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66 Festival de San Sebastián: #1 Siminiani, Louis Garrel y Celia Rico

En Cine y Series martes, 25 de septiembre de 2018

Inés Calero

Inés Calero

PERFIL

La 66ª edición del Festival de San Sebastián inauguró sus proyecciones con El amor menos pensado, la última comedia argentina protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán. El director debutante Juan Vera –que suma experiencia como productor y guionista–, cuenta con la brillante actuación de sus intérpretes como punto muy favorable. Marcos (Darín) y Ana (Morán) llevan casados más de 25 años y entran en una crisis más caprichosa que existencial que los lleva a separarse. De ahí devienen una serie de desenfrenos de nueva soltería y dudas que les llevan a cuestionarse si hicieron bien. Vera no trata la separación como una derrota, en especial para la mujer, algo que se refleja en ocasiones en las comedias románticas, pero sí que se trata como un capricho de pareja. Resulta una comedia simpática, elegante, nostálgica y fantástica, como si de una película de Woody Allen se tratase.

Extrañó que una producción tan comercial protagonizará la inauguración de un festival que promete emociones fuertes, con las películas de Peter Strickland, Claire Denis o Carlos Vermut entre su programación. Así, las jornadas de proyecciones se han sucedido con estrenos realmente válidos que han hecho casi olvidar a El amor menos pensado.

#1. Apuntes para una película de atracos

Apuntes para una película de atracos de Siminiani abrió la sección de New Directors con una genialidad de docu-ensayo sobre el testimonio del Robin Hood de Vallecas, alias Flako, el ladrón de bancos más buscado durante la crisis económica española. Seis años después de Mapa, fiel a su estilo, Siminiani vuelve a situarse como personaje –y también lo hará con su pareja, Ainhoa. Flako está en la cárcel por atracar bancos con la técnica del butrón, Elías nunca se había relacionado con presos. Con este inicio, el filme es un maravilloso e impulsivo retrato del proceso de documentación y de creación en el cine,aque comienza con la desconfianza del personaje y termina siendo la crónica de una amistad entre dos personas de universos distintos con un objetivo común: realizar una película de atracos. Está previsto que lo nuevo de Siminiani se estrene en salas españolas el 5 de diciembre.

#2 Las herederas y la sociedad rural latinoamericana

Tras arrasar en el pasado Festival de Berlín, donde se llevó tres premios (Especial del jurado, Mejor actriz y FIPRESCI), ahora ha sido la encargada de inaugurar la sección Horizontes latinos en el Zinemaldia donostiarra. Las herederas, la ópera prima de Marcelo Martinessi propone una historia de amor clandestina de dos mujeres de 60 años en un contexto clasista y machista. La película destaca por su narración sutil y elegante, en el que la elipsis de planos dice más de lo que elude. La protagonista, Chela (una fantástica Ana Brun), encuentra su empoderamiento personal cuando todo su alrededor cambia. Buscará la necesidad de sentirse realizada y liberada, pese a haberlo tenido todo y ahora no tener dinero ni patrimonio. Con la cinta, al fin y al cabo, Martinessi habla de los muros morales y sociales que no dejan de construirse en Paraguay, en una sociedad extremadamente conservadora donde el amor lésbico y en la tercera edad no se antoja ni en sueños.

Con la misma vocación de denunciar la opresión social y en la misma sección, se estrenó Marilyn, la ópera prima de Martín Rodríguez Redondo. El director argentino presenta a Marcos, un campesino de diecisiete años que descubre su homosexualidad en un ambiente hostil. La película retrata la maldad y la falta de tolerancia en entornos rurales, no obstante la cinta se queda en la superficie a la hora de reflejar la incomprensión, el acoso y la marginación del adolescente. Así, la historia la salva la brillante actuación del joven Marcos (Walter Rodríguez) con esa incapacidad de poder lidiar con su entorno familiar, que dejó una sensación de desasosiego y desasosiego entre el público.

También en Horizontes latinos, Familia sumergida y Julia y el zorro han dejado más decepciones que sorpresas en el festival. Mercedes Morán repite en la pantalla Donostiarra en Familia sumergida, la película debutante de María Alché, una arriesgada película argentina que intenta realizar un retrato familiar singular en una atmósfera surrealista, con derivaciones fantásticas. Alché nunca pierde de vista la carga emocional de los personajes, entre los que destaca la muy superior interpretación de Morán. No obstante, entre tanto realismo mágico, en ocasiones, la trama del film se pierde, lo que hace difícil seguir la historia familiar, dejando un sabor sabor agridulce entre aquellos que tenían puestas las expectativas altas sobre esta película.

