Si algo hay que reconocer a los responsables del Sitges – 53 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya es, sin ningún género de duda, su capacidad de resiliencia en un contexto tan caótico y complicado como el que nos ha dejado la pandemia del coronavirus.
Veamos: el mayor mercado de cine del mundo, el festival de Cannes, cancelado. Otros certámenes fantásticos también suspendidos por este año. Fantasia, probablemente el festival de cine fantástico más importante después del de Sitges, reconvertido en su totalidad en un evento online. Y sin embargo, Ángel Sala, director del festival, y Mónica García, directora general de la Fundació Sitges, han comparecido en rueda de prensa para avanzar detalles de la edición de 2020 que, aunque será híbrida entre el formato tradicional presencial y el online, intentará parecerse lo máximo posible a cualquier otra edición anterior.
Los responsables de Sitges trabajan en reforzar esa parte online con una plataforma que nos da todas las garantías que exigen productoras y distribuidoras, según García. Aunque no se han avanzado más detalles, ha dejado claro que las películas que se vean online tienen una limitación de 1.200 tickets por película, de ahí tendrán que salir todas las entradas, tanto las de público como las de industria o prensa. El festival trabaja con la idea de que la mayor parte de la programación —alrededor del 80%, según confirma García—, pueda verse en dicha plataforma.
La rueda de prensa fue presencial, y no virtual, una declaración de intenciones en sí misma.
Sin embargo, el mensaje que se quiere lanzar desde el festival es justo el opuesto, es un mensaje que pretende preservar y dar preponderancia a la parte tradicional, la presencial, con una programación que, eso sí, se verá reducida en más del 50% respecto a la del año pasado: en 2019 se proyectaron unos 250 largometrajes, y Sala ha revelado que este año se trabaja con una programación de unas 120 películas.
Una muestra de esa resiliencia la encontramos precisamente en el detalle de la rueda de prensa, que fue presencial, y no virtual, como lo son la mayoría en España desde el pasado marzo. Una declaración de intenciones en sí misma.
Esta comparecencia, en un año normal, habría sido la segunda. Antes habría habido otra en la que se habría presentado tanto el leit motiv como la imagen gráfica de la edición. Como la pandemia impidió esta primera rueda de prensa, se ha impuesto la acumulación de novedades y, no solamente se ha desvelado el cartel del Sitges 2020, sino que también se ha avanzado la película que lo inaugurará, algo que casi nunca se anuncia en julio, ya que suele hacerse público bien entrado el mes de agosto.
Respecto a la imagen (y el leit motiv), el festival rinde tributo al centenario de una obra capital en la historia del cine fantástico, El gabinete del Dr. Caligari que en palabras de Sala es seguramente la primera película fantástica de la historia del cine. En el cartel, de una belleza totalmente arrebatadora, Sitges está transformado en Holstenwall, el arquitectónicamente imposible pueblo donde acontece la mayor parte del clásico dirigido por Robert Wiene. Coronando las calles de la imagen, como no podía ser de otra manera, la inconfundible iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla y, por las tortuosas escaleras, si uno se fija lo suficiente, hasta es posible encontrar a Cesare llevando a cuestas el cuerpo de Jane Olsen.
El homenaje será también, por extensión a una manera de entender el arte, al expresionismo alemán, que ya alberga en su propia concepción una aproximación al hecho fantástico: surge a principios del siglo XX como reacción al naturalismo del siglo XIX y, frente al realismo de aquel, impone una visión subjetiva de la realidad que a menudo implica su deformación.
Es una buena oportunidad, pues, para ofrecer una mirada retrospectiva hacia una forma de arte que, sin duda, está en la génesis del género fantástico cinematográfico y cuya influencia es posible rastrear hasta nuestros días, desde las obras de cineastas como Carl Theodor Dreyer, Orson Welles o, más recientemente, Tim Burton. De hecho, el certamen dedicará libro y retrospectiva a la influencia que Caligari (y el expresionismo alemán en el cine) ha tenido en el cine fantástico posterior.
