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Cine y Series

70 Berlinale: El triunfo de Rasoulof

En Director's Cut, Cine y Series viernes, 28 de febrero de 2020

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

El 70 aniversario de la Berlinale ha estado marcado por la expectación ante el nuevo rumbo de un equipo directivo llamado a renovar el certamen, y cuyo impulso ha sido ya patente en la selección. Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian han sustituido con éxito a Dieter Kosslick, quien estuvo al mando del festival a lo largo de dos décadas.

Las sesiones especiales de la Berlinale nos han deparado la proyección de interesantes filmes, a pesar de que la inauguración se encomendó a la floja cinta canadiense My Salinger Year. Dirigida por Philippe Falardeau —cuya Monsieur Lazhar fue nominada al Óscar a la mejor película extranjera—, la película adapta la novela de Joanna Rakoff, que narra su experiencia en una agencia literaria que representa al autor de El guardián entre el centeno, donde tendrá que ocultar su vocación de escritora para no ser despedida, aprenderá a manejarse con una exigente —y al final comprensiva— jefa (Sigourney Weaver) y desafiará sus directrices para contestar la correspondencia dirigida a J.D. Salinger.

Este relato autobiográfico resulta un vehículo para el protagonismo absoluto de Margaret Qualley en su papel de Rakoff, la pizpireta e ingenua novata que al largo de un año de experiencia verá transformarse su vida. En la onda de El diablo viste de Prada, las escenas entre las dos mujeres están escritas como una serie de duelos coreografiados para mover los hilos de las emociones más previsibles, mientras que la educación sentimental de la joven Joanna no supera el tedio. Y entre una cosa y otra, alguna llamada y aparición espectral del genio de la literatura americana, porque el filme no da más de sí.

Berlinale

My Salinger Year (Philippe Falardeau, 2020).

Swimming Out Till the Sea Turns Blue, el documental de Jia Zhan-ke —director premiado en Venecia y Cannes, aunque comenzó su carrera internacional en la Berlinale (1998)—, nos ofreció una espléndida película-homenaje a su región natal, a través de la literatura. El director de Mountains May Depart se aproxima a la historia de su ciudad (Fenyang, en la región de Shanxi) en un repaso de sus momentos más cruciales sin obviar la devastación personal y colectiva de la revolución cultural, contando con los testimonios de reconocidos escritores que participan en el festival literario que él mismo ha fundado. La transformación del país (y, a escala, de su región) es narrada por campesinos, familias, ancianos, en una panorámica inclusiva que, con el estilo propio del director, nos traslada desde los primerísimos planos de la larga secuencia inicial a la última y final ampliación del campo visual, para plasmar las consecuencias de la interacción del hombre con su entorno, así como su capacidad de destruir o crear las propias condiciones de vida.

La directora polaca Agnieszka Holland presentó en la misma sección de la Berlinale el filme Charlatan, un biopic con guion de Marek Epstein sobre el sanador checo Jan Mikolášek, una figura de gran personalidad, que tras participar en su juventud en la Primera guerra mundial se dedicó en cuerpo y alma a perfeccionar sus dotes para el diagnóstico intuitivo y su profundo conocimiento de la fitoterapia. A pesar de su estructura y narrativa tradicionales, con flashbacks, la película se beneficia de un guion sólido que la aleja de la hagiografía. Epstein proyecta y dosifica suficientes sombras sobre el carismático Mikolášek hasta el mismo final, para que nuestro interés no decaiga y se nos permita dudar, imaginar y completar o no la línea de puntos que Holland va dibujando a través de la relación de su protagonista con sus pacientes, su ayudante y los poderosos nazis y comunistas a quienes trata en su consulta.

Berlin

Charlatan (Agnieszka Holland, 2020).

En la sección Encuentros de la 70 Berlinale se estrenó el último filme de Cristi Puiu. Con el recuerdo vívido de su Sieranevada y el desafío de casi tres horas al que enfrentaba a sus espectadores, en un ejercicio de puesta en escena sobresaliente, su nueva película supone un impulso más arriesgado en la misma dirección. Basándose en Los tres diálogos y el relato del Anticristo del filósofo ruso Vladimir Solovyov, Malmkrog consiste en una larguísima conversación filmada, en varios actos, acompasados al ritmo de las costumbres aristocráticas de la hospitalidad. Cinco personajes, dos hombres y tres mujeres, dialogan y disertan sobre filosofía y religión, discutiendo y defendiendo sus ideas sobre pacifismo y moralidad.

