Del 29 de octubre al 10 de noviembre pasados tuvo lugar el VII Festival de cine por mujeres en Madrid. Con un total de 74 películas de 28 países, 71 profesionales participantes, y dos secciones oficiales competitivas, una internacional y otra española. Esta edición dedicó su sección Focus a Austria, además de contar con un panorama internacional y varias secciones especiales.
Nos centraremos aquí en la competición oficial de cine español, por la diversidad de la oferta, la calidad de las películas y la consolidación de varias de las directoras participantes que con sus realizaciones demuestran la fuerza del cine español no solo a nivel nacional, también cuando sale al exterior de nuestras fronteras. Dentro del VII Festival de cine por mujeres se han proyectado 10 películas, todas ellas producciones de 2024 que, compitieron por el premio a la Mejor película española 2024. El cine español realizado por directoras deja atrás viejos tópicos y representaciones de mujeres como “madres, santas o putas”, ya que cada vez son más las directoras que se centran en temáticas de índole diversa.
Icíar Bollaín presentó su filme Soy Nevenka, un drama real que se vivió en Ponferrada en los años 90, donde queda patente el abuso del poder político acompañado del acoso sexual, psicológico y vital a una mujer joven, guapa e inteligente, por parte de un hombre maduro, insolente, casposo y corrosivo, el alcalde de la ciudad en aquellos años. Película que deja en posición privilegiada a Bollaín que realiza una madura composición y realización. Arantxa Echevarría, con La infiltrada, thriller político donde apreciamos un magnífico trabajo por parte de su protagonista, Carolina Yuste, policía infiltrada en la izquierda abertzale, poseedora de una gran soledad, solo sostenible por una causa, la erradicación del terrorismo. Echevarría deja atrás sus producciones anteriores, Carmen y Lola (2018), historia de dos gitanas que se enamoran, y a los migrantes orientales de Chinas (2023), con un cine de carácter político tan poderoso en lo social y en la denuncia como nos tenía acostumbrados. Mar Coll, y su Salve Maria, irrumpe en un tema tabú, la maternidad como calvario que te acaba enfermando seriamente., una película tan particular como necesaria, con una interpretación de lujo por parte de Laura Weissmahr. Coll abre frentes importantes con sus planteamientos antes aparcados, película magnífica, una hibridación de géneros, oportunidad donde las mujeres de las generaciones jóvenes pueden cuestionarse el tema. Con La virgen roja, Paula Ortiz acomete un tema terrorífico, con una historia real en tiempos de la II República española, donde vemos a una madre que quiere llevar a cabo el dominio absoluto de las mujeres impartiendo una educación desmesurada y obsesiva impuesta a su hija. La virgen roja, cuenta con una dirección electrizante donde se insertan algunos planos de gran impacto, que hacen de su película una experiencia diferente a lo que acostumbramos ver en el cine español.
Nina, de Andrea Jaurrieta vuelve al tema tristemente reiterado de los abusos sexuales a menores, en esta ocasión con monstruo inteligente y persuasivo dispuesto a llegar a todo, con una niña adolescente a quien estropea su vida. Otra protagonista absoluta que defiende Patricia López Arnaiz, quien nos refleja las consecuencias y secuelas perdurables en toda una vida, de gran impacto visual y me atrevo a decir que también emocional. Con As neves, Sonia Méndez, directora gallega, cámara al hombro nos introduce en una historia de adolescentes aislados por la nieve y el intenso frío en una Galicia rural donde droga y alcohol contribuyen al desastre no deseado por la invasión de la intimidad de unas jóvenes lesbianas, reflejada en la red social. Interesante el uso y abuso de la “prótesis móvil” que ocupa más tiempo del conveniente en nuestras vidas. Un trabajo intenso por parte de Sonia Méndez quien conoce de primera mano los temas que acontecen. Al igual que la película anteriormente aludida, Por donde pasa el silencio, dirigida por Sandra Romero,vuelve al tema del aislamiento y la distancia social y dentro de la familia desarrollándose la historia en un pueblo de Andalucía, Écija. Una cámara se mueve inquieta por la cotidianidad de los protagonistas que no son actores profesionales logrando meternos en una historia de apariencia simple pero llena de complejidad a nivel psicológico.
