El Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya ya empieza a dar señales de vida después de su letargo invernal. El director del festival, Ángel Sala, ha presentado las primeras novedades de un certamen que este año ha de ser obligadamente especial: Sitges cumple 50 años de vida. Las novedades son muchas y empiezan en la propia imagen, con un nuevo logo que presenta al gorila enmarcado por un 50.
La nueva marca acompañará al festival en todos sus actos oficiales a lo largo de este 2017 y es un paso lógico porque el festival tenía muchas imágenes, muchos logos, y se ha decidido concentrar esta imagen en un único personaje, el gorila, que cuando aparece antes de las películas arranca los aplausos de todo el público, según explica Sala.
También hay novedades en lo que respecta a este aniversario, con una variada selección de actividades especiales de las cuales destacan dos con luz propia: una exposición que primero se podrá ver en la Filmoteca de Catalunya y, en octubre, en Sitges, y en la que se repasan los 50 años de festival, a través de carteles y fotografías; y un ciclo de 50 películas que se pasarán también en la Filmoteca y que suponen un generoso repaso a algunos momentos míticos de la historia del festival.
Gracias a ese ciclo se podrán volver a ver, por ejemplo, el lápiz retorciéndose en el tobillo de Posesión infernal, (The Evil Dead, 1981, Sam Raimi), el perro cuya cabeza se abre monstruosamente de La cosa, (The Thing, 1982, John Carpenter), la sepia viva siendo engullida por el protagonista de Oldboy (Oldeuboi, 2003, Chan-wook Park), la Niña Medeiros (o lo que queda de ella) de [·REC] (2007, Jaume Balagueró y Paco Plaza), o el baile de la oreja cortada de Reservoir Dogs (1992, Quentin Tarantino).
Respecto al cartel y el leit motiv, una sola palabra: Drácula. Pero ojo, que tal y como Sala ha subrayado en más de una ocasión durante la rueda de prensa, Drácula, no vampiros. Es decir, que el certamen se va a centrar exclusivamente en las reencarnaciones del mítico personaje creado por Bram Stoker y va a obviar por completo toda la filmografía periférica relativa al vampirismo.
En este sentido, la celebración del mito se aprovechará de un hecho bastante significativo: este 2017 se cumplen 25 años del estreno de Drácula de Bram Stoker (Bram Stoker’s Dracula), la extraordinaria visión que del personaje llevó a cabo Francis Ford Coppola en 1992. La película se pasará este Sitges y atención porque Sala ha advertido que será en el Auditori y con una copia de unas condiciones bastante impactantes.
El Drácula de Coppola encabezará una retrospectiva centrada pues, de manera exclusiva, en la figura creada por Bram Stoker. El ciclo no será muy largo, habrá de todo y no será tópico, recuperando incluso títulos desde cinematografías como la española, la catalana, la europea o la asiática.
Es bastante posible, pues, que además de los canónicos Dráculas de Bela Lugosi, Christopher Lee y Frank Langella (todos ellos inmortales tanto dentro como fuera de la pantalla), acaben asomando sus colmillos por aquí otros menos ortodoxos, como alguno de los que rodó Jesús Franco (uno de ellos, por cierto, interpretado por el mismísimo Christopher Lee), el de Paul Morrissey y Andy Warhol, el de Paul Naschy, el de Pere Portabella, o -y este sería muy interesante- el Drácula con actores hispanos que Universal rodó por las noches en los mismos decorados donde de día Tod Browning y Bela Lugosi rodaban el suyo.
Aunque ya lo dejo caer aquí y ahora: cualquier retrospectiva de Drácula quedará coja si no incluye por lo menos las versiones de Duncan Regehr en Una pandilla alucinante (The Monster Squad, 1987, Fred Dekker), y la de Miles O’Keeffe en Waxwork (1988, Anthony Hickox). Ambas son apariciones episódicas (especialmente la segunda) pero que guardan una preciosa coherencia interna: las dos películas son homenajes al cine de terror clásico desde una perspectiva teen y decididamente gamberra. Muy del gusto, pues, de la audiencia del festival.
