El músico norteamericano Luke Winslow-King recala de nuevo en los escenarios de nuestro país para hacer gala de su capacidad como sagaz orfebre de los géneros de raíz americana.
Ya sea con una coartada vintage o meramente revisionista, asombra constatar cómo en los últimos tiempos los sonidos de raíz americana gozan de un estupendo estado de salud y una acogida más que calurosa. También (o especialmente) en Europa. Los caminos de eso que llaman modernidad han acabado por asumir sin ambages los entresijos de la tradición, y eso ha redundado en que el country, el blues, el soul o el rythm’n’blues sean hoy en día monedas de uso corriente y plenamente asumidas, aunque sus divisas rara vez traspasen los límites de la reverencia debida.
Uno de los muchos nombres de ese abundante pozo sin fondo en el que podemos subsumir casi toda la música enraizada en la tradición norteamericana es el de Luke Winslow-King. Estuvo en nuestro país hace solo cinco meses, pero ahora vuelve de nuevo con una gira que amplía sus fechas con respecto a lo que ofertó en enero: ha pasado ya por Avilés, Zarautz y Santander, y esta semana lo hace por Madrid (10 de junio en El Sol), Valencia (11 de junio en Loco Club), Huesca (12 de junio en Sala El 21) y Girona (13 de junio en la Plaza del Milenio de Platja d’Aro).
Estupendo guitarrista y taimado compositor, el de Nueva Orleans (criado allí, aunque nacido en Michigan) es todo un orfebre de los géneros más clásicos del arbol genealógico de la música popular norteamercana. El blues del Delta e incluso el jazz de los años 20 y 30 componen el substrato del que se nutre su discurso, convenientemente aderezado con modismos folk, ragtime, swing, pop o rock. Su lugar de procedencia es más que patente en sus canciones, que transpiran esa humedad tan propia de Louisiana, sempiterno cruce de caminos de diferentes traduciones culturales y de sonoridades vetustas.
El sello Bloodshot, santo y seña de gran parte de la mejor música de hechuras yanquis, le echó el lazo a la altura de The Coming Tide (2013), un segundo disco cuyas trazas se vieron reafirmadas con el vivificante Everlasting Arms (Bloodshot, 2014). Ambos discos, presentados habitualmente junto a su esposa, Esther Rose, justfican que Winslow-King se haya hecho un nombre compartiendo escenarios junto a músicos de la talla de Jack White, Taj Mahal o Chris Tile.
Así que su sola presencia es garantía de maestría a la hora de ahormar los géneros de raíz a su propio latido creativo. Como muestra, este directo de poco más de 20 minutos para la estupenda retahíla de sesiones en directo de la emisora KEXP de Seattle . El mejor teaser posible, por si alguien aún lo necesita.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!