La mansión rodeada de nieve, en la proximidad de la Navidad, es un huis clos donde los personajes secundarios interactúan en segundo plano,  donde la perspectiva y la organización del espacio permiten fluir tramas accidentales y la cámara se desplaza entre los protagonistas en planos secuencia de una elocuencia inaudita, donde no se escatiman los fuera de campo. El riesgo que asume el director rumano es proporcional a su logro. Malmkrog transmite el discreto encanto de una aristocracia que aun no sabe que juega contrarreloj, mientras conversa en francés, entregada a la defensa de sus valores, ajena a su entorno. El recurso al elemento inexplicado y a situaciones sobreentendidas de las que no se hace partícipe al espectador, aportan un aliento buñuelesco enriquecedor.

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Volevo nascondermi (Giorgio Diritti, 2020).

Las dos películas italianas en competición oficial del 70 Festival de Berlín han compartido al actor protagonista: Elio Germano, quien tras encarnar a Leopardi (Il giovane favoloso, Mario Martone, 2014), aborda con una trabajada caracterización la biografía del pintor naïf Antonio Ligabue (1899-1965). El artista, que fue abandonado de niño, recorrió hospicios y vagabundeó en la llanura del Po viviendo como un ermitaño, asilvestrado, maltratado por sus semejantes, halló en el arte una vía de expresión y reconocimiento a su singular talento, tras su encuentro con el escultor Renato Marino Mazzacurati. La personalidad de Ligabue (nacido Laccabue) correspondió a un carácter doliente y atormentado, con secuelas físicas y mentales, y Volevo nascondermi, el filme de Giorgio Diritti, saca partido de un material altamente efectivo y efectista, con la suficiente contención para no convertirlo en un interruptor de emociones fáciles. El guion centra su primera parte en la alternancia de flashbacks a diferentes momentos de la infancia y juventud del artista, para explayarse después en el arranque y consolidación de su carrera. El paisaje rural y el paso de las estaciones juegan un papel importante en la elaboración del retrato del hombre marginado, ambientada exquisitamente en la recreación de más de cuatro décadas de historia de Italia, la película describe una biografía con suficiente sensibilidad para escapar de la sensiblería, construyendo al mismo tiempo un producto para llegar a las grandes audiencias.

Por su parte, Favolacce de Fabio y Damiano D’Innocenzo incurre en los suburbios romanos de casas adosadas y padres de familia wanabes, modélicos elementos de un zoo humano de moral raquítica, mediterráneas familias a lo Todd Solondz que son descritas a través de cuadros hiperrealistas y bizarros, donde los niños tienen un papel fundamental, como reflejo de los adultos y denunciantes de su tóxica crianza. Los roles se interpretan con pasión, lo grotesco en situaciones y personajes se sucede en una descripción impactante, donde lo hiperbólico no resta efectividad.

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First Cow (Kelly Reichardt, 2020)

La directora estadounidense Kelly Reichardt sedujo con First Cow, un sensible western intimista ambientado en la Fiebre del oro, que narra una original historia, basada en una novela de Jonathan Raymond, protagonizada por una pareja de  personajes bien dibujados: un repostero de Boston y un chino que se buscan la vida en la tierra prometida. Con un recorrido argumental mínimo, Reichardt consigue cautivarnos, crear tensión, emocionar y poner en perspectiva un nimio episodio de la intrahistoria —dentro de un período épico en la historia de Estados Unidos— desde la época actual. Reichardt plasma con realismo y sutileza la relación humana entre compañeros a priori bien diferentes, la exclusión social, el poder expresado a través del acceso a lo que se considera refinado en un mundo embrutecido, como puede ser el simbólico buñuelo de viento de este “ladrón de bicicletas” en medio de un embarrado campamento minero. First Cow ha sido una de las películas más deslumbrantes de la 70 Berlinale.

Todo lo contrario de lo que se puede decir de la última película de Sally Potter, también en sección oficial. The Roads Not Taken puede destacar por varios aspectos, todos negativos, como un guion errático y desnortado, que palidecen en comparación con la interpretación de Javier Bardem, una de las más bochornosas que recordamos. Elle Fanning se esfuerza en transmitir cuánto quiere a un padre que la abandonó y a quien tras un ictus cuida con devoción. Ningún sentimiento resulta verosímil, la desgana campa sin complejos y nos quedamos con el buen recuerdo de The Party, al menos un sobresaliente recital coral de actores.

