en tu mano está llevar o no a cabo una investigación sobre el terreno. Recuerda: a San Huberto le cambió la vida, así que hala, a pegarse el hígado.
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