Aprovechando el 30 aniversario del Nevermind de Nirvana, posiblemente el segundo disco más famoso de todos los tiempos, hablamos de algunos de los segundos mejores discos de la historia. Y es que los segundos discos siempre han tenido fama de conflictivos, especialmente en la música rock, llena de debuts extraordinarios y decepcionantes segundos discos. Esto era porque lo normal era que un grupo comenzara a tocar, se hiciera un nombre, coleccionara un buen puñado de canciones y luego fuera descubierto. Si su sonido era original y fresco y además contaban con buenas canciones el impacto estaba asegurado, pero luego la compañía intentaba explotar el éxito y metía a la banda a grabar una continuación al poco tiempo que, invariablemente, sonaba continuista y solía tener peores canciones, al haber tenido mucho menos tiempo para componerlas. Es lo que les pasó a los Byrds, a los Doors, a King Crimson, a Television, a Guns ‘N’Roses, a los Strokes o a los Arctic Monkeys, muchos de ellos lo superaron, otros no, otros ni siquiera tenían otro disco en ellos, como les pasó a los Sex Pistols, es lo que se conoce como la maldición del segundo disco.
Por eso son tan especiales estos trabajos, porque rompen una regla no escrita. Pero para poder acotar un poco más donde elegir me he autoimpuesto dos pequeñas reglas, una es que ese segundo disco tiene que superar al primero de ese mismo artista, por ejemplo soy un gran fan de Axis: Bold As Love o This Year’s Model, pero me quedo con Are You Experienced? y My Aim Is True (aunque sea por la mínima), así que eso los descalifica. La otra regla es que tiene que ser el segundo disco de verdad de ese artista o banda, por ejemplo no me vale el maravilloso segundo disco de Lennon, Imagine, o Neil Young, Everybody Knows This Is Nowhere, esos artistas ya habían sacado su segundo trabajo con los Beatles y Buffalo Springfield respectivamente. Así que, sin más dilación, les dejo con la lista, ordenada cronológicamente, que sigue a la publicada anteriormente, aquí va la segunda parte:
Pixies – Doolittle (1989)
Surfer Rosa ya era uno de los mejores discos de debut de todos los tiempos, así que si ponemos que Doolittle es todavía mejor solo puede significar que es una obra maestra absoluta. Este fue el disco en el que su famosa fórmula, ruidoso/calmado/ruidoso, que los propios Nirvana admitieron copiar en “Smells Like Teen Spirit”, alcanzó su cénit. El disco se abría con una oda al perro andaluz de Buñuel y tenía el mismo impacto que el maño cortando un ojo de vaca con una navaja. “Tame” era brutal y desquiciada, “Wave Of Mutilation” adictiva, mientras que “Here Comes Your Man” era la más pop y juguetona, además de tener el estribillo más arrebatador de los años 80, “Monkey Gone To Heaven” era puro surrealismo delicioso, por su parte “Hey” era sexy e intrincada y el cierre con “Gouge Away” te hacía preguntarte cómo era posible que Black Francis pudiera ser capaz de entregar tantos estribillos certeros en un solo disco. Posiblemente el mejor y más accesible disco de la espectacular carrera de los duendecillos de Boston.
Beastie Boys – Paul’s Boutique (1989)
Los Beastie Boys fueron uno de los grandes descubrimientos de Rick Rubin que convirtió a estos enamorados del hardcore en una especie de reflejo juerguista, y blanco, de Run DMC en el que lo importante era pelear por tu derecho a la fiesta. License to ill, su primer disco, fue el primer álbum rap que alcanzó lo más alto de las listas de EEUU. Pero no fue hasta que apareció el seminal Paul´s Boutique, tres años después, cuand consiguieron el respeto de todo el mundillo. La producción de los Dust Brothers tuvo mucho que ver, en esos maravillosos años en los que te podías permitir meter todos los samples del mundo, incluidos cinco de los mismísimos Beatles en una sola canción. Es más muchas de estas canciones eran instrumentales que tenían planeado sacar por su cuenta cuando apareció el trío de Brooklyn y les dijo que querían rapear encima. Y es que no solo la música mejoraba, las letras dejaban atrás a los delincuentes juveniles de License To Ill y dejaban ver a tres tipos bastante más inteligentes, aunque igual de divertidos. Y, como remate final, pocas veces tres hombres blancos han sonado tan ‘funkies’ como en “Hey Ladies”, “Johnny Ryall”, “Shadratch” o “Shake Your Rump”.
Nirvana – Nevermind (1991)
El disco que ha impulsado este artículo, puede que haya discos igual de buenos que este pero no mejores, porque esto es un 10 absoluto. Aunque le quitásemos toda la trascendencia histórica que tuvo, y créanme este disco es el responsable de una de las mayores (y posiblemente la última) revoluciones del rock, el disco seguiría sonando increíble. Si te dijeran que esta es una banda desconocida y escucharas estas 12 canciones, lo querrías saber todo sobre ellos, porque estos 12 temas son verdaderas gemas y su compositor, Kurt Cobain, puede que sea el tipo con mayor gancho melódico de los 90, además del letrista que mejor supo plasmar, como Dylan antes que él, el zeitgeist de su generación.