Familia sumergida (María Alché, 2018)

#3 La fidelidad de Garrel

Cada vez hay más tendencia dentro del cine independiente a ser director y personaje, y es algo que se ha repetido diferentes veces a lo largo de este festival, pero la cuestión es que no siempre sale bien. En Un hombre fiel (L’homme fidèle) sobresalen Laetitia Casta, Lily-Rose Melody Depp y hasta Joseph Engel (que interpreta al hijo de Laetitia) mientras que el papel de Garrel queda eclipsado. No obstante como cineasta y guionista no tiene objeciones para retratar las nuevas amistades peligrosas, convertidas ya en costumbres amorosas de nuestro tiempo, más flexibles y con otras concepciones de pareja. Marianne (Laetitia Casta) y Abel (Garrel) son pareja hasta que esta le deja por su mejor amigo. Nueve años después, tras la muerte del amigo, ellos se reencuentran y el triángulo amoroso lo completará la joven Lily-Rose Melody Depp, que interpreta a una joven permanentemente insatisfecha. Así, el cine de Garrel, con una perspectiva realmente observadora de su generación, recuerda a otros directores que revelan las mismas referencias, como Jonás Trueba. El estilo de Garrel es el de la nueva ola de comedia francesa reactualizada –que bebe de la Nouvelle Vague. Una historia tan previsible como tierna que compite por la Concha de Oro en la Sección Oficial.

#4 Yuli

Lejos del estilo de Garrel, en la Sección oficial encontramos Yuli, el biopic del bailarín cubano Carlos Acosta dirigido por Icíar Bollaín. Un retrato muy elegante y magnético de la vida de bailarín, tratado con mucho respeto, ya que el propio Carlos Acosta aparece en la propia película. La historia habla de un niño que no quería bailar y de cómo acaba siendo una estrella del Royal Ballet y lo muestra de manera contraria a Dancer, el biopic de Sergei Polunin, el bailarín ucraniano que fue el más joven en entrar en la Royal Ballet. Sólo que el ucraniano acabó destruyendo su carrera debido a las drogas y Acosta decide no estar tan lejos de su familia, pero sin dejar el baile. Bollaín logra una película muy amable y entretenida dentro del formato biopic que ofrece algo fresco y colorido dentro de la gran sección de Donosti.

#5 Madres e hijas, padres e hijos

La parte más sensible y familiar del festival hasta hora se dio el lunes, con otra competidora por el gran premio donostiarra, Beautiful Boy (Felix Van Groeningen) y Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico), que compite con Siminiani como cineastas españoles en la sección de New Directors. El director de Alabama Monroe vuelve a poner a una familia al límite. Si en Alabama Monroe fue el cáncer de la hija, aquí es la drogadicción. Beautiful boy parte de las memorias de padre e hijo (así es, cada uno de ellos escribió un libro) para mostrar la angustia de un progenitor (Steven Carell) que ha estado siempre unido a su vástago (Timothée Chalamet) hasta que las drogas se lo arrebatan. Van Groeningen presenta una historia en ocasiones demasiado melodramática y lacrimógena, con un gran Carell que daría la vida y más porque su hijo se desintoxicase. Al principio, parece que a Chalamet el papel de niño malo le quede grande, algo que se torna creíble cuando ya ha desgastado todo vínculo que le quedaba con su padre.

Beautiful Boy (Felix Van Groeningen, 2018)

En cambio, en el film de Celia Rico la única droga latente es la estima. La sorpresa del lunes por la tarde la dio el debut de esta sevillana, Viaje al cuarto de una madre. Entre encuadres enmarcados en marcos de puertas, en un pequeño piso de esos de gotelé y mesa camilla, Lola Dueñas y Anna Castillo interpretan a una madre e hija que no saben ni quererse ni cómo dejarse ir. La cinta avanza en base a las contradicciones de ambas, que se debaten constantemente entre actuar en su propio bien o en el de la otra. Una gran opera prima llena de calor, ternura y calma con la que es muy fácil que los jóvenes empaticen y con la que más de una madre identificará el miedo al nido vacío y la sobreprotección, en contraste con dejar volar a sus hijas.

Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico, 2018)

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