A finales del siglo XIX y principios del XX, la cocina se transforma en el epicentro del hogar; hasta entonces se encontraba distanciada de la vivienda y estaba atiborrada de muebles y cachivaches. Pero la introducción de la electricidad y la adopción de la plomería empiezan a transformar las cocinas en un lugar cómodo donde las familias y amigos se reúnen para cocinar, comer, charlar y descansar.
En esos años, cada vez más mujeres trabajan y necesitan soluciones de cocina que sean prácticas y eficientes. Se crea así el llamado triángulo de trabajo, en el que los fogones, el fregadero y el frigorífico están dispuestos para evitar desplazamientos innecesarios.
En 1902, la revista estadounidense House Beautiful describe como debería ser la cocina ideal del futuro: Algo parecido a la cocina de un vagón de tren Pullman, a la cocina de un yate, a un laboratorio y con la limpieza de una consulta médica. Quedémonos con el párrafo porque va a hacer historia.
Las mujeres toman el mando
Tradicionalmente, el papel de la mujer en la sociedad se ha visto reducido al cuidado de la familia con escasa o ninguna repercusión fuera del ámbito doméstico. Pero si fijamos la vista en los años 20 del siglo pasado tendremos una amplia perspectiva sobre la manera en la que las mujeres manejaron los avances sociales de la época.
Muchas de estas mujeres formaban parte de la burguesía ilustrada pero, incluso en estas condiciones, tuvieron que luchar contra la discriminación y el sexismo para hacerse un nombre en la industria. Sin embargo, sus inventos en lo relacionado con la cocina han mejorado la vida de millones de personas en todo el mundo. Esta es una selección del grupo más conocido:
Sarah Guppy, de Birmingham, Reino Unido (1770-1852). Sus numerosos inventos relacionados con la cocina y el hogar incluyen una tetera que a la vez que hierve el agua pueden cocer huevos al vapor y es la primera tostadora de pan. También inventó una campana extractora de humos, el sistema de rociadores contra incendios, una cama para que las mujeres hagan ejercicios, y un nuevo tipo de candelabro que permitía un mejor aprovechamiento de las velas.
Margaret Knight, de York (Maine) EEUU (1838-1914). Su invento más conocido data de 1871 y se trata de una máquina que doblaba y plegaba automáticamente bolsas de papel de fondo plano; Un tipo de bolsa que aún se utiliza sobre todo en comercios de alimentación y que ha regresado a la calle tras el abuso de los plásticos.
Josephine Cochrane nacida en Ashtabula (Ohio) EEUU (1839- 1913) es la inventora que diseñó y patentó un lavavajillas manual en diciembre de 1886. El invento consistía en una rueda de madera colocada sobre una tetera de cobre. Un motor hacía girar la rueda mientras agua caliente y jabón rociaba los platos.
Mary Engle Pennington, de Nashville (Tennessee), EEUU (1872-1952). Es pionera en la conservación y transporte de alimentos perecederos. Desarrolló los estándares para el procesamiento seguro de pollos criados para el consumo humano. Dedicó su carrera al estudio de la refrigeración y su aplicación a la frescura y seguridad de los alimentos.
Florencia Parpart, nacida en Hoboken (Nueva Jersey) EEUU (1873-1930). En 1900 obtuvo su primera patente de una máquina barredora de calles. Pero su gran descubrimiento lo presentó en 1914 y fue el primer refrigerador eléctrico, precursor directo de la nevera actua. También inventó un dispositivo de limpieza de ventanas, que patentó en 1916.
Lillian Gilbreth, de Oakland (California), EEUU (1878-1972). Una ingeniera y madre de 12 hijos que inventó el cubo de basura con pedal. Inventó también la batidora eléctrica y los estantes en la puerta del refrigerador.
Virginia Holsinger, de Washington (1937-2009). Miembro del Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Su investigación sobre enzimas y digestión contribuyó a la creación de nutritivos sustitutos de la leche en polvo que se utilizaron para ayudar a sustentar a los soldados en el campo de batalla y a las personas que necesitaban asistencia humanitaria en todo el mundo.
Melitta Benz, de Dresde, Alemania (1873-1950). En 1908 inventa el filtro de café y funda una empresa familiar con su nombre: Melitta. En 1936 crea un filtro que se estrecha hacia abajo en forma de hendidura. También lanzó los filtros de café conocidos como bolsas filtrantes.
Alemania devastada por la I Guerra mundial
Desde el siglo XIX existen una serie de aportaciones de investigadoras que, desde posiciones diversas, van proponiendo un cambio de percepción para integrar la vida de las mujeres, como organizadoras del hogar, en el nuevo orden económico y social que se estaba fraguando entre los siglos XIX y XX.
