Cuando pensamos en el paganismo, evocamos estampas de hielo y de escarcha, tenebrosos bosques, lagos de montaña… Los viejos panteones del Norte. La Wicca y el odinismo han logrado convencer a colectivos de todas las latitudes de que la religión de sus ancestros es el celtismo británico, la brujería europea medieval o la mitología nórdica, aunque su tierra, más que dios del trueno, pida a gritos un dios del sol de justicia.
Sin embargo, existen otros lugares con una historia arcaica y misteriosa, y a veces, frente a las invasiones neovikingas, los antiguos dioses han salido a la calle a reivindicar sus derechos.
Daemonia Nymphe
Compleja y colorida religión, la de los antiguos helenos. Pueblo letrado e inquisitivo, sabemos mucho de sus creencias, a diferencia de lo que ocurre con otros paganismos europeos. Esto es a la vez una ventaja y lo contrario: nos permite reconstruirla mejor, pero también deja menos espacio para la imaginación, factor decisivo a la hora de fundar religiones y, por supuesto, neorreligiones.
Every revival is a rehearsal
No encontramos otra explicación para la escasa popularidad de los dioses helenos en los paganismos de nueva data. En Grecia, claro, la situación es otra: una cuestión de orgullo nacional, si no racial. Aunque a simple vista pocas tradiciones de los griegos actuales se correspondan con las de sus ilustres predecesores, algunos neohelenistas sostienen que el antiguo culto continuó en secreto hasta nuestros días. Hoy luchan por recuperar los históricos símbolos y templos, para horror del mayoritario cristianismo ortodoxo. Sólo en 2017 fue oficialmente reconocida la adoración a Zeus en Grecia.
Daemonia Nymphe (Δαιμονία Νύμφη) es un dúo ateniense fundado en 1994 con el objetivo de rescatar el espíritu de los cultos mistéricos de la Hélade, empleando instrumentos musicales de la vieja Arcadia. Sin embargo, también se aprecia una estética gótica, renacentista, darkwave… Como siempre, la pureza es tanto más difícil cuanto más lejano el referente.
Nik Turner’s Sphynx
Originalmente asociado a la fascinante banda de space rock inglesa Hawkwind, el saxofonista Nik (Nicholas) Turner fue expulsado en 1976, al parecer por tocar a un volumen demasiado alto, que ya debía de serlo. No se le ocurrió otra cosa a este espíritu libre que irse a la cámara del rey de la Gran Pirámide de Guiza (Egipto) a tocar la flauta. Esta vez, los espíritus respetaron su interpretación. El reverb es natural.
No era el primer músico con inquietudes en grabar allí dentro (el new ager Paul Horn se le adelantó por poco), pero sí el primero que afirmaba haber usado el sarcófago como instrumento de percusión.
La pasión egipcia de Turner no había hecho más que comenzar. Para Xitintoday (1978) reescribió fragmentos del Libro egipcio de los muertos y trató de encajarlos con aquellas grabaciones de Guiza. Empezó a llevar complementos egipcio-futuristas y contrató como productor a Steve Hillage, que era uno de los muchos músicos de la época atraídos por el esoterismo (como muestra Rainbow Dome Musick, 1979).
¿La razón de que Turner pudiera emplear la Gran Pirámide como local de ensayo? Se había ganado los favores de la comunidad beduina local, que se apiadaron de él porque, confiesa, Creían que estaba loco. Incluso consiguió que el jeque canturreara y golpeara el sarcófago con su bastón. Locura contagiosa, la psicodelia británica.
Terence McKenna
Terence McKenna fue un etnobotánico estadounidense conocido por su defensa de las plantas psicodélicas. El apodado Timothy Leary de los 90 sostenía que la conciencia humana dio un salto evolutivo al entrar en contacto con los enteógenos. A decir verdad, su “hipótesis del simio colocado” no ha recibido un fuerte respaldo de la comunidad científica. Por otro lado, su teoría del origen extraterrestre de las esporas de los hongos (o, incluso, de su creación por extraterrestres para contactar con la humanidad) ha llevado a algunos a preguntarse si realmente esas sustancias son tan inofensivas como las pintan… Nosotros vemos en ella una de las más poderosas teologías del hongo.
McKenna, como otras figuras asociadas a la cultura rave de los noventa, propugnaba un “revival arcaico”, un retorno a valores y costumbres que asociaba tanto con el neolítico como con las culturas chamánicas del presente. Nuestra nueva relación con el cuerpo, la sexualidad, la creatividad, las drogas o, por qué no, la música en directo estaría más en sintonía con los pobladores del Amazonas que con los ciudadanos modélicos de la urbe moderna. El título de un single grabado con The Shamen en 1992 lo dejaba claro: “Re: Evolution”. Y si hubiera que darle un nombre a ese nuevo orden, podría ser el del álbum que produjo con Zuvuya: Shamania (1994).
Pocas sonoridades más lejanas a la música de culturas “chamánicas” tradicionales que la oscura electrónica de estos lanzamientos. Lo repetimos: Every revival is a rehearsal.
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