Hace tiempo que consideramos las estaciones de servicio como una parte más de la arquitectura, puesto que aúnan modernos diseños con estructuras singulares sin dejar de perder funcionalidad. Recuerdo la primera vez que vi una de las gasolineras de Repsol, diseñada por el arquitecto británico Sir Norman Foster, que me resultó muy interesante, pues nunca había visto un planteamiento similar.
Me gusta imaginar que Norman Foster, para su diseño, no solo se inspiró en arquitectos de la talla de Frank Lloyd Wright y Arne Jacobsen sino que, de pequeño, podría haber visto la conocida serie de dibujos animados de los años 60, Los Supersónicos y, por qué no, quizás podría haber visitado Valencia y haber conocido la famosa gasolinera El Rebollet, de Oliva. Y que ello le hubiese servido como fuente de inspiración para diseñar y construir las gasolineras Repsol.
En los años 60, Estados Unidos comenzaba la carrera especial. Es posible que esta circunstancia influyera en el diseño futurista aplicado a la mayoría de las artes. Por aquel entonces, William Hanna y Joseph Barbera, los creadores de Los Picapiedra, estrenaron una serie de dibujos animados llamada Los Supersónicos.
Los supersónicos eran una familia típica de clase media formada por Super (el padre), Ultra (la madre), Lucero (hija adolescente), Cometín (el hermano menor) y Astro (el perro) cuyas aventuras se desarrollaban en el año 2062. Algunas de sus aportaciones más originales fueron la sustitución de los famosas mascotas prehistóricas de los Picapiedra por robots, y que aparecieran miles de objetos que hoy en día utilizamos normalmente, como pantallas planas, despertadores que hablan, prensa en Internet, relojes de pulsera inteligentes, video llamadas, aspiradores robots, las casas inteligentes (domótica), etc. Además, la familia y el resto de personajes vivían en edificios flotantes de acero y cristal con forma de setas gigantes.
Esta imagen que nos recuerda a las gasolineras diseñadas por otros arquitectos anteriores a Norman Foster y que, al igual que él, se sumaron a la apuesta del diseño aplicado a las estaciones de servicio.
A través de un viaje en el tiempo, haremos un recorrido supersónico para descubrir aquellas que pudieron influir en las actuales.
Nuestra primera parada es en el año 1936. El arquitecto danés Arne Jacobsen diseñó una gasolinera para la marca Texaco, en Skovshoved (Dinamarca), que fue restaurada en 2002, y hoy sigue en funcionamiento. Esta estación de servicio es un ejemplo de arquitectura moderna: Su estructura, austera y sencilla, está compuesta por un prisma de base rectangular de hormigón revestido con azulejos de cerámica; un cuerpo rígido que contrasta con la gracilidad de la pérgola fungiforme de hormigón, ubicada entre los surtidores, que destaca entre el conjunto por su esbeltez.
La forma de la pérgola no sólo responde a un mero acierto de diseño, ya que la estación fue concebida como un prototipo para las sucursales de la petrolera Texaco, cuyo logo es, precisamente, un círculo.
Nos trasladamos al año 1956, Frank Lloyd Wright también tuvo su pequeña incursión en el mundo de las gasolineras, como la que construyó en Cloquet, Minnesota. Se trata de una estructura realizada con bloques escalonados de hormigón sobre la que destaca una imponente marquesina con lucernarios que iluminan la estación y protegen a los surtidores. Inicialmente, Frank tenía previsto colgarlos de la marquesina, pero la normativa no lo permitió y los situó en tierra. También diseñó un volumen acristalado en primera planta como sala de espera, que nunca se llegó a utilizar.
Llegamos a 1962. Aquí en España, el arquitecto barcelonés Juan de Haro, diseñó la conocida estación de servicio El Rebollet, con un restaurante y un pequeño negocio de venta de vehículos en el municipio de Oliva (Valencia), en la nacional 332, carretera que une la provincia de Valencia con la de Almería.