Es increíble que esta banda sea la misma que dos años atrás había entregado Bleach, un buen disco, pero claramente anclado en la corriente más bruta del grunge, con Mudhoney, los Melvins, el punk rock o los Black Sabbath como máximos referentes, ciertamente pensando que es lo que quería su sello, Sub Pop. Pero allí ya había una canción en la que se dejaba ver al excelente compositor pop, “About A Girl”. Así que para su segunda obra, el cantante, guitarrista y compositor principal de la banda se quitaría los complejos alternativos y se centraría principalmente en las melodías y en el sonido más pop de la banda, con dos de sus grupos favoritos como referentes, los Pixies y los Beatles.
El resultado fue un caramelo envenenado en el que con algunas de las melodías más contagiosas de la década; “Smells Like Teen Spirit”, “In Bloom”, “Come As You Are”, “Lithium”, “On A Plain”, “Polly”, “Drain You”, “Breed”, etc; daba paso a una nueva sensibilidad y abría las compuertas por las que se colaron el resto de bandas alternativas en el mainstream.
My Bloody Valentine – Loveless (1991)
Uno de los discos más influyentes del rock de guitarras, pocas veces una persona ha conseguido hacer que un instrumento que parecía gastado sonara otra vez como nuevo como lo hizo Kevin Shields en Loveless. Una obra que, a pesar de no vender mucho, tuvo un impacto inmediato en bandas como Radiohead o Smashing Pumpkins pero que también logró influir a algunas de las mentes más inquietas del rock, por ejemplo un Brian Eno que afirmaba que canciones como “Soon” establecían un nuevo estándar en la música pop, por su parte, The Edge lo definía como una influencia clara para Achtung Baby y Bob Mould, uno de los padres de la música alternativa con los seminales Hüsker Dü, se obsesionaba tanto que les robaba la melodía de “Blown A Wish” para entregar una de sus mejores canciones con Sugar, “Your Favorite Thing”. Y es que esa es otra de las pruebas de lo gran disco que es Loveless, que detrás de su muro de distorsión, de su nuevo sonido, se encontraban flotando algunas de las mejores melodías de los años 90 como en las mencionadas, “Sometimes” o dos de las mejores canciones de la década, “When You Sleep” y “Only Shallow”.
Radiohead – The Bends (1995)
El consenso general tras escuchar Pablo Honey era que Radiohead se iba a quedar en grupo de one hit wonder, esto es, en una banda con una única canción conocida, siendo esta la ilustre “Creep”, otra canción que utilizaba la fórmula de los Pixies, aunque con su apesadumbrada letra recordaba más a Nirvana. Pocas veces una banda ha superado las expectativas de la manera en la que Radiohead lo hizo a partir de The Bends. En pleno reinado del Britpop, los de Thom Yorke se apartaban de la fiesta y empezaban a ver que tampoco había nada que celebrar. Pasar de “Ripcord” y “Vegetable” a escribir cosas como “Fake Plastic Trees” o “Street Spirit” fue un acto de magia.
Valga como ejemplo de su enormidad que de entre sus 12 canciones la que menos reproducciones tiene en Spotify es “Sulk”, y es una canción con un estribillo tan grande como para iluminar un día nublado. Posiblemente, ninguna otra banda haya pasado de 0 a 100 en tan poco tiempo como Radiohead, lo increíble es que esto solo fue el principio y lo mejor estaba por llegar.
Beck – Odelay (1996)
“Loser” le había convertido en una estrella para la generación MTV pero Beck Hansen tenía claro que era mucho más que eso, su intención era grabar un disco acústico como continuación de Mellow Gold pero luego conoció a los Dust Brothers y algo hizo clic en su cabeza, logrando una coctelera de estilos de la que surgió algo nuevo y propio, en ella había tiempo para el folk acústico, el punk, la bossa, el funk de “Where It’s At” o la extraña mezcla entre funk y country de “Sissyneck”. Beck lograba que una misma canción sonara a cosas totalmente diversas pero que, al final, tuviera su propia lógica. Daba igual que utilizara dos tocadiscos y un micrófono o una guitarra acústica, al final, el disco solo sonaba a sí mismo.
Amy Winehouse – Back To Black (2006)
Entre su disco de debut, Frank, y su continuación, Back to Black, Amy Winehouse conoció y comenzó una relación con Blake Fielder-Civil. Una relación tormentosa y apasionada que sacó lo mejor, y lo peor, de Amy. Tras romper con él, poco antes de entrar a grabar este disco, cogió su guitarra y con el corazón roto escribió las mejores, y más recordadas, canciones de su carrera. En la emocionante canción titular lo dejaba claro: “Solo dijimos adiós con palabras / Yo morí cientos de veces / Tú regresas a ella / Yo regreso a nosotros“. Este es un disco clásico de ruptura, uno totalmente personal que es la crónica de una mujer al borde de un ataque de nervios, un ‘amour-fou’ que la marcaría para siempre.
