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Venecia 78 #2 Latinoamérica, Francia y Martone

En Cine y Series miércoles, 8 de septiembre de 2021

Gian Giacomo Stiffoni

Gian Giacomo Stiffoni

PERFIL

El inicio del primer fin de semana de la Mostra ha sido marcado por las tres películas de marca hispanoamericana presentadas en concurso. Competencia oficial, producción hispano-argentina de los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn, La caja de Lorenzo Vigas y Sundown del mexicano Michel Franco.

Gastón Duprat y Mariano Cohn son habituales del festival de Venecia desde cuando trajeron El ciudadano ilustre, comedia muy amarga sobre un premio Nobel que vuelve a su ciudad natal, ganando la Coppa Volpi por la magnífica interpretación de Óscar Martínez. Los encontramos nuevamente en el Lido (en 2018 llegó a Venecia solo Duprat con Mi obra maestra) con otra comedia que confirma el feliz toque que los dos realizadores tienen con este género. Competencia oficial hace protagonista al propio cine, medio que un rico millonario de una empresa farmacéutica quiere utilizar para ser reconocido, a sus ochenta años, por el mundo y la sociedad. Decide así producir una película y contrata una de las más famosas realizadoras, la volcánica Lola Cuevas y dos de los mejores actores posibles: Félix Ribero (interpretada por un soberbio Antonio Banderas), brillante estrella de Hollywood e Iván Torres (otra vez el argentino Oscar Martínez), actor teatral refinado y alejado del glamour del mundo cinematográfico.

Los dos actores, enamorados de sí mismos e incapaces de superar una competencia que es típica de su profesión, originan toda una serie de situaciones durante los ensayos de la película que regalan a la cinta de Duprat y Cohn momentos de hilaridad muy logrados y eficaces. Concurre a ello la presencia de Penélope Cruz, magnífica en el papel de Lola con una cabellera rojiza y un carácter al que tampoco falta un ego extravagante y muy divertido. El film transcurre hasta el final con gran naturalidad, gracias a un guion perfectamente estructurado que logra una divertida, pero al mismo tiempo amarga, reflexión sobre el mundo del cine y sobre los excesos de sus protagonistas, incapaces muchas veces de ver más allá de sí mismos, así como despiadados a la hora de aprovechar cualquiera oportunidad para mejorar su carrera.

Venezia

Antonio Banderas, Penélope Cruz y Oscar Martínez en Competencia Oficial © Manolo Pavon

Lorenzo Vigas vuelve a Venecia tras el éxito de su anterior película, Desde allá, merecedora en 2015 nada menos que del León de Oro. Esta vez el director venezolano traslada la acción a México contando el recorrido emocional del joven Hatzín (un eficaz Hatzín Navarrete), un muchacho de Ciudad de México que realiza un viaje para recuperar los restos de su padre, encontrados en una fose común. El encuentro casual —en el viaje de regreso con la caja que contiene los restos—, con un hombre parecido al padre es el desencadenante de un recorrido del joven dentro del mundo de la explotación laboral del Mexico actual. La denuncia social es, sin embargo, solo el telón de fondo del argumento.

A Vigas lo que interesa sobre todo es la reacción de Hatzín a ese mundo despiadado que lo hunde más en una actitud ambigua hacia los actos de su supuesto padre, apoyándolos, pero al mismo tiempo juzgándolos con una mirada crítica que con el tiempo se hace desconsolada. El camino del joven es ilustrado magníficamente por el realizador gracias a un uso soberbio del formato panorámico cada vez más inspirado y emotivo en los encuadres y en la forma de iluminar las escenas de paisaje, así como los planos cercanos. Sin duda una reafirmación del enorme talento de este cineasta ya irrenunciable.

Venezia

La caja.

Sundown está ambientado en otro lugar de México, Acapulco. Los hermanos Alice y Neil Bennet (Tim Roth y Charlotte Gainsbourg) son el corazón de una rica familia inglesa que pasa sus vacaciones con los dos hijos de Alice en el famoso lugar de veraniego. Una emergencia que llega desde lejos interrumpe su viaje y desencadena tensiones insospechadas que alteran por completo el fijado orden familiar. La película de Michel Franco, que vuelve a Venecia tras le Premio Especial del Jurado conquistado en 2019 con Nuevo orden, nace de la necesidad de analizar las dinámicas interpersonales en un lugar específico que a cada minuto que pasa siempre se ve más irreconciliable y distante a los protagonistas.