Su diseño bebe de unas fuentes que pueden ir desde los paraboloides hiperbólicos de las estructuras de Félix Candela hasta las estructuras fungiformes del Edificio Johnson Wax de Frank Lloyd Wright.
Su estación de servicio se compone de tres zonas: La de repostaje, cubierta por cinco estructuras con forma de hongo a diferentes alturas, que protegen al usuario. Geométricamente hablando, la combinación de tres volúmenes puros (esfera, cilindro y cono) dan como resultado un elemento único, con gran impacto visual.
La zona administrativa y comercial está compuesta por una serie de superficies alabeadas que unen dos paraboloides hiperbólicos, cada uno de ellos con doble curvatura que, junto con las marquesinas fungiformes a diferentes alturas, generan un paisaje dinámico.
Por último, la zona del restaurante estaba formada por un muro cortina con formas redondeadas, que interactuaba con la propia estación de servicio. Hoy en día, de ella tan sólo quedan los restos de su estructura metálica.
En Valencia, hasta no hace mucho, en la estación de servicio La Torreta, situada en la zona del Llano de Zaidia, se podía contemplar su cubierta formada por un único y característico hongo central gigante de hormigón, pero fue demolido y sustituido por su actual estructura metálica, compuesta por una marquesina apoyada sobre pilares con un lucernario central en forma de pirámide con base octogonal.
Viajamos a 1966. Otro conocido arquitecto, Mies van der Rohe, construyó una gasolinera en Nun Island (Canadá). Con un diseño limpio, menos es más, generó dos volúmenes de finas líneas en acero, vidrio, ladrillo y hormigón, que combinaban el blanco y el negro con una cubierta ligera iluminada por tubos fluorescentes. Estos dos cuerpos funcionaron como área de servicio para coches y como punto de venta. Entre ambos cuerpos dispuso una isla central acristalada y, frente a ella, los surtidores.
Aterrizamos en 1997. Las estaciones de servicio de Sir Norman Foster siguen un esquema parecido a las de Juan de Haro y Arne Jacobsen, pues comparten el planteamiento de ambos: un sistema de marquesinas modulares (con los colores de Repsol: rojo, blanco y naranja) cuyas estructuras componen una serie de “parasoles” solapados, que nos recuerdan a las formas fungiformes de sus predecesoras y, al igual que aquellas, protegen el patio delantero de la gasolinera pero, en este caso, sus formas son más agresivas.
La parte superior de la marquesina es una pirámide invertida unida a un pilar central de sección trapezoidal. Éstas varían en número, altura y grado de solapamiento en función de las características específicas de cada ubicación. Su posición no es casual sino que están colocadas siguiendo una secuencia predeterminada, de manera que la de color rojo siempre es la más alta. Junto a ellas, la tienda, el tren de lavado, los surtidores y la señalización, forman un conjunto de prismas cuadrados y rectangulares.
Siguiente parada: Año 2007. Mónica Ponce de León y Nader Tehrami construyen la gasolinera Helios House en Los Ángeles, con un diseño muy futurista en acero inoxidable.
Un año más tarde, en 2008, el estudio madrileño Moneo Brock diseñó y construyó una original gasolinera en la sierra de Guadalix (España). Es una singular estación de servicio, perfectamente integrada en el entorno como un elemento paisajístico más. Su estructura está compuesta por unas cubiertas de chapa de acero corten soldado directamente a la estructura. La curvatura de las chapas, y sus diferentes longitudes, le confieren ese aspecto ligero, como si estuvieran en movimiento. Su estructura dinámica, flotante podría simular una bandada de pájaros volando o las nubes, frente al estatismo del edificio de servicios, un volumen rectangular realizado con un muro cortina de cristal.
Estoy convencida que los diseños de las gasolineras serán, cada vez, más audaces y futuristas, como predijeron los Supersónicos para el año 2062.
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