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Cine y Series

Un tango más, aunque sea el último

En Director's Cut, Cine y Series lunes, 28 de agosto de 2017

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Nacidos para el tango, María Nieves Rego y Juan Carlos Copes cruzaron sus miradas por primera vez en una milonga de Buenos Aires, cuando ella contaba 14 años y la timidez de acompañar a una hermana mayor. Un año más tarde, comienzan a bailar juntos y él se declara. La pareja sentimental y artística constituida in situ, comenzó una carrera dancística que se prolongaría durante cincuenta años.

Un tango más (2015) es un documental coreografiado, en el que los testimonios de María y Juan, así como sus imágenes de archivo, son amplificados y recreados por los jóvenes bailarines Juan Malizia y Ayelén Álvarez, en un juego de espejos intergeneracional, que no se limita a imitar sino que interactúa con la prestigiosa tanguista, en impagables conversaciones. La belleza y la ingenuidad (a los 81 años) de Rego ofrecen las imágenes más conmovedoras y auténticas del metraje, a lo largo de los diálogos y declaraciones que van configurando un retrato fresco y fiel.

Tango

María y Juan formaron un equipo de trabajo infatigable, una fuerza artística que mantuvo alto el pabellón del tango incluso en los tiempos de rock and roll, aguantado enganchados hasta que llegó el revival y las largas colas en los principales teatros del mundo, de París a Nueva York y Tokyo, donde fueron encumbrados y se codearon con las élites, con ellos el tango salió de las milongas y ascendió a los escenarios más prestigiosos.

Rego y Copes, en el cumpleaños de Ronald Reagan en 1986

Dicho así, la maravillosa película de sus vidas debería ser un canto al amor y la danza, sin embargo, la relación de poder y humillación que duró medio siglo quedó siempre a la sombra del éxito artístico, del renombre, del tango. Tanto es así, que la película se convierte en íntimo testimonio que aun duele -aunque la serenidad y clase de la bailarina lo disimulen-, en lúcida mirada retrospectiva, que no busca la sangre sino la paz.

La balanza no equipara a la pareja de baile sino que la desequilibra por el peso de la manipulación, cada vez que con una sonrisa tan ancha como su sinceridad, María Nieves remacha con un nuevo clavo el féretro de su historia. A la pregunta de si volvería a vivirlo todo de nuevo, contesta: Sí, pero sin Juan. El recuerdo no endulza, se asume la felicidad de consagrar la vida al baile, el pesar de perder la oportunidad tan deseada ser madre de familia, de acabar convertida ella misma en esa escoba que cuando niña fue su pareja de tango. Y ahí van la boda de pega en Las Vegas, el arranque sincero e insultante sentencia de Copes –ella era mía- que alardea de la cosificación de quien fuera su cómplice y también su marioneta.

Un tango más (Germán Kral, 2015)

Wim Wenders, productor del filme y Germán Kral, su director, son viejos conocidos, su primer encuentro fue en 1994, a raíz del filme Die Gebrüder Skladanowsky, para el canal ARTE y han seguido colaborando hasta hoy, en este caso ambos contaban con experiencia sobre películas de danza. Inseparable del baile y origen de todo, la música es fundamental en una película cuya banda sonora consta de clásicos del tango, seleccionados por Luis Borda, interpretados por la orquesta Sexteto Mayor especialmente para la película, y por cantantes como Lidia Borda, Chino Laborde y Noelia Moncada, junto grabaciones originales de 1939 (“De Antaño”) y 1941 (“Yo Soy El Tango”).

Si la vida es un tango, la de María Nieves Rego y Juan Carlos Copes no ahorra una sola de sus convenciones para ofrecer un magnífico espectáculo, no solo audiovisual.

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