El Festival de Cannes ha seleccionado en esta edición tres sobresalientes filmes fantásticos, dos en Un certain regard: Lamb (Valdimar Jóhannsson, 2021) y The Innocents (Eskil Vogt,2021); y un tercero en Competición, Titane (Julia Ducournau, 2021). Todas estas películas apuestan por la integración de los diferentes llevando hasta el extremo sus capacidades, manifestadas en diversos poderes, pero siempre apelando finalmente a la generosidad y al amor.
Noomi Rapace, de vuelta a su tierra natal, Björn Hlynur Haraldsson y Hilmir Snær Guðnason protagonizan el primer largometraje del director islandés Valdimar Jóhannsson, que lleva ya una remarcable carrera a sus espaldas como cámara y técnico de efectos especiales. En un desolado y sugestivo paisaje, la pareja formada por María y Ingvar vive apaciblemente en su granja, hasta que nace un misteriosa oveja que podría vivir en la isla del doctor Moreau… y a la que adoptan como si fuera su propia hija. La magia de Lamb recorre el filme, con un poder de sugestión que nos hace pasar de la sonrisa a la carcajada, pero también nos encoge el corazón. Con una gestión magistral del suspense y la dosificación de la información hasta el clímax final, el paisaje, la historia, la fotografía y las elecciones estilísticas convierten el debut de Jóhannsson en una pista a seguir.
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El guionista noruego Eskil Vogt, colaborador habitual de Joachim Trier (Thelma, El amor es más fuerte que las bombas) dirige en su segundo largometraje a un reparto infantil capaz de helar la sangre a cualquiera. En The Innocents cuatro niños, tres de ellos con poderes telekinésicos y telepáticos, pasan sus vacaciones en un solitario complejo residencial que los vecinos han abandonado durante el verano. Ida (Rakel Lenora Fløttum) acaba de mudarse con sus padres y su hermana autista Anna (Alva Brynsmo Ramstad) y traba amistad con Ben (Sam Ashraf), mientras que entre aquella y la pequeña y dulce Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim) surge una relación de enorme cercanía y entendimiento. La utilización de los edificios, las escaleras, el bosque o el parque de juegos tiene un papel dramático imprescindible capaz de convertir lo inocente o cotidiano en perturbador y amenazante.
Vogt exhibe la violencia diabólica sin ningún pudor y, a la vez, incide en la impotencia de los progenitores, la incapacidad para atender las necesidades educativas y afectivas de sus hijos y también sus propias limitaciones. Una de las familias está formada por un padre y una madre, pero las otras dos son monoparentales, con madres para las que la crianza no es un camino de rosas sino una dolorosa tarea que puede acabar con su propia vida.
Como declara el propio director: No creo en el cliché de los niños angelicales. Venimos al mundo sin código moral, sin empatía, un poco como los sociópatas narcisistas, y hay que aprender los códigos de la socialización al crecer.
Crudo (2016) perturbó a las audiencias de todo el mundo con una propuesta fantásticamente terrorífica que obtuvo el premio Fipresci en el Festival de Cannes. Cinco años después, Julia Ducournau regresa con un filme no menos impactante y simbólico, Titane (2021). Vicent Lindon, Agathe Rousselle y Garance Marillier (Crudo) protagonizan un filme de alta fisicidad, donde la violencia y la acción corren parejas a la potencia de la propuesta subyacente bajo la pirotecnia.
A la pequeña Alexia se le implanta una placa de titanio en su cráneo tras sufrir un accidente de automóvil, y ya siendo adulta exhibe sus cicatrices como un atributo. La difícil relación con sus padres, que provoca indirectamente aquel accidente, marca su evolución, lanzándola a una carrera de violencia, incompresión y aislamiento. Los automóviles siguen jugando un papel crucial en su vida, que se gana como gogó de exhibiciones, y provocarán toda la bizarrería de chapa, pintura y engrase que se despliega a borbotones ante nuestra atónita mirada. En Titane los coches no derrapan, pero pueden ser los hijos de Christine y cruzar los límites de la física y la mecánica.
Estas tres películas estrenadas en Cannes, ejemplos sobresalientes de cine fantástico, tienen en común una reflexión muy contemporánea sobre la familia y las relaciones elegidas, la tolerancia y la aceptación. En la estela del Nadie es perfecto, Vincent Lindon, en su sobrecogedora actuación, dinamita los límites del dolor, de la resiliencia, y del amor incondicional. Julia Ducournau demuestra su audacia, incluido el sentido del humor, en un filme que va a marcar esta edición del festival por su capacidad de impactar más allá de la violencia y la fantasía, porque la potencia de su propuesta radica en su mensaje, no en la plasmación, que por otra parte, lo vehicula a la perfección.
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