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Father John Misty, ¿máscara o realidad?

En Música miércoles, 19 de marzo de 2025

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Father John Misty, o Josh Tillman, aunque no queda muy claro que sean el mismo, es una especie de Randy Newman del siglo XXI que retrata con la misma mordacidad e ironía los problemas de su país, pero con sutiles diferencias. Si Newman lo hace a través de la tercera persona, a través de diversos personajes, Tillman siempre lo hace a través de la primera persona, de su propio personaje, esto es el Padre Juan Niebla, aunque muchas veces ese personaje es una máscara y otras la máscara es la que lleva el propio Tillman…

Otra diferencia es que Tillman es un tipo bastante apuesto, lo que unido a la ironía y la mordacidad, la máscara y el evidente talento, hace que se le vea como lo que se conoce popularmente como “un listillo”, algo que tampoco ha hecho nada por desmontar el propio interesado muchas veces pintándose a sí mismo en sus canciones como un auténtico capullo.

Pero, a pesar de todo, estamos ante uno de los cronistas más acertados de nuestro tiempo, alguien con mucho que decir y que, además, lo consigue a través de unas canciones maravillosas, con unas melodías sedosas y aterciopeladas, unos arreglos barrocos y una voz celestial, que componen el azúcar que, como Mary Poppins, pone a la pastilla que conforman sus pesimistas letras que nos tragamos como si fuera ese pan con mantequilla que se come su mujer Emma como si fueran avestruz y vino de serpiente en la fantástica “Chateau Lobby #4 (in C for Two Virgins)”.

Y es que el único problema con Tillman es que suena demasiado perfecto para ser verdad, con él siempre hay la posibilidad de que nos esté gastando una broma, de que todo sea falso, ¿cómo si no se iba a hacer llamar alguien en su sano juicio Padre Juan Niebla y querer ser tomado en serio? Pues posiblemente un músico que llevaba ocho discos grabados bajo su propio nombre, J. Tillman, había grabado un par de discos como batería de una banda de post rock y hasta había tocado las mieles del éxito como batería de Fleet Foxes, pero, aún no había encontrado su propia voz.

Así que este hijo de una estricta y religiosa pareja que no le dejaban escuchar música que fuera secular, terminó encontrándose a sí mismo, a las puertas de cumplir los 30 años, colocado de setas psicodélicas, desnudo, en el desierto de California en 2010, cuando decidió que no quería seguir tocando la música de otros, en ese momento estaba en Fleet Foxes, ni seguir con lo que había hecho hasta entonces como J. Tillman. Y es que el músico reconoce que su música bajo su propio nombre se tomaba a sí misma demasiado en serio y que en sus conciertos la parte que mejor funcionaba era cuando entre canción y canción se relajaba y bromeaba con el público. Esa era la parte más verdadera de su personalidad, así que decidió potenciarla. Iba a dejar a los Fleet Foxes, el frío Seattle, y marcharse a la moderna Babilonia, Los Ángeles, a ser él mismo. Claro que si J. Tillman no era él mismo, entonces iba a ser Father John Misty.

Tillman se mudó a Los Ángeles en 2011 con la intención de escribir una novela, al poco tiempo estaba viviendo en Laurel Canyon y en vez de la máquina de escribir había vuelto a coger la guitarra acústica, pero las canciones que escribía ahora sonaban más a él, una de las primeras era una canción country rock llamada “I’m Writing A Novel” cuyo estribillo decía estoy escribiendo una novela porque es algo que no se ha hecho nunca… Había nacido Father John Misty.

Su primer disco, Fear Fun, era una destilación de su nuevo estilo, Father John Misty se deja seducir por los pecados, los placeres y la penitencia de la nueva Babilonia, la canción que lo abre, “Funtimes In Babylon”, sirve de presentación de un artista ya totalmente formado. En esa canción ya está todo lo que le va a hacer grande, la voz, el falsete, la ironía y, por supuesto, la melodía y la fabulosa artesanía a la hora de crear canciones. Una especie de hippy de Laurel Canyon al que se le ha caído toda la ingenuidad y el buen rollo y lo ha sustituido por esa ironía autorreferencial tan pegada al personaje, pero sin olvidar las soleadas melodías, ni la voz angelical, siendo algo así como el hijo bastardo entre Carole King y Randy Newman, entre Gene Clark y Leonard Cohen, sus discos suenan como las obras que produjo Phil Spector en los 70 a George Harrison, a Lennon, a Dion, al propio Cohen, siendo Jonathan Wilson su propio Spector.

