¿Qué clase de conflictos morales, ideológicos, culturales, sexuales o sociales nos deparará la tecnología del mañana?
Siempre le ha costado al ser humano asumir que su capacidad intelectual y de expresión es limitada y que de hecho estas limitaciones se hacen patentes a diario. ¿Podemos explicar un color? No. ¿Podemos concebir el infinito? Qué va. ¿Entender la nada? En absoluto. De la misma manera, tampoco tenemos muy claros otros conceptos indudablemente básicos, como sin ir más lejos, la vida. ¿Soy un ser vivo? Sí, pero también soy una inmensa cantidad de ellos. Soy un lobby de la vida pensante, un cártel de organismos con intereses comunes. ¿Un virus es un ser vivo? En el colegio me enseñaron que solo si tiene un huésped; algunos expertos los califican como “organismos al límite de la vida”. ¿Si algún día creamos una inteligencia artificial con conciencia de sí misma, será vida? Muchos dirán que no, precisamente por aquello de “artificial”, porque es un ingenio producido por el ser humano, un producto. Pero nosotros somos un producto también, solo que de un mecanismo: la evolución.
El avance tecnológico siempre ha generado dilemas pero parece que las últimas fronteras que hemos alcanzado y las próximas que vendrán son de las que más dudas pueden llegar a generar. Es difícil creer que el ser humano vaya a dejar de probar algo por el hecho de que pueda desatar una tormenta filosófica. Imaginemos por un momento una serie de quimeras. ¿Qué tal la clonación? Pero clonación con transporte de nuestra mente y conciencia a la réplica joven. Y hablando de transporte, el teletransporte, ¿qué efecto generaría en determinadas zonas de la Tierra? Muchos lugares sin interés estratégico no volverían a ser pisados nunca jamás. Serían espacios vacíos de humanidad. Tal vez se convertirían en los mejores. ¿Impresoras 4D? Que impriman un objeto en un instante del tiempo concreto.
Un invento que promete, y que está a la vuelta de la esquina, son los cascos de realidad virtual con presencia en los hogares. Parece que tras años de oír hablar de ellos y casi tocarlos con la punta de los dedos, van a ser un hecho. No por nada Facebook ha comprado la empresa Oculus, desarrolladora de las gafas Oculus Rift, por 2.000 millones de dólares. ¿Y qué aplicación le viene a mucha gente a la cabeza a raíz de estas noticias? El sexo virtual, por supuesto. Mira unos ejemplos de experimentos llevados a cabo a estos efectos.
¿Qué es lo virtual? La RAE no lo deja nada claro. “Que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real”. O, “que tiene existencia aparente y no real”. Parece que volvemos a tener problemas para establecer una buena definición. El mundo virtual en que nos movemos en muy real. Habrá que revisar las definiciones. Tal vez estemos navegando en mitad de una vastísima virtualidad real anclados a nociones del pasado. ¿Qué es lo real? Tomémonos un respiro para decidirlo. Mientras, a ver qué te parece la situación que plantea el siguiente vídeo. No queda nada para que sea una anécdota escolar para contar en el patio. En el patio virtual, claro.
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