Kelly Reichardt, pivote de ese cine indie estadounidense irredento, el que no entiende sus postulados al margen como un estado transitorio hacia un Hollywood, a su vez, triturador de talento autoral, fue objeto de una retrospectiva en la Filmoteca de Catalunya, dentro del marco del Festival Americana en el pasado mes de marzo.
Figura trascendental del cine periférico, Reichardt ha adquirido el mismo estatus de respeto y admiración que otros ilustres compatriotas suyos como Jim Jarmusch o Abel Ferrara en su obstinada permanencia en los márgenes más rupturistas y arriesgados, siempre dispuesta a voltear los moldes y desafiar los mecanismos narrativos adheridos a los géneros y a sus relatos tipo.
Nacida en Florida en 1964, la autora norteamericana se ha convertido en un referente para la cinefilia en su triple condición de guionista, directora y productora, y en una membresía anhelada por festivales y unos corrillos críticos rendidos a su incorruptible mirada. Estatus adquirido gracias a su desempeño en una filmografía sin sombras, más bien luces sobre esa periferia que actúa como resistencia contra la normalización, estandarización y el vacío creativo cada vez más acuciante salido desde el seno de Hollywood.
La carrera de la estadounidense arranca en 1994 con River of Grass. Película formativa, imperfecta, pero que ya atisba el desacoplamiento de la autora de los cauces más transitados y de la narración clásica. El filme, rodado en su Florida natal, aglutina los elementos de la road movie: una pareja fugándose, una pistola, planes criminales. Sin embargo, Reichardt prefiere perpetrar la anti-road movie: un escapismo atropellado, anti-romántico y saboteador con los lugares comunes asociados al género.
El siguiente largo de Kelly Reichardt, el que le supondría una subida de escalón entre la crítica, fue Old Joy (2006). De nuevo recurre a un género tan ligado a los pastos americanos, como es la road movie, pero a través de un acercamiento melancólico a esta. La trama parte de un fin de semana de carretera entre dos viejos amigos por los paisajes verdosos y montañosos de Oregón.
El viaje se presenta aquí como una fuga irrealizable hacia ese pasado añorado, el de una amistad frustrada en su incapacidad por recuperar la complicidad de antaño. Película también importante en su carrera al establecer el primer ligazón con Ira Kaplan y su banda Yo la tengo, para la sutil y ambiental banda sonora. El tratamiento del sonido y de la música es otra de las claves del cine de la autora norteamericana.
La madurez como cineasta de Kelly Reichardt la marca Wendy y Lucy (2008) De nuevo una road movie truncada, aquí como premisa para este terrible retrato de la desolación en las cunetas del sueño americano. Todo ello hilvanado mediante la tierna relación entre Wendy, una mujer en busca de trabajo en Alaska antes de quedarse tirada con su coche, y Lucy, una perra (con el mismo nombre que el canino que acompañaba a los dos amigos en la anterior obra) que desaparece en, de nuevo, Oregón. Reichardt sigue construyendo su universo propio en esta obra de tintes neorrealistas, donde el menos es más, y la vulnerabilidad de sus personajes traza empatías férreas con el espectador.
En su siguiente obra, la superlativa Meek’s Cutoff (2010) Kelly Reichardt vuelve a incidir en un género eminentemente estadounidense, el western, para deconstruir sus códigos y cuestionar así el mito de la conquista del Oeste. Suprime los espacios abiertos y la épica, para, en su lugar, recrearse en los espacios cerrados y el intimismo. De nuevo, una desmitificación de su nación, esta vez, a través de una conquista del Oeste femenina y vaciada de gesta.
En la última década, la estadounidense ha incursionado en el thriller ecológico en la reivindicable Night Moves (2013). Un thriller medido, contemplativo e inteligente alrededor de un grupo de tres activistas ecologistas urdiendo un plan para volar una presa. Reichardt siembra interesantes preguntas éticas en este potente relato.
El último estreno de Kelly Reichardt data de 2016: Certain Women. Vidas cruzadas a través de las historias de tres mujeres (Kristen Stewart, Laura Dern y Michelle Williams) que intentan salir adelante en un pequeño pueblo de los Estados Unidos. Expuesto de nuevo mediante un discurrir contemplativo: el gesto, la mirada, lo sugestivo por delante de la acción o el subrayado en este tríptico sobre la mujer contemporánea en la Montana rural.
Su último esfuerzo cinematográfico es la aún inédita First Cow, película avalada con diversas distinciones críticas y que Avalon estrenará en las salas de nuestro país el 21 de mayo. Oportunidad entonces para sumergirse en la cosmovisión de la última mohicana del cine indie.
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