El documental Marisol, llámame Pepa, dirigido por Blanca Torres, resalta un perfil de la niña y la mujer que es Pepa Flores. En este trabajo podemos apreciar la evolución de la niña que merendaba con las nietas de Franco a la mujer que se convirtió en toda una imagen del comunismo en la transición española. Un retrato cuidadoso y respetuoso que nos lleva a la ternura, la rebeldía y la reflexión. Pilar Palomero, con Los destellos se consolida como una de las voces más importantes dentro del cine nacional. Su viaje íntimo al dolor por la pérdida del padre de su hija es contemplado desde el instinto, la concesión, la humildad y el deseo de conciliar con lo humano. La película cuenta con Daniela Cajías, directora de fotografía boliviana que consigue una iluminación de las imágenes personal e iridiscente. La mirada por el rostro de Patricia López Arnaiz, los relojes con su tic-tac indicando el espacio y el tiempo que le queda a Antonio De la Torre, el baile de la hija universitaria al son de Lola Flores con su “A tu vera” son tan intensos que el espectador fluye por la historia con deleite. Celia Giraldo y Un lugar común representan con su comedia-denuncia, la situación de una mujer a la que con 50 años prejubilan y tiene todo su tiempo por compartir y no encuentra con quién. En el transcurso de la película nos vamos familiarizando con la amabilidad de los extraños, mientras da rienda suelta a sus pasiones, buen humor y necesidad de ser aceptada y comprendida en sus particularidades como ser humano.
Fuera de concurso hemos podido asistir a la proyección en pantalla grande de la miniserie de TV de cuatro capítulos dirigida por Alauda Ruiz de Azúa, que lleva por titulo Querer. Centra su atención en un tema tan íntimo y controvertido como son los abusos diversos dentro del matrimonio. La protagonista, interpretada por Nagore Aranburu denuncia a su marido por violación continuada durante 30 años, un tema que va más allá de lo interesante y sirve para concienciar y hacer reflexionar a mujeres y hombres. Por otra parte, en la Gala de clausura se proyectó la película dirigida por Juana Macías, Las chicas de la estación, centrada en los hechos reales que acontecieron en España hace unos años en el entorno de un centro de acogida de menores donde varias niñas de 14 años se escapan y son sometidas a todo tipo de abusos sexuales y psicológicos. De gran dureza expresiva y emocional, pone el fin a la participación de películas dirigidas por mujeres en este año.
El VII Festival de cine por mujeres aporta una mirada notoria y distinta al cine, dada la pluralidad no solo de géneros cinematográficos por los que se pasea, también por la hibridación de los mismos en algunas películas. Es importante reseñar lo diverso y condicionante de las distintas regiones de procedencia de las directoras, que dota a su cine de particularidades genuinas. Andalucía (Sandra Romero), Aragón (Paula Ortiz, Blanca Torres y Pilar Palomero), Cataluña (Mar Coll y Celia Giraldo), Galicia (Sonia Méndez), Madrid (Icíar Bollaín), Navarra (Andrea Jaurrieta), País Vasco (Arantxa Echevarría). El 50% de las directoras tienen menos de 50 años, el 30% menos de 40 y el 20% menos de 60 años, lo que puede asegurar carreras dentro del cine español de largo recorrido y calidad consabida.
El jurado premió a La infiltrada de Arantxa Echevarría (España), producida por María Luisa Gutiérrez y Mercedes Gamero dando los siguientes argumentos: Por unas interpretaciones cuya carga emocional y de contención nos meten de lleno en un thriller valiente y de ritmo narrativo perfecto, que sirve para hablar de un tema incómodo, pero que es necesario que sea conocido por las generaciones más jóvenes.
El balance definitivo de la VII edición demuestra, una vez más, la importancia de la visibilización del cine dirigido por mujeres y el interés que suscitan iniciativas como ésta. Un gran número de salas se llenaron, con un total provisional de 7.359 asistentes presenciales: 6.756 espectadores en las proyecciones -18 sold out– y 467 asistentes presenciales a las actividades profesionales y formativas. La audiencia online consigue elevar en miles de personas la participación.
Un dato muy relevante es que, en la Sala Berlanga, donde se proyectaron la 10 sesiones de la competición española y dos sesiones de la serie de Querer de Alauda Ruiz de Azúa, 11 de las 12 sesiones tuvieron lleno total.
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