Pasado el ecuador del Sitges – 54 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, queda cada vez más claro que, si bien, la sección oficial competitiva se está desenvolviendo sin demasiadas estridencias, es en Panorama Fantàstic donde se esconden este año las propuestas de género más atractivas.
Respecto a las competitivas, en este tramo central han brillado con luz propia cuatro propuestas: Limbo, Eight for Silver, Tres, y Offseason. La primera es una producción de impresionante factura que nos ofrece un procedural enmarcado en una versión distópica de Hong Kong, aquí una ciudad convertida en un basurero infinito en blanco y negro y de un barroquismo lluvioso que remite inmediatamente a Blade Runner. Es cierto que, en su vertiente policíaca, a veces Soi Cheang divaga demasiado (y se pierde), pero eso no le resta poder de fascinación a una película eléctrica, absorbente, que termina con unos 20 minutos finales de una fisicidad contundente. Es, sin duda, una de las mejores cintas a concurso.
También lo es Eight for Silver, que propone una acertada vuelta de tuerca al mito del hombre lobo cruzándolo con el cine de maldiciones. Ambientada en Francia en pleno siglo XVIII, la película exhibe un diseño de producción impecable, avanza entre neblinas, penumbras y sombras, y, en su afán por sugerir antes que mostrar, acaba derivando en un clasicismo que felizmente la aleja del imperio de lo explícito que domina el fantástico actual.
Tres, por su parte, es una insólita película española cuya protagonista es una montadora de sonido que comienza a percibir la realidad desincronizada, oyendo bastante antes que viendo. Juanjo Giménez, sin embargo, no está interesado en explorar esta paradoja (que se convierte en una suerte de viaje en el tiempo), sino que prefiere plantear una metáfora de la pérdida —y búsqueda— de la propia identidad, a partir de esta falta de sincronía entre audio y vídeo. Es una película interesante y sobre todo sumamente original, pero entristece un poco pensar en lo que podría haber sido si se hubiera decantado abiertamente por el fantastique: la única escena en la que esto ocurre, la del paseo guiado, es muchísimo mejor que todo el cine español visto en Sitges hasta ahora… y estrenado en salas en lo que llevamos de año.
Offseason es un relato de tintes lovecraftianos (una isla maldita) que lo fía todo de manera brillante a las reglas del género. Despojada de cualquier significado adicional, la película de Mickey Keating va directa al grano y deviene una especie de aterrador Muertos y enterrados (no en su final, sino en espíritu y en tono) que no abusa de los clichés del género sino que prefiere transitar los caminos de la sugestión con una ambientación de pesadilla (esos farolillos en la oscuridad, por ejemplo).
De hecho, la presencia de Offseason en sección oficial a concurso vendría a rellenar el vacío que dejan las películas programadas en Panorama Fantàstic, mucho más directas y digamos que con menos excusas para desplegar su idea de cine fantástico que muchas de las programadas a concurso. Así pues, Offseason podría perfectamente haber entrado en Panorama Fantàstic, que este año está deparando algunas de las mejores propuestas de Sitges 2021.
Por ejemplo, The Power, inquietante regreso al cine de posesiones y lugares encantados ambientado en un hospital británico de principios de los años 70 durante una noche de apagón del suministro eléctrico. O Warning, una especie de multi-episodio de Black Mirror que pone de manifiesto, una vez más, la peligrosa dirección hacia la que camina la especie humana en relación con la tecnología. Su sentido del humor, eso sí, es menos oscuro que el de la serie, y de hecho cristaliza en un gag final absolutamente antológico.
P.D.: Sí, también se ha proyectado Halloween Kills. Sí, es una basura. Y no, no voy a perder ni mi tiempo ni el de vosotros extendiéndome en este particular.
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