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Las claves de la canción del verano

En Música 30 junio, 2019

Aníbal Moltó Barranco

Aníbal Moltó Barranco

PERFIL

La llegada del verano no sólo es ciertamente el comienzo de una nueva etapa metereológica. En nuestra vida diaria podemos ver numerosos indicios del cambio de estación. Anuncios de fármacos contra catarros dan paso a cremas de protección solar y bebidas calientes  a helados y refrescos.

Pero si hay un indicador inequívoco de la llegada del estío, ese es sin duda la canción del verano. Temas musicales tan pegadizos como machacones resuenan día y noche en la radio, las discotecas, la televisión e incluso en las redes sociales. Son canciones que ganan tanto el odio como el amor del público, pero que son indudablemente grandes hits del momento. Se trata de canciones que, a pesar de su sencillez tanto técnico-musical como temática, constituyen éxitos garantizados. Pero ¿en qué radica su gloria comercial? ¿A qué se debe su popularidad? En este post ofrecemos un análisis de este fenómeno musical tratando de definir las características y razones de su éxito.

Melodías pegadizas

No debe ser muy elaborada ni debe tener una gran profundidad técnica. Melodías repetitivas dotadas de armonía sencilla y un ritmo básico que invita a bailar son elementos clave de estos temas. El resultado obtenido es hits que se adhieren a la masa cerebral como una lapa. Incluso personas con problemas de memoria son capaces de tararearlas con apenas oírlas un par de veces. A la hora de valorar la musicalidad de la canción del verano hay ante todo dos ideas básicas a tener en cuenta, ni rupturismo musical ni mensajes profundos o complejos.

Canción del verano

Show bussiness y canción del verano son elementos que van siempre de la mano, por tanto el objetivo será siempre obras lo más mainstream posible. Es otra de las cosas buenas que tiene la canción del verano, que se puede crear un tema de éxito sin necesidad de grandes esfuerzos intelectuales y/o técnicos. Es más, con los avances de la tecnología, se puede crear la maqueta con un ordenador, empleando los programas informáticos pertinentes.

 

Sí, es verano

 

La llegada del verano se espera con enorme entusiasmo, durante la travesía del invierno, evocamos con una mezcla de melancolía y añoranza los momentos pasados del verano. Esperamos el estío con un sentimiento similar al que experimentaría Ulises al  llegar a su querida Ítaca. Y es justamente esta ansia la que debe plasmarse en las letras de las canciones veraniegas.

El ejemplo más representativo es la canción El verano ya llegó cuya letra deja clara machaconamente la llegada del solsticio. No obstante, no es necesario que todo sea tan explícito. Se puede emplear expresiones relativas al campo semántico del verano, tales como: calor, barbacoa, playa, sol, fiesta, sur… Con ello se conseguirá despertar e inspirar al público oyente, infundiéndole un  espíritu alegre y optimista, tan propio del estío.

 

Toques de sensualidad y erotismo en la letra

Sonia y Selena no erraban cuando en su famosa canción decían: cuando llega el calor, los chicos se enamoran. Desde luego, las altas temperaturas despiertan en el ser humano un apetito sexual superior al de la media anual. Y existe una razón fisiológica, el calor del sol activa la producción de oxitocina (la hormona del placer) a través de las células de la piel. Al mismo tiempo, la luz solar estimula la hipófisis, liberándose de este modo otras hormonas sexuales, entre ellas la testosterona, que, en el caso de los hombres, incrementa su virilidad, garantizando así una mejora en las relaciones sexuales.

En definitiva, sexo y verano son elementos indisociables. Por ello, una canción no puede ser veraniega si no contiene en su letra cierta dosis (más o menos moderada) de erotismo. Por supuesto, la letra puede ser subida de tono, pero hasta cierto punto. Hablamos de erotismo, no de pornografía. Lo sugerente  vende más, y despierta el apetito carnal de manera progresiva. Un ejemplo paradigmático sería la letra de Despacito de Luis Fonsi, en la que emplea perífrasis y circunloquios como quiero desnudarte a besos despacito o que le enseñes a mi boca tus lugares favoritos.

Aunque no todo son sugerencias, ahí está Raffaela Carrà con su tema Hay que venir al sur, donde se indica sin pelos en la lengua en qué regiones se llevan mejor a cabo las relaciones sexuales. También Los Rodríguez destacarían por esta tendencia hacia lo moderadamente erótico con su canción Mucho mejor. A veces lo claro y cristalino es muy bienvenido.

Coreografías bailables hasta por el más patoso

Los que no somos precisamente hábiles en el noble arte de la danza, esperamos con ansia que el DJ ponga la canción del verano en la discoteca. Y es que estos temas estivales ganan en popularidad, principalmente, por la enorme sencillez de sus bailes. Sólo hay que pensar en lo perfectamente viable era el baile de la Bomba: mano a la cabeza, mano a la cintura y movimiento sexy. O por qué no hablar del Aserejé, a cuya melodía acompañaba una sencillísima combinación de movimientos de manos y brazos. Este último tenía además la ventaja de que no requería movimiento de cadera, lo cual lo hacía apto tanto para individuos lesionados, como para aquellos que no tuvieran ni un ápice de ritmo en las venas.

Pero si hay un tema icónico en el mundo de los bailes fáciles, ése es La Macarena. Esta canción de Los del río se convirtió en todo un fenómeno de masas hasta el punto, de componerse una versión inglesa. La danza puede resultar confusa al principio, luego, con un poco de práctica, se lleva a cabo a la perfección. Este carácter moderadamente complejo hizo de este baile uno de los más internacionalizados de la historia.

