La Tierra no sólo está cada vez más tonta sino también más injusta. Apuntar a los Estados, a las empresas privadas o la nebulosa “responsabilidad de Occidente” es demasiado cómodo. ¿Y nosotros?: Что делать?
Hermosos y Malditas es un blog dedicado, sobre todo, a la crítica entusiasta, casi siempre diletante, de lo que, asumiendo un vocabulario mercantilista y ecos de Frankfurt, llamamos “productos culturales”. Hermosos y malditas es un espacio cultural, un parafraseo de Fitzgerald, un mar sin medusas. Mi profesión específica, no obstante, tiene que ver con la filosofía política y del derecho. ¿Filosofía especulativa de altos vuelos? No. Casi siempre sociología, meros hechos, historia de las ideas, a lo sumo.
Por ello, porque de nada sirve tener un planeta bello si es injusto, porque a menudo repetimos que este planeta es un lodazal impresentable (aunque echen de vez en cuando buenas películas) me siento concernido (comprometido me viene un poco grande) con la alarmante situación del mundo.
¿Qué hacer?
Creo que es posible convenir con el lector de El Hype en que la escandalosa desigualdad económica (el 1% de la población pronto contará con el 99% de la riqueza) y el deterioro medioambiental son los principales problemas de nuestra época. ¿Qué hacer?
Los derechos humanos (una propuesta de código de validez universal) son, junto al estado social de bienestar los mejores inventos de la humanidad.
Si me preguntaran qué derechos resumen mejor la hermosa naturaleza de ese catálogo de pretensiones legítimas que constituye la Declaración Universal de 1948 diría que son el derecho de asilo y el derecho a no sufrir en ninguna parte del mundo tortura ni malos tratos: justamente los dos que peor comenzaron el siglo XXI. ¿Qué hacer?
Los atentados del 11 de septiembre dejaron sin luz la cabeza con la que la Tierra de tanto en tanto siente y piensa. Tras el Patriot Act, los vergonzantes vuelos de la CIA, Abu Graib, Guantánamo, etc. constituyeron no sólo violaciones a lo que un filósofo norteamericano llamó a fixed point in the moral universe (la prohibición de la tortura) sino también un descenso de cientos de años en la reflexión sobre los límites que debemos poner a la brutalidad y a la tendencia al desvarío de los hombres. ¿Qué hacer?
En cuanto al asilo, el segundo hecho más escandaloso del siglo XXI lo constituye, sin duda, la mezquindad de la Unión Europea en relación con la acogida de refugiados sirios. La desigualdad crece de forma salvaje y el planeta está cada vez más feo. En casi todas partes se tortura, grandes corporaciones compiten con los Estados en insensibilidad y rudeza con el medio ambiente. ¿Las empresas privadas? Sí, creo que hay, al menos cuatro escándalos que tienen que ver con las corporaciones.
#1 Los intereses económicos de empresas privadas en el origen y desarrollo de las guerras: el negocio de la venta de armas, la profesión de la seguridad privada (ese eufemismo); la naturaleza comercial de la política exterior del gobierno de EEUU, los grupos privados de presión (lobbies). El caso de los refugiados no es explicable sin la pericia de las agencias privadas en crear espacios de brutalidad y de terror, ligada a la práctica de torturas que quedan impunes.
#2 Los desastres ambientales puntuales y prolongados que tienen como origen la actividad de empresas privadas: minería, empresas extractivas, pesticidas y fertilizadores, áreas deliberadamente empobrecidas por intereses económicos, depredación de la tierra y contaminación de las aguas. Una responsabilidad concreta más allá del nebuloso “cambio climático”.
#3 El acaparamiento de tierras: Landgrabbing. Expulsión de campesinos, desaparición de formas de vida y de estar en el mundo.
#4 El impacto de la desigualdad y del aumento de la asimetría personas/corporaciones en lo que toca a la efectividad de los derechos humanos: un informe de Oxfam denuncia que 62 personas tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial y que en España el 1% más rico de la población concentra más riqueza que 35 millones de personas. Paralelamente la inversión española hacia paraísos fiscales creció un 2000% en 2014.
¿Qué hacer?
Qué hacer? (en ruso Что делать? Chto délat?) es un tratado político escrito por Vladímir Lenin a principios de siglo XX. En él, Lenin presentaba propuestas concretas sobre la organización y la estrategia que debe seguir un partido revolucionario. El título se inspira en la novela homónima de Nikolai Chernyshevski escrita en 1862 y de enorme influencia en los revolucionarios rusos de la época.
Para mí, la pregunta ¿qué hacer? es una cuestión individual… personal y significa, sobre todo, cómo actuar, qué cosas hacer y dejar de hacer para que este mundo resulte menos irrespirable.
Aprovecho este rincón al este de Fitzgerald para proponer cuatro actitudes básicas que podrían minorar nuestra responsabilidad individual e irnos al cine más tranquilos:
#1 No votar a partidos políticos que atentan contra los derechos humanos, por ejemplo, en relación con la gestión de la crisis de los refugiados.
#2 No comprar productos de corporaciones que violan derechos humanos: La mejor página para identificarolos es Business & Human Rights .
#3 Apoyar con dinero o con trabajo a instituciones y ONG´s solventes: Médicos sin fronteras, ACNUR, Aministía Internacional o Human Rights Watch.
#4 Vigilarse continuamente a uno mismo: no para lograr la inalcanzable meta de hacer el bien sino por la improbable posibilidad de no hacer excesivo daño a los demás.
Hermosos: Activistas de los derechos humanos
Malditas: Empresas extractoras codiciosas
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