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«Andor»: las entrañas de «Star Wars»

En Cine y Series 8 diciembre, 2022

Aníbal Moltó Barranco

Aníbal Moltó Barranco

PERFIL

Andor, la nueva serie de Star Wars, debe su título a su protagonista, Cassian Andor, uno de los principales héroes de la antológica Rogue One (Gareth Edwards, 2016), aquel spin-off que no dejó indiferente al público warsie por su estilo marcadamente rompedor a la hora de presentar el universo ficticio de George Lucas. La serie está protagonizada por Diego Luna, quien ya dio vida a este personaje en la mencionada cinta  y ambientada en la Era del Imperio, concretamente cinco años antes de la Batalla de Yavin.

El creador de Andor, Tony Gilroy, uno de los guionistas de Rogue One, ha sido el fichaje más acertado para la dirección de este proyecto televisivo, con una notable experiencia dentro del cine de acción, ya que es responsable de las tres primeras cintas de la saga de Jason Bourne.

A pesar de su sencillo título, que sugiere una trama en torno a la historia de este rebelde, lo cierto es que esta se sustenta en dos pilares argumentales, el primero, la epopeya de Cassian Andor, en la que el futuro oficial de la Alianza se enfrentar a una serie de experiencias que irán marcando su carácter, haciéndole evolucionar de crítico de medio pelo, a rebelde convencido y comprometido hasta la médula.

Andor

Diego Luna como Cassian Andor.

Por otro lado, está la crónica de la lideresa rebelde Mon Mothma (Genevieve O’Reilly), un personaje clave dentro de la historia de la Guerra Civil Galáctica, que, sin embargo, contó con una presencia muy efímera en las películas, reduciéndose a una brevísima presencia de apenas dos minutos de metraje en El retorno del jedi (Return Of The Jedi, Richard Marquand, 1983). Si bien se intentó reivindicar su figura en La venganza de los sith (Revenge Of The Sith, George Lucas, 2005), volvió a caer en el anonimato cuando se decidió eliminar su escena del montaje final y hubo que esperar hasta 2016, con el estreno de Rogue One, para ser testigos de su regreso. Finalmente, a pesar de su limitada presencia en pantalla, este film le conferiría la importancia que realmente merecía.

Con Andor, la saga galáctica salda su deuda con este personaje, dotándola de una subtrama propia, en la que se relata cómo la senadora urde una red de intrigas palaciegas para construir el entramado político que pondrá definitivamente fin al régimen de terror de Palpatine. En dicha subtrama se aprecia la mano de otro de sus guionistas, Beau Willimon, todo un experto en el drama político,  que ya dió muestras de su habilidad en este género con House Of Cards.

Esta dicotomía argumental resulta muy interesante para la saga, ya que supone el triunfo en aquello que fracasó Lucas en las precuelas. En La amenaza fantasma (The Phantom Menace, George Lucas, 1999) el director introdujo una subtrama política que resultó profundamte soporífera y carente de interés, en un noble intento de dotar a su trilogía de originalidad, constituyendo todo un lastre para el avance de la historia y generando en el público, además, un desesperado deseo de combates de espada láser y  tiroteos. Este frustrado intento de incluir el drama político en la franquicia hizo del primer episodio de las precuelas uno de los más tediosos de la saga.

Andor

Genevieve O’Reilly como Mon Mothma.

Andor, presenta sin embargo, un buen equilibrio entre la acción y el suspense político-palatino. Los complots palaciegos resultan interesantes y, además, no fagocitan en exceso la historia, logrando crear una buena armonía argumental. Además, este planteamiento dota de un gran realismo a la historia, ya que supone un retrato de la guerra de lo más creíble y acertado. La serie, a través de un relato que evoca las historias de la Résistance francesa y las conspiraciones  de los Tudor, pone de manifiesto una realidad histórica: las guerras no se deciden solo en las trincheras, sino también en los despachos.