Letras poco elaboradas y repetitivas

Seamos claros, cuando hablamos de canción del verano no buscamos canciones protesta ni música alternativa. Si es música fácil de bailar, la letra también debe ser fácil de recordar. Los temas musicales del estío buscan con un instinto voraz el éxito de ventas y la reproducción recurrente. Por lo tanto, necesitan una canción cuya letra pueda ser fácilmente asimilable en el recuerdo. Es especialmente recomendable que tenga una palabra clave repetida con frecuencia.

Georgie Dann y King África fueron grandes maestros de la lírica musical en esta materia. Sus respectivas creaciones La barbacoa y La bomba contaban con letras que repetían la palabra clave una y otra vez. Con insistentes reproducciones en los medios, sus letras repetitivas y excesivamente simples consiguieron adherirse a la corteza cerebral del público.

Pero si hay un grupo que no invirtió el mínimo esfuerzo en elaborar su letra, ese fue Mystic con su éxito de 1986 Ritmo de la noche. Una canción que, pese a su larga duración (4 minutos) es muy sencilla de aprender, pues consiste únicamente en en repetir tres frases en bucle. ¡Éxito asegurado!

Canción del verano

Estribillos ininteligibles

Aunque a simple vista pueda resultar chocante, cuanto más raro y carente de significado sea el estribillo, mayor será la capacidad de memorización del mismo. Las letras que parezcan extraídas de idiomas desconocidos aumenta la curiosidad del oyente por la canción. Permite así que se esté más abierto a asimilar cada unas de sus palabras. Ejemplo de ello fueron las Ketchup que nos ofrecieron el Aserejé y Shakira con el Waka Waka, letra que tomó de un canción tribal.

Pero no sólo en España triunfan las canciones con lenguaje extraño para los nativos. En Estados Unidos, la Macarena de Los del río se convirtió en todo un hit. Fue tal el éxito de esta canción, que incluso se convirtió en himno oficial de la candidatura de Bill Clinton. Eso sí, es más que dudoso que los estadounidenses fueran capaces de captar alguna palabra más allá de la de Macarena.

Estos estribillos ininteligibles, pueden ser incluso efectivos a la hora de introducir mensajes subliminales. Este es el caso de la la canción de los Simpson Drop da bomb, orientada al reclutamiento masivo de jóvenes para la marina. ¡aniram al ne etatsila!

¡Viva la fiesta!

Ante la proximidad de las vacaciones, tendemos a plantear una serie de objetivos. La frase yo en verano aprovecho para… es una expresión recurrente que empezamos a escuchar tanto en mayo como en junio. Leer, ver películas, escuchar música, tocar un instrumento son, entre otras cosas, las actividades más populares.

No obstante, como los propósitos de año nuevo, los proyectos veraniegos quedan en agua de borrajas, pues el tiempo libre se invierte en el chiringuito, la discoteca y la playa. El espíritu fiestero te invade, compensando de alguna manera la falta de ocio sufrida durante el invierno. La dualidad fiesta-playa se convierte, durante tres meses, en un estilo de vida. Y como no podría ser de otra manera, las canciones del verano deben ser reflejo de ese sentimiento. Sus letras incluyen palabras como ritmo, bailar, noche, fiesta, música, radio, canción, alcohol… Al evocar el alma de la fiesta, trasladan al oyente directamente a la atmósfera de vacación y juerga.

La reciente Súbeme la radio de Enrique Iglesias es un gran ejemplo. Mediante un estilo moderadamente poético, alude a las emociones que experimenta un joven fiestero cuando suena su canción favorita, embriagado por los efectos del alcohol y la magia de la noche. Otro tema paradigmático es el de Yo quiero bailar, que resume uno de los fundamentos básicos de las veladas veraniegas: bailar hasta caerse durante toda la noche.

Extra: el gusto por lo esperpénticamente obsceno

Recientemente, ha surgido una serie de «artistas menores» que ofrecieron temas propios que aspiran y aspiraron a ser canciones del verano. Se trataba de productos de bajo presupuesto y limitados medios de producción. Estos temas reunían todas y cada una de las características que se han señalado a priori. No obstante, mostraron una serie de rasgos únicos, convirtiéndose en fenómenos de lo más atípicos dentro de este género.

Su estilo, tanto musical como visual, opta por lo esperpéntico, lo banal o lo cañí, rompiendo parcialmente con las tendencias establecidas tradicionalmente por las canciones veraniegas. Sus letras, coreografías y vestuarios revelan una clara intención de romper con la acostumbrada sutileza de estos temas. Sus mensajes son, por lo tanto, más obscenos, directos y frívolos. Esto es, en definitiva, una intención inequívoca de cambiar y reorientar los pilares básicos de la canción del verano.

Ejemplos de esta nueva tendencia son Leticia Sabater, que cada año brinda un nuevo tema veraniego o el dúo surgido de la fragua de Mediaset, Jirafa Rey y La Pili con su canción Cómeme el donut, cuyo videoclip ya cuenta con más de siete millones de visitas en YouTube. Hasta ahora, esta vertiente tiene una consideración un tanto marginal dentro del género. No obstante, se deberían tener en cuenta, porque no sabemos si el público en el futuro cambiará de preferencias. Tenemos todo el verano para averiguarlo…

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