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¡Necesito que me abraces!

En Sin miedo, Juan, Lifestyle 6 octubre, 2014

Juan Solbes

Juan Solbes

PERFIL

Te conozco más por tus abrazos que por tus palabras. Reconozco tu madurez y tu experiencia cuando tus brazos me rodean. El tiempo del abrazo me habla de tu salud… emocional. La presión que ejerces, de tu actitud ante la vida.

Déjame que te explique lo que siento cuando te abrazo. Déjame expresarme cuando siento que abrazándote me abrazas. Déjame que te cuente qué sucede cuando se termina nuestro abrazo.

Te conozco más por tus abrazos que por tus palabras. Reconozco tu madurez y tu experiencia cuando tus brazos me rodean. El tiempo del abrazo me habla de tu salud… emocional. La presión que ejerces, de tu actitud ante la vida. ¡Ese dejarte y abandonarte cuando me abrazas!… es de una confianza exquisita. La ausencia de tensiones posturales… de tu equilibrio con la polaridad. Esa estabilidad de tu abrazo… del desarrollo de la humanidad al que contribuyes. La apertura de tu cuerpo y de cómo me recibes… de tu ilusión y tu alegría.

Y podría seguir contándote de tu dominio del eje del abrazo, del reparto del peso, del balanceo, de la libertad de movimiento que me permites mientras siento ese abrazo, de la comodidad al cerrar los ojos, del suspiro que emerge, de la sonrisa que se marca en mis labios, de cómo siento el latido de tu corazón….. ¡de tu aroma y de tu perfume!

Lo mejor del abrazo es el encuentro. No es un saludo con palmaditas en la espalda al que tantas veces estamos acostumbrados, no. Me siento cercano, apoyado y recibo lo que sientes. Me relajo profundamente. Mi corazón se tranquiliza, reduce su ritmo para acoplarse al tuyo y no distingo cuál es de quién. Mi respiración juega con la tuya y tu abdomen detecta cuando inspiro en tu cuerpo para empujar despacio la siguiente espiración. Hasta que te vas, te separas… y el frío ambiente sustituye ese calor existente, ese vacío que llega cuando es el aire el que pasea entre nosotros… pero esa mirada, de agradecimiento, de complicidad… inmortaliza ese gran momento.

Y sigo viendo que el contacto físico escasea en un mundo de dificultades y deseos. Sigo experimentado rechazos cuando ofrezco un abrazo cordial y sincero. Detecto el miedo a la invasión que provoca un simple contacto corporal… Escucho las palmadas en la espalda y observo el espacio que se crea para no rozar, en lo posible, zonas imposibles.

Pero si los abrazos puede disminuir el apetito, combatir el insomnio, reducir la tensión y alentar el altruismo y la autoestima… dice Kathleen Keating. Además, no solo segregamos oxitocina, también se libera serotonina y dopamina; sustancias que por lo general nos ofrecen una agradable sensación de bienestar, armonía y plenitud… nos dice Lía Barvery.

Y en la inmediatez del abrazo, podemos salir de la soledad y del aislamiento. Los abrazos elevan la autoestima, facilitan desbloqueos físicos y emocionales, permiten integrar cuerpo, mente y emociones, estimulan la gratitud, despiertan la creatividad, impulsan actitudes positivas, proactivas, devuelven la ilusión, la alegría y el buen humor… y me permiten decirle a las personas a las que quiero, todo lo que pueda meter en ese abrazo… ¡sin palabras!

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