Tillman pone su narración ‘gonzo’ en medio de lustrosas piezas de folk-pop y estribillos perfectos como los de “Nancy From Now On” o “Hollywood Forever Cemetery Sings”, en los que dice que quiere abusar de mis pulmones, fumar todo lo que esté a la vista con cada chica que he amado, cabalgar alrededor de los restos en un caballo hasta las rodillas de sangre. Cuidado, Hollywood, aquí voy. El ‘hipster’ definitivo, el bohemio de toda la vida, había llegado pero hubo un problema y es que este moderno Don Juan, hijo espiritual de Cohen, se enamoró perdidamente y se casó y decidió relatarlo todo con pelos y señales en su siguiente disco, el maravilloso I Love You, Honeybear.

El disco funciona como carta de amor pero sin olvidar relatar, con asombrosa honestidad, los lados más feos de su psique. Lleno de arreglos de cuerdas, trompetas mariachis y su particular sentido del humor. En I Love You, Honeybear se puede ver su inmersión absoluta en el pop de cámara y el sonido Laurel Canyon de principios de los 70. El disco es una acertada mirada en lo musical a la canción de autor más barroca y orquestada, con varias canciones de amor perfectas como la titular o “Chateau Lobby #4 (in C for Two Virgins)”, sin olvidar, su mordaz sentido del humor que se demuestra en canciones como “The Night Josh Tillman Came To Our Apartment”, en la que relata su encuentro con chica que se piensa que es el centro del universo, que “literalmente” respira música y que cree que canta como Sarah Vaughan, con la que canta una versión de “Noche de paz” y con la que, a pesar de todo su irónico desprecio, termina acostándose (te lo perdoné más tarde, cuando me pediste que te estrangulara)…

Es, posiblemente, su mejor disco, e hizo de él una moderada estrella, como pondría más tarde en otra letra, convirtiéndole en el tipo menos famoso en rechazar una portada en la ‘Rolling Stone’. Con ello le llegaron encargos curiosos como escribir para Beyoncé, la primera estrofa y estribillo de “Hold Up” son obra suya, o Lady Gaga. Pero la canción que estaba escribiendo para esta última le terminó gustando tanto que se la quedó para él mismo. Era una sencilla y honesta declaración de amor, no había ironía, ni dobles sentidos, es sencillamente su melodía más bonita y dulce unida a sus palabras más directas y menos pomposas. La sacó sin bombo y platillo en 2016 casi medio en broma, ya que le daba un poco de vergüenza incluirla en ninguno de sus discos. A día de hoy es, con mucho, su canción más famosa y reproducida, sea trata de “Real Love Baby” que es como la gran broma cósmica del universo a Father John Misty.

El propio autor ha hablado hace poco sobre ella en estos términos: Hace poco tuve una realización sobre esta canción. Ya sabes, yo era bastante ambivalente al respecto durante mucho tiempo, y luego empezó a hacerme un montón de dinero. No, estoy bromeando. En realidad no, no mucho. Pero tengo todas estas canciones que son sólo acerca de estos humillantes escenarios degradados con drogas psicodélicas y esas cosas. Yo estaba como, esta canción es en realidad una cosa muy agradable que salió de tomar drogas psicodélicas. Es un poco la muerte de mi ego… es la única canción que durará. Si alguna de estas canciones tiene una oportunidad de polinizar el mundo después de que me haya ido, es esa. Y es una broma cósmica increíble que esta canción, que de ninguna manera fortalece mi percepción egoica de mí mismo, que soy este tipo oscuro y genial… Y eso me gusta, así que ahora disfruto tocándola. Es normal que lo haga, es su mejor canción.

Pero es que un par de años después llegó el también fundamental Pure Comedy, un disco que en vez de mirar hacia dentro se dedicaba esta vez a mirar lo que estaba pasando en el mundo, y eso era la primera llegada de Donald Trump a la presidencia de los EEUU, las cosas se ponían feas y Father John Misty decidió dar su opinión sobre un mundo en ruinas que acabó vapuleándole.