Musicalmente el jazz-pop de Frank se cambia por dos nuevas influencias, los grupos de chicas de principios de los 60, como las Shangri-La’s y las Ronettes, y la Motown, el arreglo de “Tears Dry on Their Own” está cogido del “Ain’t No Mountain High Enough”. Para conseguir ese sonido ficha a los Dap-Kings de Sharon Jones y los productores, Mark Ronson y Salaam Remi, dulcifican su dolor con algodón de azúcar y un sonido retro absolutamente delicioso. Las cinco canciones que salieron como sencillo, “Rehab”, “You Know I’m No Good”, “Back to Black”, “Tears Dry on Their Own” y “Love Is a Losing Game” están entre las mejores de lo que llevamos del Siglo XXI, pero el resto del material no se queda lejos.
LCD Soundsystem – Sound Of Silver (2007)
James Murphy era un DJ que se estaba haciendo un nombre en Nueva York con sus sesiones en las que temas rock se mezclaban con música electrónica, y en las que lo mismo sonaban los Sonics que Daft Punk, cuando otros DJs más jóvenes comenzaron a hacer lo mismo, sufrió una crisis de ansiedad pensando que había dejado de ser cool y que ya estaba gastado. Ni mucho menos, de esa ansiedad surgió su primera canción, Losing My Edge, publicada en 2002, en la que demostraba que, además, de saber mezclar muy bien sus influencias era un letrista tan afilado como Randy Newman.
Luego llegaría su primer disco que le llevaría a estar incluso nominado a los Grammy, pero el momento en el que James Murphy y LCD Soundsystem se pusieron a la altura de sus influencias fue con la aparición del maravilloso Sound Of Silver, un disco en el que demostraba que era capaz de dotar de alma a estas canciones que mezclaban la pista de baile con arrebatos emocionales y en la que se encontraban esos dos monumentos llamados “All My Friends” y “Someone Great”, en las que veías que los chicos cool también se hacen mayores.
Kendrick Lamar – Good Kid, M.A.A.D City (2012)
Kendrick Lamar superaba al notable Section 80 y se convertía en la aparición más fulgurante del rap en lo que llevamos de década con su segundo disco, Good kid, m.A.A.d. city, logrando uno de los hitos del género con este disco conceptual en el que se sigue la historia de un joven Kendrick creciendo en Compton, el famoso barrio de Los Ángeles desde el que salieron Ice Cube o Dr. Dre, que aquí ejerce como productor.
La lírica de Lamar es excelente y podría servir como guión cinematográfico a una película tipo Ciudad de Dios, enseñando además una alternativa a esa cultura autodestructiva de las drogas y las bandas callejeras, sin caer jamás en la moralina o la autocomplacencia. Es la historia de un buen chico en una ciudad de la que no hay muchas más escapatorias que las drogas o la música… Lamar escogió la segunda y no podemos estar más agradecidos por ello.
Frank Ocean – Blonde (2016)
Frank Ocean se dio a conocer como miembro del colectivo Odd Future, liderado por Tyler The Creator, pero fue con esa mixtape gratuita que fue Nostalgia, Ultra con la que deslumbró a todo el mundo. De repente todo el mundo quería trabajar con él, escribió dos canciones para el disco conjunto de Jay-Z y Kanye West, luego llegaron “Thinkin About You” y Channel Orange, un disco que volvía a definir el sonido del R&B y que convertía a Ocean en su nuevo referente. A ello se le sumó su salida como bisexual en un género con claro arraigo homófobo, pero solo le dio más fama.
Era el elegido, el nuevo referente de la música negra en el Siglo XXI, el nuevo Stevie Wonder, las expectativas sobre su segundo disco subieron hasta extremos ridículos con cada retraso. Finalmente, cuatro años después apareció Blonde y logró lo que parecía imposible, superar a Channel Orange. Es uno de esos discos en los que te puedes sumergir durante días, descubriendo algo nuevo con cada escucha, una obra que te vuelve a sorprender con un cambio fuera de lo normal, una interpolación de los Beatles, unos coros angelicales a cargo de Beyoncé o unas figuras de guitarra en las que no habías caído, todo ello con la maravillosa voz de Ocean y su original manera de construir canciones, olvidándose del tradicional estrofa/estribillo/puente para desafiarte con nuevas partes. Ocean entregó una obra que desafiaba las etiquetas, ¿era R&B? ¿indie rock? ¿rap? No, como con todos los grandes artistas solo se podía calificar como algo propio, era Frank Ocean.
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