El realismo no solo se aprecia en el planteamiento de la historia, sino también en la presentación y desarrollo de sus personajes. Al igual que en Rogue One, la serie busca el fin de los arquetipos, y así todos los individuos presentes muestran una serie de virtudes y una gran cantidad de defectos, buscando humanizarlos lo máximo posible. Los héroes son grises y, en ocasiones, hipócritas, mientras que los villanos resultan estirados, ambiciosos y fanáticos. La serie escapa de los estereotipos, dotándoles de personalidades que resultan de lo más contenidas, a veces incluso insulsas, con el fin de mostrar el lado más oscuro de ambos bandos: protagonistas imperfectos y anónimos o seres abyectos, retorcidos y advenedizos que hacen funcionar una maquinaria mucho más grande que ellos mismos.

Andor es pues un relato pausado y gradual en el que se muestra el universo ficticio de Star Wars como nunca antes se había hecho, y en el que, tomando como referencia a Rogue One, se ponen al descubierto las entrañas de su universo, mostrando elementos nunca antes vistos. Explora rincones inéditos, haciendo al público descubrir otros espacios, ámbitos hasta ahora desconocidos de la saga de George Lucas. De esta manera, por primera vez en la historia de la franquicia, vemos burdeles, centros penitenciarios o el perverso mundo buracrático imperial.

Todas estas novedades van aderezadas con una espectacular ambientación cyberpunk, que recuerda a grandes cintas de la ciencia ficción como Blade Runner (Ridley Scott, 1981) o THX 1138, el primer largometraje de George Lucas. Este recurso dota a Star Wars de un aire distópico, acentuando aún más el terror que inspira el monstruoso régimen dictatorial del Imperio Galáctico, una perspectiva que muestra el lado más crudo del mundo Star Wars, y que hace de Andor una de las producciones más adultas y maduras de la saga.

Andor

Andor en la prisión de Narkina 5, una estética que rinde homenaje a THX 1138.

No obstante, a pesar de la evidente y atrevida intención de sorprender e innovar dentro del mundo Star Wars, la serie no viene exenta de deficiencias y defectos. El empeño en ofrecer un relato pausado y dosificado hace que, en ocasiones, resulte algo pesado y lento, requiriendo los capítulos estar más concentrados y ser más directos en sus objetivos. A ello hay que añadir una serie de tramas menores introducidas de manera forzada, que no logran conectar con la historia central, lo que las convierte en una traba para el desarrollo argumental.

 Andor es una de las mejores producciones de Star Wars que ha presentado Disney hasta el momento y, sin lugar a dudas, su mejor serie, pues a pesar de sus imperfecciones, goza de capacidad suficiente para mantener a la audiencia pegada a la pantalla. Comparándola con sus predecesoras,  The Mandalorian fue un simple compendio de pequeñas aventuras cuyo éxito dependía, en gran manera, del fan service, mientras que El libro de Boba Fett arriesgó más que su predecesora y logró innovar con su temática, aunque también se encontraba sometida al yugo de la nostalgia fan y, finalmente, Obi-Wan Kenobi resultó un proyecto fallido cuya mediocre dirección lo aproximaba más al estatus de fan fiction que de superproducción de Lucasfilm y Disney.

Siendo Star Wars una franquicia manida y explotada hasta el agotamiento, lo que necesitaba para seguir sorprendiendo era una ficción que le permitiera evolucionar por sí sola, rompiendo con las cadenas del pasado. Debía explorar y extender su universo, buscando innovar y ampliar horizontes. Andor lo consigue, ya que pretende mostrar nuevos elementos, mediante perspectivas más originales, siempre respetando el legado que su creador dejó para la posteridad.

Dirigir una película o una serie de Star Wars que se rebele contra el fandom tóxico constituye todo un acto de valentía y Andor se atreve, convirtiéndose no  solo en un soplo de aire fresco para la saga de George Lucas, sino también en una promesa de optimismo para los amantes de lo novedoso.  Los fans simpatizantes del rupturismo hicimos bien en no perder la esperanza, al fin y al cabo, como dicen en Rogue One, las rebeliones se basan en la esperanza.

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