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Leonard Cohen: escritor antes que cantautor

En Cultura domingo, 19 de julio de 2020

Irati Martínez

Irati Martínez

PERFIL

El cantautor y poeta canadiense Leonard Cohen, fallecido en noviembre de 2016, dejando tras su marcha un vacío irremplazable en la música, la poesía y la literatura occidental,  invitaba al lector a sumergirse en su propio campo de batalla con estos primeros versos de su poemario La energía de los esclavos (1972):

Bienvenida a estas líneas.

Hay una guerra en marcha,

pero trataré de que te encuentres a gusto.

Cohen, apodado el judío de Montreal, fue durante seis décadas una poderosa figura de la música mundialmente respetada, querida, valorada y recordada desde sus comienzos en la década de los 60 hasta el día de hoy. Un artista de complejidad y sensibilidad abrumadora, de admirable humildad dentro y fuera del escenario y de inagotable energía y talento, con el cual nos deleitó hasta el fin de sus días.

Leonard Cohen

Extraño resultaría encontrar a alguien que no haya escuchado “Hallelujah”, tal vez su composición más reconocible, o la dulce y melancólica “Suzanne”, la cual también se encuentra entre las más conocidas del cantautor canadiense. Pero, dejando a un lado su inmensa creación musical, sus múltiples discos, premios y reconocimientos, en este texto hablaremos de su faceta como novelista, ya que este fue su comienzo como artista, años antes de dedicarse enteramente a la poesía y a la música. Tal vez este dato os resulte completamente nuevo y revelador o tal vez ya hayáis oído hablar de ello. En cualquier caso, nunca es un mal momento para recordar las dos novelas que Leonard Cohen legó a la literatura mundial, para valorarlas y tratar de comprenderlas. Para disfrutarlas y recordarlas. Para dar gracias por tan inmensa calidad y complejidad literaria.

Antes de nada, hemos de avisar al futuro lector o lectora de un pequeño detalle: muy probablemente, nunca antes habréis leído algo semejante a lo que descubriréis en El juego favorito (The Favourite Game, 1963) o en Hermosos perdedores (Beautiful Losers,1966), las dos únicas novelas publicadas del fallecido artista canadiense. Y la razón por la que destaco esto, es porque esta literatura que se nos presenta no es nada parecido a lo convencional, a lo que tal vez muchos estemos acostumbrados.

leonard cohen

Estos textos son un regalo para quien tenga la fortuna y la voluntad de leerlos. Un billete de ida y vuelta a una de las mentes más brillantes e intrigantes del siglo XX. Un privilegio de tinta y papel, un trayecto por un océano de pensamientos, metáforas, alusiones, simbolismo, imaginario religioso y parte autobiográfica, entre otras muchas cosas, que harán de la lectura un descubrimiento único y particular.

Ambas, en especial Hermosos perdedores, no son sencillas de leer, debo prevenir, sin ánimo de desmoralizar a nadie. Pero requieren, a mi parecer, un entrenamiento literario previo. Has debido leer bastante para enfrentarte a estos dos textos, a cada cual más complejo, enrevesado y complicado de interpretar que el anterior.

Leonard Cohen

Primera edición de The Favourite Game.

El juego favorito, según afirmó nuestro autor en una entrevista promocional por su lanzamiento, realizada en la televisión canadiense a principios de los años 60, fue la tercera novela que escribió, aunque la primera en ser publicada. Esta, gira en torno a la vida de un joven de una vieja familia judía de Montreal, llamado Lawrence Breavman, quien a través del texto nos revelará sus inquietudes y pasiones, aquello que lo mueve y conmueve, las primeras experiencias casi adultas que experimenta y a las que entrega su alma de poeta. Y también aquellas mujeres que dejan huella en él y que recuerda absolutamente siempre con una pasión y un cariño que resulta casi demoledor.

Esta es una novela de aprendizaje donde se nos muestra, a través de una prosa poética sugestiva, un período vital de la vida de un joven, quien se enfrenta no solo a un mundo ya adulto, sino a todos los demonios que en este habitan. Escrita de tal manera que lo pesado se transforma en liviano, lo filosófico en difuso, lo carnal de pronto es tangible y la intimidad del autor se nos ofrece como un pedazo de carne al que hincarle el diente.

La constante formación de imágenes poéticas hacen de esta lectura una proeza distinguida entre tantas otras obras de tono más convencional. Aun así puedo asegurar que de las dos novelas, la lectura de El juego favorito es la más sencilla de asimilar.

Leonard Cohen

Primera edición de Beautiful Losers.

Hermosos perdedores —también traducida como Los hermosos vencidos—, segunda novela publicada de Leonard Cohen en el año 1966, nos plantea otro tipo de argumento, a pesar de que el estilo narrativo (la prosa poética) esté presente constantemente en el texto, añadiéndose también textos e imágenes con carácter comercial, poesía en estado natural o elementos propios de los guiones de cine, televisión e incluso del teatro.

Pero, ¿cómo definir esta novela? Se puede etiquetar de tantas maneras… Podríamos destacar que contiene algo de autobiografía, de auto ficción, de simple ficción, de novela política, erótica, filosófica, religiosa, histórica y un largo etcétera que no conseguiría siquiera definir en su totalidad la cantidad de estilos que alberga este texto tan particular.

Su argumento gira en torno a un triángulo amoroso/carnal entre tres personajes unidos por una figura religiosa del siglo XVII y convertida en santa, llamada Catherine Tekakwitha. Estos, aparecerán y desaparecerán constantemente en el texto; personajes tales como F., Edith, o el propio narrador, carente de nombre. The Daily Telegraph definió esta novela como el equivalente de Hair en la escena y de Easy Rider en la pantalla, y no podría haber una comparación más justa e inequívoca que esta, ya que resulta que es una de estas obras únicas en su especie, con una carga metafísica, religiosa, política y sexual tan absolutamente latente en cada párrafo y capítulo, que su lectura supone para el lector una experiencia casi mística de la literatura moderna experimental.

Leonard Cohen

Es por esto por la que la lectura de esta obra puede resultar una experiencia literaria distinta frente a todo lo que hayáis podido leer con anterioridad. Su honestidad y misticismo os han de atrapar en un viaje que casi roza lo psicodélico, muy en la onda de la década de los 60 que vivió y en la que se inspiró el autor.

En definitiva, de un artista del cual su música y su poesía son tan accesibles y conocidas, sería una verdadera pena no dejarse sorprender por su prosa poética, por sus soliloquios de mística religiosa, por su deseo sexual, por su voz pausada, herrumbrosa y solemne, que toma cada palabra y la convierte en una declaración, brindándola a sus lectores para que de esta manera le podamos conocer algo mejor.

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