Las pioneras en este campo de investigación fueron las norteamericanas Catharine Beecher (1800-1878), Christine Frederick (1883-1970) y Lillian Gilbreth (1878-1972), cuyas reflexiones y propuestas no cuestionaban el hogar como el lugar apropiado para la mujer, pero sí el diseño y la organización de la casa.
En Europa, la segunda década del siglo XX se ve sumamente afectada por las consecuencias que tuvo sobre el imperio alemán la derrota en la I Guerra Mundial, y tuvo como resultado un desasosiego generalizado en la sociedad alemana.
Durante este periodo, la vivienda social sobre la que habían teorizado las ingenieras domésticas americanas se convierte en la protagonista principal de la arquitectura en países europeos como Alemania, Austria u Holanda, y destacan arquitectas y diseñadoras como la austriaca Margarete Schütte-Lihotzky, las alemanas Erna Meyer y Benita Otte o la holandesa Truus Schröder..
La vanguardista escuela Bauhaus, fundada en 1919, alcanza un alto porcentaje de alumnas en sus talleres. La Bauhaus no fue una escuela de arquitectura –de hecho, no hubo taller de arquitectura hasta 1927–, sino lo que hoy denominaríamos como una escuela de diseño industrial. Sin embargo, a través de los proyectos de sus directores Walter Gropius, Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe, todos ellos arquitectos, participó de forma activa en la evolución de la arquitectura de la República de Weimar.
La exposición consiste en una vivienda experimental proyectada para el nuevo hombre del siglo XX. Entre los integrantes del equipo se encuentra Benita, quien se encarga del diseño de la cocina. En 1996, el edificio premiado entró en la lista del programa de preservación de monumentos de la Unesco y fue declarado Patrimonio de la Humanidad del siglo XX.
En 1918 se gradúa la primera mujer arquitecta de la Escuela de Artes Aplicadas de Viena. Se trata de Margarete Schütte-Lihotzky, (Nacida Margarete Lihotzky) una joven de familia burguesa nacida en 1897. Su padre es un funcionario y su madre amiga de Bertha von Suttner, ganadora del Premio Nobel de la Paz y del mismísimo pintor Gustav Klimt al que pide que ayude a que su hija entre en Escuela de Artes Aplicadas de Viena, una de las pocas universidades que acogía a mujeres.
Uno de sus profesores fue el arquitecto, escenógrafo y escultor Oskar Strnad, quien envia a Margarete a los barrios populares para investigar, sentando así las bases para su alto nivel de responsabilidad social durante toda su vida. Tras la guerra Viena está azotada por el hambre y una extrema escasez de viviendas. Sólo en la década de 1920, la ciudad construyó más de 60.000 apartamentos. Bajo la monarquía de los Habsburgo, la mayoría de los arquitectos trabajaban para la élite. Pero Lihotzky aboga por una arquitectura social, que mejore las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Margarete no está sola; muchos arquitectos y artistas deciden poner sus habilidades al servicio de la gente corriente. En Berlín se crea un consejo de trabajadores para el arte, que impulsa edificios públicos, organiza exposiciones de arquitectos aficionados y desarrollan muchas de las ideas que más tarde se materializarían en la Bauhaus.
Y empieza a trabajar en la llamada Viena Roja, un periodo entre el fin de la I Guerra Mundial en 1919 y la llegada del nacionalsocialismo al gobierno alemán, en 1933. Un momento histórico en el que el Partido Socialdemócrata se hizo con el poder en la ciudad y manda construir 65.000 viviendas, muchas de ellas proyectadas por Lihotzky para la gente más humilde. Cada vez es mayor su compromiso social.
La cocina icónica que permanece
En 1926 el Consejero municipal de Urbanismo en Frankfurt, Ernst May reúne un grupo de colaboradores, alemanes y extranjeros, procedentes de diferentes disciplinas. Margarete se dedica a la construcción de apartamentos y a la racionalización del trabajo doméstico. Da numerosas conferencias, diseña proyectos de edificios residenciales y desarrolla su famoso plano de cocina, que se instalará en más de diez mil nuevos apartamentos.
Y es aquí cuando Lihotzky se hace inmortal en la memoria del diseño. Crea la famosa Cocina Frankfurt. Se trata de la primera cocina equipada moderna fabricada en serie, que ocupaba sólo 6,5 metros cuadrados y cuya sofisticada funcionalidad se implementó en unos 10.000 apartamentos en el sentido de racionalizar la limpieza.
La Cocina Frankfurt se inspira, además de en la Haus am Horn de Benita Otte, en un proyecto anterior que hizo Margarete sobre la cocina reducida de los trenes de lujo, guiándose por el taylorismo que abogaba por la organización del trabajo para que fuera más efectivo, y que se trasladó también a las tareas del hogar. Lihotzky organiza la cocina de tal manera que se diesen los menos pasos posibles para pasar de la zona de cocción a la de trabajo, y de ahí a la de agua.
