Que vuelva la Pasarela del Carmen

Valencia necesita una semana de la moda aunque solo sirva para alentar las carreras de los futuros modistas valencianos.

Primero, dejamos marchar FIMI, el salón internacional de moda infantil más importante de España. Ahora, con la muerte de la VFW, las autoridades valencianas dan la espalda a otra industria cultural más de la capital del Turia. Y van… ¿cuántas?

Hubo un tiempo en que Valencia tuvo movida -musical y artística- y el sector audiovisual albergaba festivales de cine y hasta se reivindicaba como foro creativo y expositor de moda. Som referent repetía la publicidad institucional, mientras nuestros gestores repartían inversiones a diestro y siniestro y colocaban en el Backstage de la industria cultural valenciana a «amiguitos del alma», «señoras de» e «hijos de». Pensarían que advenedizos y palmeros iban a ser capaces de gestionar esos «asuntillos» menores que son el arte, la moda o el cine. Lo único que han conseguido es arrasar con el empleo, el talento y las ganas de todos los que nos hemos dedicado a estos sectores, sin los que una sociedad -en contra de lo que ellos creen- camina indefectiblemente coja e infeliz.

El backstage de la Pasarela del Carmen, cuando existía

Centrándome solo en la bajada de persiana de la anteriormente llamada Pasarela del Carmen, no defenderé que fuera un certamen de referencia, ni que estuviera a la vanguardia de nada. De hecho, hasta admitiré que dejó de ser mediáticamente interesante hace tiempo. Con todo, merecía la pena mantener sus dos ediciones anuales, aunque solo fuera por sentar a los alumnos de las escuelas de diseño en primera fila y hacerles confiar en sus posibilidades, darles aliento para pelear por su futuro.

El diseño de moda valenciano necesita regenerarse, que surjan nuevos nombres que tomen el testigo de los que llevan décadas siendo los diseñadores valencianos por excelencia: alguien que renueve la mediterraneidad de Montesinos, que cambie el pachuli de Presen y Lodares por un perfume genuino y fresco que no huela a socialité y reinas falleras, que confirme que un modista valenciano tiene futuro en algo más que el indumentarismo. Ojalá se propicie el regreso triunfal de la generación de Tonuca, Jaime Piquer, La Cantante Calva… Ojalá no solo Juan Vidal -que se lo merece- sea el único heredero posible de esta industria. ¿Por qué no intentamos que las marcas valencianas más consolidadas, como ya hacen Mango o Desigual en la 080 de Barcelona, patrocinen un salón de moda en esta ciudad? Que vuelva la Pasarela del Carmen y que lo haga con ese nombre provinciano que jamás debió perder, que se reinstaure aunque solo sea como celebración onanista de la creatividad valenciana en materia de moda.