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«Un blues para Teherán»: work in process

En Cine y Series 24 noviembre, 2019

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

El periodista y escritor Javier Tolentino se encuentra inmerso en un proyecto cinematográfico en el que por una vez, es protagonista. Un blues para Teherán es el título de la película con la que uno de los críticos cinematográficos españoles más respetados debuta en la dirección de largometraje, algo que puede sorprender tras una extensa y prestigiosa trayectoria tras los micrófonos, pero que, seguramente, más de uno de los fieles oyentes que han seguido durante veinte años El Séptimo Vicio considerarán una ampliación del campo de batalla, un abordaje desde una nueva perspectiva para plasmar su amor al cine.

Desde ese punto de vista, Tolentino entra en la gran tradición de cinéfilos que bajan de la grada y saltan al campo para mostrar su propio juego, como Esteve Riambau o Ángel Fernández-Santos, y para ello escribe y dirige una película rodada en Oriente, lejana en el espacio pero muy próxima en querencias y afinidades culturales. Con el eco todavía reciente de la Espiga de oro del Festival de Valladolid concedida a su trayectoria, el periodista y cineasta nos habla de Un blues para Teherán, una película en la que diferentes rostros nos muestran un Irán donde tradición y modernidad conviven y se confrontan. A través de la música y la poesía, sus protagonistas revelan los sueños que laten ocultos en sus almas…

Tolentino empieza por explicarnos su motivación para emprender el proyecto, No tengo una obsesión por Irán, pero a partir de entrar en contacto con el cine iraní (Makhmalbaf, Kiarostami…) descubro un cine con un tiempo más tranquilo que va con mi forma de hacer las cosas y, a partir de eso, me voy interesando por su cultura que voy descubriendo. Básicamente, me intereso por su poesía, empiezo a frecuentar Persépolis, que es un centro con veladas poéticas, descubro las características de las alfombras persas, y me va interesando más, añade a esto que empiezo a viajar por Irán.

«Irán esconde algunos de los secretos mejor guardados de la humanidad, sobre todo en lo que a la música y a la palabra se refiere.»

Mi primer objetivo era escribir, es como yo me siento más personal,  y empiezo a escribir sobre Irán y a compilar con fotografías un diario de viaje. Yo había hecho alguna incursión en el cine, varios cortos, un mediometraje, es algo que siempre me ha tirado. Tuve un par de proyectos, dos guiones, mi intención de hacer cine es anterior al tema iraní. Uno que no llevé a cabo, sobre Miguel de Unamuno, El fantasma enamorado, y el anterior fue la biografía de La vendedora de rosas, para la que había que ir a Colombia, ella estaba en la cárcel… Ambos intentos fallidos tenían los guiones escritos, pero no se realizaron. Con el tercero, veo que el libro no sale, sería algo forzado y me doy cuenta de que pide imagen, por lo tanto, lo veo como un cronista que va buscando las músicas iraníes para su emisora de radio y en el camino encuentra un diálogo Oriente-Occidente. Ahí nace el proyecto.

Un blues para Teherán (Javier Tolentino)

En este punto, nos preguntamos si la película responde a un género o se escapa de la clasificación, a lo que Javier Tolentino nos responde que Administrativamente es documental, pero lo que mejor lo define es no ficción, porque mezcla ficción, hay actores iraníes que interpretan personajes. El guion está abierto, hay un cambio fundamental en el proyecto que surge en San Sebastián, cuando me doy cuenta de que tenía que desprenderme del papel de periodista y actuar como un director. No dejaba de ser un cronista, pero tenía problemas con la voz en off… hasta que di ese giro. La película no tiene narrador, las imágenes se justifican por sí mismas. Es una película de no ficción que bebe del documental y del cine musical, se apoya en esas tres bases.

Tradicionalmente, Irán adaptó todo lo que le interesó de otras culturas, el espíritu ecléctico permanece y está repleto de contrastes. Por ejemplo, la música tradicional iraní (radif) se transmite de forma oral, se basa en los sonidos de la naturaleza, está muy estructurada y al tiempo incluye grandes dosis de improvisación. Abordar una historia donde la música adquiere tanto protagonismo es probablemente una dificultad añadida, Ojo, hablar de música en Irán es amplísimo, considerando la cantidad de lenguas y músicas diferentes que coexisten. No será un documental de historia de la música, pero se apoya fundamentalmente en la música y poesía iraníes.

«Todo en Irán desborda poesía; los iraníes la cantan, la escriben o la danzan. Yo amo la poesía, quizás por eso aprendí a amar a Irán.»

La industria cinematográfica en Irán se inició en la década de 1900, aunque la primera sala de proyección cinematográfica no fue inaugurada hasta noviembre de 1904, estando reservadas a los hombres hasta 1928. Sin embargo, en 1930 se funda la primera escuela de cine donde no se hace ninguna distinción por sexos. La relación entre cine y poesía refleja el aliento vital de la cultura iraní, como lo demuestran filmes experimentales como Siāvash dar Takht-e Jamshid (Siavash en Persépolis, 1967), dirigida por el poeta Fereydoun Rāhnemā o el magnífico documental sobre leprosos Khāneh siyāh ast (La casa es negra, 1962), dirigido por la poetisa Forough Farrokhzad, por lo que preguntamos al director de Un blues para Teherán por los mecanismos de supervivencia cultural de una sociedad imbuida secularmente por la expresión artística, Contestar a eso desvelaría la película. La película responde a esa pregunta. Desde los ochenta, existen límites en Irán que no pueden cruzarse, pero no se ha dejado de crear arte, literatura, teatro…  Si nos preguntamos esto desde Occidente deberíamos reflexionar sobre el expolio sobre los países de Oriente, las fronteras que dibujaron… antes de sorprendernos por lo que sucede allí. Son libres, aman su cultura, no ven un referente en Occidente. Al tiempo prohíben Facebook, pero no Instagram, el alcohol está prohibido, pero se bebe…

