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Cultura

Microcuentos del tiempo de descuento

En Con vistas al mal, Cultura sábado, 4 de abril de 2020

Ángel Pontones

Ángel Pontones

PERFIL

Caminas por la calle diez minutos antes del toque de queda, y te quedas con las caras de pasmo de los  carteles que muestran a gente anunciándote, muy seria, que la semana que viene tienen previsto tocar en tu ciudad. Cierras los ojos y vuelves a ser esa chica que no sabe ya como decirle al resto del mundo que no queda papel higiénico. Te duelen los dedos buscando diales que no trasladen tu ánimo al semisótano; te duelen las manos aplaudiendo al balcón de enfrente pues esperas ver la misma sonrisa de anteayer. Das el alto a ese coche que no tiene excusas y no piensa pararse, y das cuerda a tu perro para que te lleve muy lejos de casa. Te dejas animar por la enfermera simpática que comienza a sedarte. Abres los ojos para descubrir que te has convertido en una cinta roja que ruega a los demás permanecer a un metro del mostrador.

Microcuentos

Explicas desde tu habitación a quince ventanitas diminutas que el periodo de la Revolución francesa es muy distinto al de la Revolución terrestre, pues uno se mide en ideales y el otro en días. Vendes un seguro de vida, dos llamadas después de que al otro lado del hilo te hayan amenazado de muerte, y le dices a tu hijo que ha sido maravilloso compartir 37 años de vida. Eres tan persuasivo como para convencer al guardia civil de lo esencial que es visitar a tu amante, y firmas dos certificados de defunción unos minutos antes de saber que ya eres padre. Das una rueda de prensa a una sala vacía, y te despides estornudando en tu manga. Pierdes dos litros de sudor aterrizando como tantas otras veces, porque esta vez en la bodega transportas plásticos y telas que salvan vidas.

Microcuentos

Recuerdas la nostalgia de un perfume que no llega a través de la videollamada, y meditas sobre qué puede aprender la gente de una cuenta atrás sin número cero. Aprendes a sentirte intruso en tu calle, descubres que recorrer diez veces tu pasillo convalida el tránsito de una avenida. Sales de la cuarentena hacia una empresa que ya no existe, y en su lugar descubres una posibilidad que siempre pasabas por alto. Haces números y decides vivir de latas, unas horas antes de que tu casero te perdone la mensualidad. Observas una luz al final del túnel, pero es el coche de una pareja marchando a su segunda residencia. Descubres la solución al enigma final, pero tienes que convencer a demasiada gente y no puedes perder más tiempo.

Sueñas que caminas por la calle cuando te permiten hacerlo. Poco importa que la batería de tu coche se haya descargado. Echas un vistazo a tu agenda en blanco. Te sientes más vivo y viva que nunca.

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