El sol que invade la ciudad mexicana parece arrollar el destino de Neil y de su familia como si fuera la causa de la violencia que se desencadena con el tiempo. En realidad, el recorrido es totalmente personal como se descubre en una película donde la tensión esta oculta bajo el rostro imperturbable de Tim Roth que procede paulatinamente hacia su anulación personal de forma inexorable. Algunas ideas son cautivantes, así como el procedimiento narrativo, sin embargo, Franco y sus actores no consiguen hacernos creer completamente el desarrollo llegando a un desenlace que quita fuerza a las frágiles ambigüedades creadas durante la narración.

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Tim Roth en Sundown © Teorema

Ambigüedades totalmente ausentes, por otra parte, en el argumento bastante banal que caracteriza Mona Lisa and the blood moon de Ana Lily Amirpour, filme en concurso. La directora británica de orígenes iraníes y naturalizada estadounidense poco nos había convencido con su The Bad Batch de 2016, sorprendente premio especial del jurado en la Mostra de Venecia de ese año, por su estilo sobrecargado e irremediablemente vacuo. Repite en esta ocasión con la historia de una mujer de origen coreano con habilidades paranormales, que se escapa de un instituto de salud mental para perderse en los entresijos de Nueva Orleans donde una bailarina (Kate Hudson) se aprovechará de aquellas. La bastante irrelevante historia vive dentro de una narración basada en un ritmo medido constantemente por una música tecno inaguantable y una paleta de colores que al principio puede resultar cautivadora pero que se hace cada ve más insoportable.

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Kate Hudson en Mona Lisa and the Blood Moon.

Mucho mejor, el primer largometraje francés en la selección oficial. Xavier Giannoli adapta para la gran pantalla un clásico de la literatura francesa, Illusions perdues, novela en tres partes escrita por Honoré de Balzac entre 1837 y 1843. Momento fundamental de la vastísima serie de obras que el escritor denominó la Comédie humaine, la novela se centra en la historia del joven Lucien que desde provincias llega a París con la esperanza de tener éxito en la poesía y en la sociedad parisina. Sin embargo, sus ilusiones deberán enfrentarse con la realidad despiadada de la capital francesa que ve protagonista y antagonistas (pero al mismo tiempo cómplices) los pequeños periódicos liberales y la nobleza que domina la época de restauración.

Giannoli consigue una lograda transposición de Balzac utilizando muy bien la voz del narrador e imprimiendo a la historia un ritmo ejemplar y nunca cansino, gracias también a la gran actuación de todo el reparto (el joven Benjamin Voisin es un excelente Lucien) en el que aparece un papel secundario también el veterano Gérard Depardieu. El perfecto decorado, la equilibrada banda sonora (en su mayoría obras de Schubert) una fotografía cálida y un control soberbio del material narrativo nos entregan una obra que nunca desvirtúa la potencia e profundidad de la obra literaria a la que se inspira.

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Benjamin Voisin y Vincente Lacoste Roger Arpajou en Illusions perdues © Gabriel NC. Umedi

Italia ha presentado como tercer filme en competición otro nombre reconocido del cine italiano e internacional después del de Paolo Sorrentino, Mario Martone. Una presencia reiterada en Venecia en los últimos diez años. Qui rido io es el retrato de uno de los autores y actores más importantes de la comedia napolitana de finales del XIX e inicio de siglo pasado: Eduardo Scarpetta, padre, aunque ilegitimo, de tres figuras centrales del teatro italiano, Eduardo (actor y autor central no solo del teatro napolitano), Peppino y Titina de Filippo. A lo largo de las poco más de dos horas que dura la película, Martone nos ofrece una descripción perfecta en cada detalle (decorados, trajes y ambiente), de la vida teatral, social y doméstica que rodeaba la figura de Scarpetta.

Toni Servillo da vida de forma magistral a este discutido personaje, a sus manías, sus asperezas de carácter, su egocentrismo y sus exageraciones sin sobrepasarse nuca, peligro en el que era fácil caer debiendo interpretar un personaje tan extravagante. El actor napolitano consigue además sacar el lado melancólico del personaje, como es melancólica la cultura napolitana a la que pertenece y que Martone subraya en su película acompañando las bellas imágenes con algunas de las más bonitas y canciones de la tradición partenopea. Sin duda una de las mejores obras del director napolitano.

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Toni Servillo en un momento de Qui rido io © Mario Spada

El segundo filme galo en competición ha sido L’événement de la directora Audrey Diwan, su segundo largometraje. Inspirado en la novela del mismo título de la escritora Annie Ernaux, el largometraje se basa en el periplo que vive Anne (interpretada por Anamaria Vartolomei), una joven estudiante, que tras un embarazo indeseado intenta abortar en la Francia de 1963. En esa época la interrupción de embarazo era una práctica ilegal con pena de prisión. Ana tiene que soportar el rechazo de una sociedad y de un entorno familiar y de amigas totalmente hostil que tienen dificultad a aceptar la necesidad legítima, aunque dolorosa y llena de angustia, de una mujer libre.