En el centro de la pared hay una ventana para dar luz y calor. Bajo la ventana, un tablero de trabajo con un taburete giratorio. A un lado tiene el fregadero con un grifo de agua fría y caliente, encima un escurreplatos, un cajón deslizante para la basura que podía vaciarse al exterior mediante un colector vertical, un contenedor vertical para utensilios de limpieza y un radiador. Se instalan armarios altos y bajos sin patas acabados con un zócalo para facilitar la limpieza. Se montan compartimentos de aluminio para los productos a granel como la harina, el arroz o el azúcar. Y al otro lado situa la zona de cocción y el horno.
También tiene sustanciales avances tecnológicos como la sustitución de la cocina de carbón por una cocina eléctrica, con lo que desaparece el hollín en la cocina. Hoy día la cocina de Frankfurt es un icono de la modernidad, reproducido una y otra vez. Y la gran paradoja es precisamente que hoy día todavía es desconocido el que los diseñadores de cocinas actuales no hacen más que reproducir la cocina diseñada por Margarete en 1926 para equipar viviendas sociales.
Compromiso, resistencia y prisión
En Alemania, Margarete sigue su carrera junto a su marido, el arquitecto alemán Wilhelm Schütte con el que le une una gran afinidad ideológica. Pero no encuentra en Frankfurt la cultura política radical de su ciudad natal y cada vez le convencen menos los socialdemócratas alemanes. Por el contrario, hace un acercamiento intelectual y personal con los integrantes de la Escuela de Frankfurt, elemento que marca un cambio en su compromiso político. En 1927, tres paramilitares de extrema derecha acusados de asesinato fueron absueltos, lo que desencadena una huelga general y disturbios que terminan con el incendio del Palacio de Justicia. Ante estos incidentes, se acerca a las posiciones comunistas y estrecha sus contactos con la Unión Soviética. En 1930 se alista a la Brigada de Mayo, un grupo de 17 arquitectos comunistas liderados por Ernst May, que se trasladan a la Unión Soviética, donde comienza a diseñar jardines de infancia y planes maestros. En la URSS, difunde los principios del Método Montessori en el diseño de escuelas e incluso en muebles para bebés.
Pero las cosas cambian en la Unión Soviética a finales de la década de 1930, cuando el gobierno de Stalin comienza a arrestar a expertos extranjeros. Lihotzky logra escapar de la persecución, pero muchos de sus antiguos colaboradores no tuvieron tanta suerte. En 1938, se traslada, junto a su marido a Estambul donde acepta encargos del Ministerio de Educación turco: diseña una escuela secundaria para niñas en Ankara y una escuela rural en Anatolia. Es en Estambul donde contacta con Herbert Eichholzer, un arquitecto que había trabajado para Le Corbusier para luego dejar la arquitectura y unirse a la lucha contra el fascismo. Estando en Turquía, Margarete se afilia al Partido Comunista de Austria.
A finales de diciembre de 1940 viaja a Viena para conectarse con la Resistencia, pero es arrestada por la Gestapo pocos días después de llegar y condenada a muerte. Eichholzer es detenido por los nazis en 1943, condenado a muerte y ejecutado en Viena. La sentencia de Margarete fue conmutada por quince años de prisión y permaneció encarcelada en Aichach (Baviera) hasta el final de la guerra, cuando fue liberada por las tropas de Estados Unidos. Tras su liberación regresa a Viena y se une al movimiento para reconstruir la capital. Pero sus redes profesionales de antes de la guerra ya no existen solo tuvo algunos encargos públicos importantes. En 1958 realiza un largo viaje de estudios a la China de Mao y luego, durante las décadas siguientes, trabajó en Cuba y Alemania Oriental.
Solo al final de la Guerra Fría recibió un reconocimiento que durante mucho tiempo le había sido negado. En 1985 publicó su libro Memorias de la Resistencia. Con casi 100 años, junto con otros cuatro supervivientes de la época nazi, demandó al político de extrema derecha Jörg Haider por haber minimizado la importancia de los campos de exterminio nazis. En los bares y discotecas de Viena es popular la canción dedicada a la arquitecta, “The Frankfurt Kitchen” de Rob Rotifer, cuya abuela había luchado en la Resistencia junto a Margarete.
La lúcida y rebelde pionera muere en el año 2000, cinco días antes de su 103 aniversario. Años antes, cuando rondaba los 90, le confesó a un periodista que estaba harta de que siempre le preguntaran por su cocina y confesó: ¡Si hubiera sabido que todo el mundo iba a hablar siempre de lo mismo, nunca habría hecho esa maldita cocina!
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