Has pasado junto a ellos en muchas ocasiones; si vives en el barrio, probablemente a diario. Parecen ser agujeros negros de ciudad que no emiten señal alguna de su presencia. Pero efectivamente, ahí están.
Siempre se ha oído por ahí que puedes recorrer el Carmen las veces que quieras, que de pronto un día te encontrarás paseando por una calle cuya existencia desconocías. Si bien esto es muy cierto para los foráneos, no lo es tanto para los nativos; ellos han desgastado las aceras y calzadas del barrio a fuerza de pisarlo a diario. Las fachadas de los edificios con sus balcones repletos de plantas o sus rejas oxidadas, la ubicación de cada contenedor, el paradero del cada vez más esquivo buzón tradicional, las fuentes, los árboles, los escalones en los que se apoyan algunos tenderos para fumar un cigarro en los momentos de tregua; todo forma parte del organismo que es la zona y por tanto son elementos familiares para la mayoría de los vecinos. Pero, ¿qué hay de esos espacios bloqueados por un muro tras los cuáles no hay nada? Oh, sí que hay. Hay una expectativa, una construcción que no fue, un bosque salvaje, un coche desvencijado siendo pasto del tiempo. Los solares pueblan el barrio del Carmen y sin embargo son el gran vacío sin identidad del mismo, casi nadie repara en ellos. Allí están en silencio, siendo un almacén de metros cuadrados exiliado del presente.
Digo casi nadie porque hay quien no pasa de largo. Anaïs Florin por ejemplo, ha hecho un fantástico trabajo artístico con ellos. Mediante unas fotografías tomadas desde el interior de los solares, ha puesto de relieve la situación de estos espacios de la manera en que se muestra a continuación, permitiéndonos echar un vistazo a una realidad del barrio que de otro modo ignoraríamos, bien por desidia, bien por indiferencia. Puedes ver el resto del proyecto, que recibe el nombre de Alétheia, en este enlace.
Si hablamos de solares en el Barrio del Carmen no podemos dejar de mencionar al Solar Corona -de cuya gestión, por cierto, formó parte Florin-, espacio ciudadano que es una muestra de cómo la reactivación de un páramo urbano puede dar como resultado un punto de encuentro lleno de vida. Proyecciones, conciertos, jornadas, mesas redondas, talleres; un flujo constante de actividades que enriquece al vecindario. Puedes consultar su programación en su página web, así como el protocolo de usos del solar.
Es innegable que estas regiones ocultas poseen la misma belleza que un patio de luces; un atractivo melancólico y marginal capaz de cautivar a quien decide asomarse a su no future. Como los no lugares de Augé, los solares dormidos no son más que un reflejo de nuestro modus vivendi. Ellos iban a ser, pero no fueron.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!