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“Los ángeles de Charlie”: la pereza hecha cine

En Cine y Series martes, 3 de diciembre de 2019

Javi Cózar

Javi Cózar

PERFIL

Era muy complicado, pero muchísimo, que un reboot/remake/loquesea de la franquicia Los ángeles de Charlie saliera peor que las dos películas que dirigió… no, perdón, que perpetró McG en 2000 y 2003. Lo advierto de entrada para que mi relativa tibieza al hablar de esta nueva Los ángeles de Charlie que ha dirigido Elizabeth Banks no se interprete como aquiescencia. Simple y llanamente: por un lado, la realización de McG era penosa, propia de alguien sin ideas más allá de las que dicta el merchandising del producto. Y, por otro lado, pocas veces se ha visto en la misma película tan poco talento interpretativo: entre las aptitudes profesionales de Cameron Diaz, Lucy Liu y sobre todo Drew Barrymore no les da ni para compartir un premio Razzie entre las tres.

Bien, ya lo he dicho. Hablemos ahora de esta nueva iteración de aquella serie que se emitió entre 1976 y 1981 y que, vamos a ver, podía resultar atractiva para la época al ser una novedosa versión femenina del ideario argumental de las películas de James Bond hecha para ser disfrutada en el sofá de casa, pero no justifica ni mucho menos las dos reencarnaciones (diabólicas, en efecto) de McG y, ahora, una tercera parte de aquellas dos disfrazada y vendida como reboot. Lo de tercera parte, por cierto, se darán cuenta si son lo suficientemente incautos como para ir a verla, porque en una escena al principio de la película se nos indica de manera sutil que transcurre en el mismo universo espaciotemporal que la serie original y que las dos abominaciones de McG.

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

Este nuevo Los ángeles de Charlie comienza con una de estos ángeles diciéndole a un supuesto ligue: Una mujer puede hacer de todo. Sintomático abrir la película con esta frase. Sintomático de esa estúpida necesidad tan hollywoodiense del subrayado, como si tuvieran miedo de que el espectador no entendiera sus películas —salvo excepciones, hasta un escarabajo las puede entender. No basta con saber que este blockbuster cargadito de espectaculares set pieces de acción está dirigido por una mujer, y que las protagonistas absolutas son tres mujeres, y que los hombres quedan relegados a un mero papel de villanos o de comparsas. No, el mensaje de igualdad de género no queda suficientemente claro. Hay que abrir con esa frase.

Bien mirado, es una advertencia sutil porque establece el tono de lo que va a ser la película. Y lo hace con bastante precisión, he de admitir, porque lo que viene en las posteriores e interminables casi dos horas de metraje es igual de innecesario que esa primera frase. Para empezar, porque en esta ocasión más que nunca se les ha ido la mano con el tono jamesbondesco: tan indisimulado es el pseudo plagio que ahí están para el que las quiera ver las marcas de la casa patentadas a lo largo de seis décadas por el personaje creado por Ian Fleming. Entre las más destacadas, un saltimbanquismo desmesurado alrededor del mundo por escenarios de lo más exóticos, o esa escena pick-your-weapon tan clásica y tan ligada a las aventuras de Bond, James Bond.

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

Tampoco sería un crimen parecerse al agente 007 si no fuera porque, más allá de eso y del potente mensaje feminista —este sí, más necesario que nunca en los tiempos que vivimos—, Los ángeles de Charlie aporta bien poco al imaginario de la franquicia, no digamos ya al mundo del cine en general. La película intenta hacer gracia, casi siempre a través del personaje de Elena, típica pardilla cuya vida entra de lleno en un mundo de espías sin fronteras del cual es ajena por completo. El del personaje corriente atrapado de repente en un torbellino de acción es un recurso facilón usado en numerosas ocasiones, es cierto, pero funciona… al menos, en algunos momentos de la película, especialmente en la primera mitad. Luego Elena da un paso adelante (como no) con vistas a ese final tan evidente desde el minuto uno, y de repente la patosa es capaz de librarse ella sola de un grupo de fornidos matones, y ahí la película ya no tiene tanta gracia.

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

Mucho mejor interpretada que las de McG, aunque sin desbordar tampoco los límites de la simple corrección, hay que reconocerle tanto a Kristen Stewart como a Ella Balinska y a Naomi Scott, que se aproximan a sus papeles con desenvoltura. Mención especial aquí para Stewart, francamente divertida en su rol de la gamberra del grupo. Mucho más mediocre es la intervención de la propia directora, en un papel que pretende engañar al espectador, aunque a poco que uno haya visto un par de películas de este tipo el engaño resulta totalmente absurdo. Patrick Stewart, que es un grandísimo actor, está aquí de vacaciones pagadas, así que nada que comentar a este respecto.

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

Si las interpretaciones no entorpecen (demasiado) el visionado de Los ángeles de Charlie, más molesta resulta esa infantilización de las escenas de acción. Sin llegar a lo absurdo de las películas de McG, en las que Barrymore impuso que no se usaran armas de fuego, la verdad es que aquí no se dispara mucho más. La acción es blanca, sin muertes en primer plano ni uso de la sangre. Ya saben, cuanto más dinero hay en juego más inocua ha de ser la violencia, no sea que, y ahora me estoy refiriendo a Estados Unidos, nos pongan una calificación que deje fuera de la sala al demográfico al que va dirigida la cosa, es decir, niños y chavales de 10 a 16 años. En realidad, es tan cándida la película en este aspecto que, cuando al final uno de los villanos muere empalado, el pedazo de plástico blanco que lo ha atravesado por la mitad luce prácticamente inmaculado. Esa misma escena en manos de alguien como, pongamos por caso, Neil Marshall, habría lucido muy diferente, se lo aseguro.

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

De lo demás, poco que destacar, al menos de positivo. Lo de siempre en cuanto a realización, es decir, carencia absoluta de iniciativa propia en cuanto a la elección del tipo y tono de plano, todo trillado y pensado desde el departamento de marketing para el lucimiento de las tres estrellas de la función. Lo de siempre en cuanto a guion, es decir, una trama realmente absurda que se resuelve como un puzzle para niños de cuatro años y que abunda en los clichés del género: ahí están el topo, el falso traidor, la chica aparentemente ruda que demuestra al final tener sentimientos y lagrimilla, y así hasta el infinito y más allá. Y lo de siempre en cuanto a ambientación musical, es decir, una horripilante selección de majaderías de actualidad vomitadas sin criterio alguno y sin el menor sentido de la narrativa cinematográfica, molesto ruido de fondo puesto ahí solo para aumentar las reproducciones en Spotify. Ay, qué lejos quedan aquellas gloriosas bandas sonoras de los años 80 en las que cada canción cumplía una función específica dentro de la trama…

Los Ángeles de Charlie (Elizabeth Banks, 2019)

Conclusión: Los ángeles de Charlie à la Banks es una cinta mediocre, no cabe ninguna duda de ello, pero ni es tan ofensiva como se ha venido escribiendo estos últimos días en redes sociales ni, por supuesto, es tan insultante como las dos de McG. ¿Innecesaria? A tope. ¿Manida y redundante? A cholón. Pero eso no la sitúa necesariamente en el disparadero de las peores películas del año.

Los ángeles de Charlie es solamente otra mediocridad más como las que Hollywood fabrica de manera habitual y constante. Abstenerse pues los que busquen ideas frescas a las que hincar el diente. Los demás también podrían abstenerse y no se perderían nada, eso es cierto, pero en fin, allá cada cual con su dinero.

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