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Marsala is the new black

En Lifestyle lunes, 19 de enero de 2015

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

Hasta el 31 de diciembre, un rojo entre pardusco y avinagrado se impone en moda, interiorismo, diseño gráfico y, como sigamos así, hasta en el packaging de las magdalenas.

En 2015, Pantone nos invita a ver la vida de color granate insulso. En años anteriores, la saturación había dominado el abanico arcoiris y los naranjas, los turquesas y los violetas habían sido los monarcas de ese reino multicolor donde habitan todos los tonos del universo.

No voy a poner en cuestión la decisión de los ejecutivos de la empresa estadounidense, autoridad de referencia en esto del color, solo opino que el elegido es un poco deslavazado, un valor demasiado seguro.

Contorsionista se retuerce entre tonos grana

Contorsionista se retuerce entre tonos grana

Aunque hubo años que se decantaron por el beige o el celeste, los bribones de Pantone han manifestado siempre una descarada querencia por los turquesas y los rojos. De hecho, la mayoría de los colores coronados han brillado por su suntuosidad, su generosa saturación y sus nombres amanerados, dignos de una drag queen voluptuosa: Lirio de Tigre (2003), Iris Azul (2008), Mandarina Tango (2012) o el recientemente destronado Orquídea Radiante (2014).

En cambio, el Marsala, aunque afirme que su nombre procede del vino siciliano, en realidad se llama como esa amiga aburrida que todos tenemos -Mar Sala, con perdón a las así bautizadas- y es, como ellas, soso hasta decir basta.

¿Por qué no me entusiasma? Porque no es ni masculino ni femenino, es demasiado ambivalente. Ya se han encargado en Pantone de ensalzar lo bien que combina con todo. Además, ahora, cualquiera que se enfunde algo granate se va a reivindicar como el más moderno de su escalera y por ahí no paso. Al Marsala lo encuentro fuera de época. Su éxito y el de sus primos en la gama de los vino se remonta al 2000 cuando, combinados con gris marengo, los grana asaltaron el armario masculino y los machotes se atrevieron a comprarse una camisa de ese color en su Springfield más cercano.

Bodegón repostero-etílico-costurero

Bodegón repostero-etílico-costurero

Con los años, esta paleta se ha convertido en un básico más, otro neutro juntos a los tostados, los marinos y los grises. El borgoña es ese color todoterreno y levemente elegante, que igual da para un conjunto en negro o en marrón, para la noche o el día. En definitiva, reivindicar este carmesí paliducho me parece tan osado como defender la frescura del blanco.

Le auguro breve recorrido a este comeback. Otros colores “rompedores en su momento” como el naranja o el morado, han acabado cayendo en desgracia y hoy sobreviven travestidos bajo la apariencia del coral o el lila.

Y para legitimar mis posiciones, a ver si el granate figura como color al que cantar en este clásico de la canción melódica.

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