Un blues para Teherán (Javier Tolentino)

¿Uno de los recursos para la supervivencia en Irán podría ser la separación entre vida pública y privada? Javier Tolentino considera que aquí también se hace, aunque está claro que no es lo mismo jugarse la reputación que la propia vida… Irán está evolucionando, respondiendo desde su propia cultura sin querer volver a someterse a la ética y las políticas occidentales, que no son ningún ejemplo. Ya se fusila menos, se ahorca menos, se evoluciona. El tema del velo es una de las últimas huellas de la revolución, eso y la democracia política. Allí quieren poder ponérselo ya libremente.

Un blues para Teherán está producida por Eddie Saeta, la prestigiosa productora fundada por Luis Miñarro y Quatre Films, de la que su responsable, Alejandra Mora, nos comenta Hay parte de equipo persa muy cómplice, un productor local que nos facilitó contactos e hizo de guía, traductor, también uno de los protagonistas, que había estado en Kurdistán y nos ayudó a grabar las imágenes que llevamos a San Sebastián. Es una persona con tal carisma que fue adquiriendo un mayor papel en la producción, hasta convertirse en alguien fundamental en el proyecto.

No es difícil imaginar que el rodaje no debe ser un camino de rosas, aunque según afirma Mora Solo cabe destacar un pequeño incidente en Teherán al principio, rodando a unos niños afganos que se bañaban en una fuente. Para nosotros era una escena naïf, pero un vecino se entrometió y se agolparon treinta personas, entre policías y curiosos… Entre ellos, un policía secreta, que nos llevó a comisaría y nos pidió que borráramos las imágenes, para zanjar el asunto… y las tuvimos que borrar. El denunciante fue además de chivato un ciudadano celoso de la imagen de su país, que nos acusó de haber pagado a los niños para bañarse. Por supuesto, hemos contado con permisos, no son fáciles de obtener, pero se consiguen.

«Raras veces vemos en pantalla un retrato tan heterogéneo de la realidad iraní, contada desde la mirada alejada del folklore mediático, desde alguien que admira su cine y su cultura.»

Entre los objetivos del filme, Javier Tolentino se propone mostrar lo que no se conoce de Irán, Una de las respuestas que yo me daba para dar el salto es que el cine iraní lo muestra todo desde su cultura, pero ¿alguien les ha propuesto rodar desde el punto de vista de otro país? Me doy cuenta al haber viajado tantas veces a Irán y preguntarme también ¿estos son los persas enemigos de la cultura occidental? Quiero mostrarlos con cámara fija y que el espectador decida. Se ve como país exótico o país de terroristas, donde las mujeres son obligadas a cubrirse la cabeza. 

Un blues para Teherán (Javier Tolentino)

Y desea mostrarlo a través de la expresión artística, no de la declaración política. En la película no hay periodistas, políticos ni escritores, participa gente analfabeta, pero que sabe recitar poesía…  Un blues para Teherán se construye con pequeños fragmentos que describen el caos de la derrota y las heridas de un pueblo, Persia, que depositó las primeras piedras de la cultura occidental: la adivina Mehraein; Bahman, músico taleshi, que cuenta cómo el origen de la música surgió de la voz de una mujer, el grafitero Icy, que acaba de salir de prisión por su arte subversivo… Sin olvidar el importante papel que la adivinación tiene en el mundo iraní, La adivinación (el libro de Jafet), está muy integrada en la sociedad, sobre todo en la sociedad rural más atrasada se recurre a la interpretación de los poemas, de los caracoles… para desvelar el futuro.

¿Un blues para Teherán podría estrenarse en Irán? Sí, lo deseo —afirma Tolentino— pero va a haber que superar algún capítulo, la verdad es que con los cambios paulatinos, pero sin pausa que están sucediendo, es muy posible que cuando esté lista se pueda exhibir. Lo maravilloso es que las mujeres pudieran cantar (no pueden hacerlo como solistas ni en público). La recitadora de versos es integrista, partidaria del rey que vendrá a pacificar tras una guerra… otro personaje la rebate… todos los temas que surgen en la película salen de los propios personajes, nosotros no hemos ido a provocar nada.

Irán, como las obras clásicas, tiene decenas de interpretaciones diferentes, como se verá en el filme, que todavía está en construcción. Hemos rodado muy poco, alguna escena, pero los viajes han sido de localización y preproducción. La realidad nos ha enriquecido el guion, necesitamos personajes que justo íbamos encontrando, una cantante, un pescador rapsoda en el Caspio. Cuando dimos con Erfan, un joven bufo e irónico, encontramos la metáfora perfecta de todo un país, perdido y dividido entre sus dogmas y sus ansias de progreso. Él fue el vehículo a través del cual llegamos a conocer al resto de personajes que compondrían este blues: Mehraein, Bahman, Golmehr, Asghar, Army, Yasi y Meysam. 

El proyecto ha abierto al público la colaboración en la producción, a través de la campaña de crowfunding abierta en la plataforma Verkami, en la que los participantes pueden acceder a diversas «recompensas» a cambio de su contribución. Respecto a la fecha prevista de estreno, no se descarta su participación en el próximo Festival de Berlín, aunque como afirma Alejandra Mora La película se va construyendo y llegará en su momento.

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