Es el reportero del misterio por antonomasia hoy día en nuestro país: él ha hecho llegar a nuestras casas términos como fantasmogénesis y nos ha erizado el vello de la nuca con sus psicofonías radiofónicas.
El mero hecho de que alguien emplee conceptos como preternatural o mancias en un programa de televisión ya me seduce irremediablemente. No puedo evitarlo. Queda muy poca literatura en las cadenas televisivas de consumo rápido; no hay apenas espacio -si acaso en los márgenes de una programación marcada por la basura clónica-, para fórmulas menos ortodoxas e institucionales.
Muchos estarán ya elevando una ceja más de lo normal, me consta, sé que reivindicar la figura de alguien como Iker Jiménez es potencialmente perjudicial en determinados círculos. Pueden llamarte desde magufo a crédulo, pasando por conspiranoico, ingenuo, y un sinfín de apelativos por el estilo. No importa. Porque Iker Jiménez es uno de esos periodistas old school a los que hay que ensalzar como él mismo se encarga de hacer con el legado de otros -Félix Rodríguez de la Fuente, sin ir más lejos. Iker entiende el periodismo como un oficio de maestros y aprendices. Se nota.
Puedo decir que uno de los mejores momentos de mi semana es cuando empieza Milenio 3, o Cuarto Milenio. ¿Es cierto todo lo que allí se dice? Bueno, no hay más que verlos u oírlos para percibir que allí se dicen muchas cosas y se vierten gran cantidad de opiniones. ¿Tienen todas estas opiniones rigor científico? No. Pero, ¿me importa todo esto? Ni mucho menos. No veo o escucho estos programas para mantenerme informado de los últimos avances científicos. Para eso leo, entre otras, una página de gran calidad dedicada a ello como Materia. Tampoco los sigo para enterarme de la actualidad internacional -ahí ya se complica el asunto de encontrar fuentes veraces. De Cuarto Milenio -o de su homólogo radiofónico- obtengo otro tipo de satisfacciones, como por ejemplo, renovar cada domingo la convicción de que no hay nada mejor que una buena historia contada por un gran narrador. O la certeza de que el misterio sigue estimulándome y haciéndome pensar que no todo es tal y como creemos entenderlo, o incluso no entenderlo.
Iker Jiménez es alguien singular y él debe saberlo perfectamente; es un comunicador como pocos, un erudito de toda nuestra geografía y sus leyendas, un locutor magnético, y para colmo, un cronista tremendo, incluso de partidos pachangueros de fin de semana, como puede verse en este texto filtrado a VICE, del que reproducimos un fragmento:
Estamos ante uno de los goles de la liga. La gran pregunta es con qué parte de la bota impactó el esférico. La imagen de la moviola, en Umatic, demuestra que no hay contacto. Es decir, la pelota, endemoniadamente, va guiada por un campo de fuerza desconocido. José María Íñigo, en su programa fantástico, ha abierto el primer tema con esta imagen preguntándose si estamos ante un ejemplo gráfico y palpable del poder de la mente sobre la materia.
La manera que tiene de expresarse, sello personal e inconfundible de sus programas, ha provocado que se le parodie, pero también que existan juegos como el que adjunto a continuación. Si alguien hiciese un juego para emborracharse relacionado conmigo, francamente, lo consideraría un honor. No dejes de probarlo, pero prepárate para la resaca del lunes. Vas a beber.
Antes decía que no sería raro que algún lector me acusase de conspiranoico por ser fan de estos programas. Sin embargo, a diario nos son suministradas mentiras tan escandalosamente evidentes, y somos testigos de aberraciones de tal calibre, que lo realmente extraño es que tachemos de conspiranoia determinadas cuestiones. Todos hemos escuchado aquello de Eso es imposible, no se atreverían a hacer algo así, hombre. ¿Seguro? Alguien dijo que la mayor astucia del diablo es hacernos creer que no existe. Pues eso. Permítete al menos un paseo en la nave del misterio.
Bonus track: La prueba irrefutable de que Iker tiene poderes.
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