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Undine (Christian Petzold, 2020).

Christian Petzold recurre en Undine al mito de la ninfa de los ríos, un tema que le viene como anillo al dedo dentro de su línea de amores difíciles o imposibles, azarosos, irracionales… Aquí cuenta con una excelente Paula Beer (Frantz, 2016) y con Franz Rogowski (Victoria, 2015), que ya trabajaron juntos para el director en En tránsito (2008), como pareja envuelta en pasión y misterio. La primera parte de la película, su planteamiento y la presentación de la protagonista, en la que recae todo el peso del filme, nos hacen esperar un desarrollo más profundo de una historia de amor y obsesión. El elemento mágico funciona aquí más como justificación de un comportamiento que como representación de un arquetipo actualizado,  donde reconocemos el estilo de Petzold, pero no en su mejor momento.

En Siberia, Abel Ferrara se pone trascendental en un filme metafísico que transita entre el amor y la muerte, la vejez  y la inocencia. Apoyado en la naturaleza más extrema, desde Siberia hasta el desierto, y sin embargo descontextualizado, el filme recorre en un viaje interior los tormentos de la mente y la conciencia, a través de un protagonista absoluto, su actor fetiche, y alter ego, Willem Dafoe, enfrentado a sus recuerdos, fantasías, conflictos sexuales y familiares. La sucesión de imágenes alegóricas y la potencia de los paisajes de un Malick colocado, sin el humor de un Lars von Trier capaz de reírse de sus propias neuras, convierten Siberia en un egotrip donde el director  (que fue diez años budista) cuenta de nuevo con su joven y bella esposa Cristina Chiriac y su hijita Anna Ferrara.

Berlin

There Is No Evil (Mohammad Rasoulof, 2020).

No podía faltar en Berlín una representación del cine iraní, que en la 70 edición ha correspondido a Mohammad Rasoulof, cuyo último filme Un hombre integro (2017), estrenado en el Festival de Cannes  obtuvo el premio de Un certain regard. There Is No Evil está estructurada en cuatro capítulos independientes con el común denominador del mismo tema: la pena de muerte. En el país que el cineasta tiene prohibido abandonar desde 2017, y donde no se estrenan sus películas, se ejecutaron más de 200 personas el año pasado, por tanto la elección de la pena capital como leit motiv alrededor del cual gira su filme es de una extraordinaria valentía. El planteamiento se aleja del clásico thriller centrado en la víctima, huye de narrar el proceso judicial, buscar la empatía con el reo y tampoco juega con el suspense del aplazamiento o indulto.

El arranque con la primera historia es brillante, cinematográficamente redondo en todos los sentidos, con una estructura dramática que nos deja en shock con su conclusión. Esta introducción, que sería un perfecto cortometraje, nos da la clave de lo que seguirá, porque uno de los aciertos de There Is No Evil es abrirse a diferentes puntos de vista desde los que abordar la pena capital. Los diferentes personajes que se ven implicados y, una vez más, su integridad y responsabilidad moral con que abordan las consecuencias y el impacto (o su ausencia) en sus vidas protagonizan sus historias bien en medio del tráfico de la gran ciudad, en un paisaje urbano acuciante, bien en la exigüidad de la prisión, el mágico paisaje brumoso de la montaña o la amarillenta llanura de reseca vegetación, pero siempre inmersos en un entorno significativo que ahonda en la impotencia o poéticamente contrasta con la culpa. Sin embargo, la que podría haber sido excelente película se ve lastrada por la irregularidad de sus historias, que la lleva a menos, sobre todo en el caso de la última.

PALMARÉS

Oso de oro

There Is No Evil (Mohammad Rasoulof, 2020).

Oso de plata Gran premio del Jurado

Never Rarely Sometimes Always (Eliza Hittman, 2020).

Mejor director

Hong Sangsoo por The Woman Who Ran.

Mejor actriz

Paula Beer por Undine.

Mejor actor

Elio Germano por Volevo nascondermi.

Mejor guion

Hermanos D’Innocenzo por Favolacce.

Mejor contribución artística

Jürgen Jürges por la fotografía de DAU. Natasha (Ilya Khrzhanovskiy, Jekaterina Oertel)

Oso de plata 70  Berlinale

Effacer l’historique (Delete History) de Benoît Delépine, Gustave Kervern.

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