La decisión de acotar la retrospectiva sólo a Drácula, excluyendo cualquier otra manifestación vampírica, es consecuente con una programación que muy probablemente será tan exuberante como Sala y su equipo nos tienen acostumbrados. Dejará fuera de juego muchas, muchas películas decisivas, algunas probablemente con mayor peso específico que determinadas versiones de Drácula, pero al mismo tiempo cierra la mirada sobre un único objeto, y eso es muy de agradecer en un festival donde el foco es a menudo disperso y desbordante.
El cartel refleja perfectamente esta intención de centrarse en el personaje de Bram Stoker: envuelto en bruma, un espectral Drácula da la espalda al espectador de manera ciertamente inquietante. Es un cartel extraordinario, uno de los más sugerentes de los últimos años que además, tal y como el director del festival pone de manifiesto, remite a la obra de dos grandes pintores: los paisajes de William Turner y, sobre todo, el romanticismo de Caspar David Friedrich, con cuyo El caminante sobre el mar de nubes guarda un hermoso paralelismo.
Respecto a la programación oficial, Ángel Sala lo ha dejado todo para la rueda de prensa del próximo mes de julio. Dice que hay películas cerradas, otras en negociaciones, pero no avanza nada. Podemos esperar, sin embargo, una fuerte presencia de películas proyectadas en el reciente festival de Cannes, del cual Sala ha dicho que la sección oficial era prácticamente para cogerla y traerla toda entera. Según el director de Sitges, la cosecha de este año es realmente buena, lo viene siendo últimamente todos los años pero por lo que hemos visto en Berlín, Los Angeles, Hong Kong y Cannes, este es un gran año para el cine fantástico”.
Y eso sí, parece ser que Sitges consolidará la presencia cada año más potente de series de televisión, bueno, de ex-series de televisión, en palabras del propio Sala: Ya nunca más hablaremos de series de televisión, olvidadlas por favor, las series de televisión han muerto, hay un concepto nuevo que es “audiovisual serializado”, no hay series de televisión, y es que la televisión es otra cosa también, ha muerto y ha creado un espacio rico que nosotros exploraremos, habrá mucha ficción serializada en Sitges 50 porque estamos ante un fenómeno fascinante y revolucionario. Palabra de Sala.
Lo que sí se ha anunciado son dos presencias que se suman a la ya conocida de Guillermo del Toro, que será el padrino oficial de esta 50 edición del festival de Sitges. Por un lado Johnnie To, director de referencia en el certamen, cuyas películas han aparecido con frecuencia en la programación en sección oficial a concurso. Y por otro lado, ni más ni menos que William Friedkin, director que forjó su fama en los años 70 gracias a French Connection: Contra el imperio de la droga (The French Connection, 1971) y sobre todo gracias a una película absolutamente histórica para el cine de terror que lo cambió todo, porque puso el satanismo y la posesión diabólica en una cinta de estudio de gran presupuesto y, además, porque siendo una película de terror ganó el Oscar al mejor guion adaptado, tal y como ha descrito Sala a El exorcista (The Exorcist, 1973).
A Friedkin se le otorgará un Gran Premio Honorífico, un reconocimiento necesario porque urge reivindicar a un director sobresaliente, de una vigorosidad extraordinaria, que desgraciadamente no ha tenido mucha suerte en Hollywood a pesar de que en su carrera ha dirigido películas memorables. Por citar algunas, y además de las dos mencionadas antes, suyas son Carga maldita (Sorcerer, 1977), A la caza (Cruising, 1980), Vivir y morir en Los Angeles (To Live and Die in L.A., 1985), Desbocado (Rampage, 1987) o La tutora (The Guardian, 1990).
Teniendo en cuenta la verborrea de Friedkin, su conexión con la mejor generación de directores de cine de la historia (Coppola, Spielberg, Scorsese, Lucas, Carpenter, Dante, Cameron, Landis, etc.), y que no tiene precisamente pelos en la lengua, es bastante probable que su presencia acabe aportando algunos de los mejores momentos de este 50 aniversario del Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.
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