Vamos con la película inaugural. Malnazidos, dirigida por Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro, es la adaptación de la novela de Manuel Martín Ferreras Noche de difuntos del 38. Ambientada en los últimos compases de la Guerra Civil española, la película sigue a un grupo de combatientes de bandos rivales que deberán unir sus fuerzas contra un enemigo común, mucho peor que ellos: una plaga de zombis. Y ojo, porque también de zombis va una de las películas más esperadas del año, la secuela de Train to Busan, Peninsula, que se podrá ver igualmente en Sitges.
Una de las sorpresas de Sundance, que este año aún pudo realizarse con normalidad (snif, snif), también aterrizará en Sitges. Se trata de Relic, el debut de la australiana Natalie Erika James que, además, está funcionando bastante bien en taquilla en los cines de Estados Unidos que están abiertos.
No será la única película dirigida por mujeres que se proyectará en Sitges, una tendencia que en los últimos años se está consolidando en el fantástico y del que aquí se han visto muestras tan representativas como Babadook o Crudo. Por ejemplo, y también llegada de Sundance, Zoé Wittock presentará Jumbo, la surrealista historia de amor entre una mujer y… una atracción de feria. Película, pues, muy aconsejable para todos aquellos sabelotodo que van por la vida con el mantra de que ya lo han visto todo en el cine.
Más películas de autoría femenina: Brea Grant, actriz que el año pasado en Sitges protagonizó una de las películas en sección oficial a concurso, Something Else, se pasa este año al otro lado de la cámara para dirigir su segundo largometraje, 12 Hour Shift. Y desde Canadá, llegará Slaxx, dirigida por Elza Kephart, que ahonda en lo ya mostrado el año pasado en Sitges por In Fabric y propone otra clase de tela asesina: allí era un vestido rojo, aquí son unos tejanos.
Otro título ya confirmado para este Sitges 2020 es Psycho Goreman, de Steven Kostanski, que promete un argumento descerebrado en el que dos niños resucitan a un anciano extraterrestre al que, mediante un amuleto mágico, obligan a ejecutar toda clase de caprichos infantiles, hasta que accidentalmente atraen hasta su ciudad a un grupo de asesinos intergalácticos.
Y por último, dos propuestas españolas. Una es No matarás, de David Victori, protagonizada por Mario Casas. La otra es La vampira de Barcelona, un terrorífico drama dirigido por Lluís Danés y basado en unos hechos reales acontecidos en la Ciudad Condal a principios del siglo XX.
Ah, y cuidado, porque Sitges recupera este año dos monumentales clásicos en copias remasterizadas en 4K: El hombre elefante, de David Lynch, y Desafío total, de Paul Verhoeven.
Habrá más películas, por supuesto, y más tiempo para hablar de ellas. Pero este es un primer avance de un festival empeñado en luchar no tanto contra la pandemia, sino más bien contra sus efectos en la cultura en general y en el cine y los festivales en particular, donde ha dejado un panorama francamente preocupante y desolador.
Se hablaba mucho en las semanas previas acerca de si Sitges incluiría alguna referencia al virus en su leit motiv. No ha sido finalmente lo que se había anunciado el pasado año, un repaso a la evolución del género con un completo programa de conferencias y otros actos que, por motivos obvios, ha tenido que suspenderse, pero tampoco han querido mostrar el más mínimo comentario acerca de la situación sanitaria actual.
Dando por completo la espalda al coronavirus no pretenden ni mucho menos negarlo, como hemos visto en los últimos días que sí que hacen muchas personas, sino alimentar la visión fantástica de la realidad que el festival propone admirablemente desde hace ya 53 años.
En Sitges miran hacia el futuro, y este lo año lo hacen desde el pasado, desde el expresionismo alemán. Larga vida, pues, a este festival que, en momentos donde la realidad es tan asfixiante, ha entendido perfectamente cuál es una de las principales funciones del género cinematográfico fantástico.
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