Pure Comedy no vendía falsas esperanzas, ni nos hacía creer en el amor, Trump era el signo de los tiempos, lo que la gente quería, lo que tampoco era nada reconfortante. El tipo estaba realmente afectado y al borde de una crisis nerviosa cuando tras vomitar parte de la letra de la colosal “Leaving L.A.” cogió su guitarra y se marchó sin terminar una actuación, y sin cobrar, en una jugada que muchos volvieron a ver como una provocación que buscaba los focos. Él solo había dejado claro cómo estaba el mundo y él mismo, en definitiva, ninguno estaba bien. El caso era que había que decidir si estaba en su derecho de decirlo y la opinión mayoritaria fue que solo era otro tipo blanco en 2017 que se toma a sí mismo tan malditamente en serio, irónicamente (nuevamente la palabra), una parte de la propia canción.

Luego llegó el disco de crisis personal, si I Love You, Honeybear era la luna de miel, God’s Favorite Customer fue la resaca tras la noche de bodas, el despertar en un hotel preguntándose por qué todas las personas creen estar viviendo la historia de amor más grande jamás contada. Supuestamente Tillman había compuesto el disco tras retirarse a un hotel a pasar su primera crisis conyugal durante un par de meses, la paranoia de “Mr Tillman”, a pesar de la ironía y el ingenio habituales eran capaces de algo de humor, parecía bastante más grave de lo normal. A lo mejor deberíamos habernos preocupado como Jason Isbell, eso sí, más allá de su salud mental, su energía creativa seguía imparable y con estas 10 canciones Tillman volvía a recordar que era lo más parecido que ibas a encontrar si mezclabas la (mejor) música del Elton John de primeros de los 70 con las letras del Randy Newman de la misma época.

Tras un tiempo de descanso volvió con Chloë and the Next 20th Century, cuatro años después, por primera vez Father John Misty aparecía mucho menos en las letras, es un disco en el que se podría decir que se borra de la ecuación, metiendo incluso personajes en sus canciones. También musicalmente es algo nuevo en su carrera, cambiando el pop barroco y el folk de Laurel Canyon por el Tin Pan Alley y las viejas canciones del Hollywood dorado como inspiración. Parecía que Tillman iba a borrar a Father John Misty y eso puede que se haya confirmado con la aparición del reciente Mahasmashana, un disco que es la sublimación del personaje, aquí están todos los Father John Misty anteriores elevados al cubo.

Tillman vuelve a indagar en sus temas de siempre, autoexploración, existencialismo, salud mental o la relación con la fama, o lo poco que le toca, con la crudeza, la ironía y el humor, no falto de un punto desgarrador, habitual, rodeados de exquisitas orquestaciones, maravillosas melodías y esa voz que sigue ganando con los años. El título del disco, Mahashmashana, quiere decir en sánscrito “Gran Crematorio“, lo que puede que signifique que Tillman sigue el concepto con el que acababa Chloë and the Next 20th Century, su anterior disco, que terminaba bajo el mandato de construir vuestros cementerios sobre nuestros cementerios. Puede que Tillman esté quitándose la piel finalmente de Father John Misty en este disco, o puede que no. Lo que está claro es que el disco suena a gran final, aunque solo sea antes de comenzar una nueva etapa.

Lo que está claro es que este tipo, llámese Josh Tillman o Father John Misty, ha creado una de las discografías más interesantes de lo que llevamos de siglo XXI, un cantautor que rompe la cuarta pared y te hace preguntarte cuánto de verdad hay en sus canciones, siempre partiendo del punto de vista que se llame como se llame el que está arriba en el escenario con una guitarra siempre hay algo innatamente falso en la interpretación. Así que prefirió ser auténticamente falso en lugar de falsamente auténtico, lo que no es otra cosa que seguir ese consejo de Bob Dylan (¿o era Robert Zimmerman? ¿o era Oscar Wilde?) que dice que cuando alguien lleva una máscara, te dice la verdad. Cuando no la lleva, es poco probable que la diga.

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