La cámara de Diwan sigue el recorrido de la joven con un estilo cercano a lo de los hermanos Dardenne acercándose con fuerza, pero al mismo tiempo una gran objetividad. La insistencia en detalles chocantes en los momentos más desagradables resta algo a la película que, sin embargo, deja un rastro indeleble de la emotividad y participación del espectador.

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Anamaria Vartolomei en una escena de L’événement.

El cine del este de Europa ha hecho su exordio con Reflection del ucranio Valentyn Vasyanovych. Un cirujano es capturado por las fuerzas militares rusas durante la guerra con Rusia en la Ucrania oriental. Mientras es prisionero asiste a escenas espantosas de violencia e indiferencia hacia la vida humana. Tras su liberación intenta reconstruir su vida acercándose nuevamente a su exmujer y su hija. Vasyanovych pone en el centro de su narración los contrastes entre la vida cómoda de la ciudad y la guerra, la vida y la muerte; una toma de consciencia dura, una relación estricta entre la mirada críptica del adulto y la más inocente de la hija. Para representarlo utiliza planos fijos con fuerte matiz simbólico, sobre todo en la segunda parte, pero también muy crudos como en las escenas de tortura. Tanta inmovilidad de la imagen con tomas muy largas y lentas se hace sin embargo casi insoportable, sustrayendo fuerza a una elección estilística, sin duda atrevida, pero que excede en su intento demostrativo.

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Reflection.

Fuera del concurso poco hay que decir de Last Night in Soho del director inglés Edgar Wright autor también del guion original. El famoso barrio de Londres es el escenario donde Eloise – una chica de la campiña inglesa amante del estilo y la música de los años sesenta que llega a la capital para estudiar moda – descubre como detrás del encanto que puede suscitar la gran ciudad existen grietas profundas que esconden un pasado misterioso y aterrador. Interpretada por Thomasin McKenzie y por Anya Taylor-Joy (Gambito de Dama) Last Night in Soho, convence solo en algunas partes, inicia como una historia de crecimiento para convertirse lentamente en un relato de misterio contado con el estilo demasiado recargado y cercano a las películas de terror de bajo coste.

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Last Night in Soho.

Más interesante La scuola cattolica de Stefano Mordini basado en los hechos reales que ocurrieron en 1975 y que tuvieron como protagonistas a algunos jóvenes estudiantes de una escuela católica pertenecientes a la alta burguesía romana, responsables de la violación de dos chicas y del asesinato de una de ellas en una villa situada en la zona del Circeo. Anclados en ideas políticas de extrema derecha, a una mentalidad fundada en una visión distorsionada del catolicismo y a un irrefrenable deseo de supremacía, los responsables se ven bajo la perspectiva de Edoardo Albinati, un compañero de instituto que intenta contar los hechos y que es el autor del libro sobre el que se basa el largometraje.

La película presenta eficazmente, con un estilo simple pero enérgico, sobre todo los orígenes del delito y el ambiente privilegiado en el que se ha originado la semilla desde la que ha surgido una oscuridad que los mismos padres viven con angustia ya que no saben si en ellos mismos pueda residir el germen de un posible monstruo. Menos convincente resulta la sección final de la película que describe con demasiado detalle y morbo el delito y que de este modo resulta desequilibrada con el resto del filme.

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La scuola cattolica © Claudio Iannone.

En la sección Orizzonti han destacado finalmente por las intensas interpretaciones dos excelentes actrices, Isabelle Huppert y Ruth Wilson, en los papeles principales de dos películas entre sí muy diferentes. La famosa actriz francesa en Les promesses interpreta a una alcaldesa que vive sus avatares políticos en una zona periférica de París. El director Thomas Kruithof consigue retratar de forma eficaz el mundo de la política francesa y las estrategias a la que se enfrentan sus protagonistas por medio de subterfugios, puñaladas a las espaldas y promesas que a menudo es difícil mantener.

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Les Promesses © Elle Driver 24/25 Films

Ruth Wilson por otra parte, en True Things del director inglés Harry Wootliff, encarna perfectamente las ilusiones y desilusiones amorosas de Kate, mujer que se relaciona de forma borrascosa con un hombre carismático para salir de una rutina que la ahoga días tras día. Contada de forma casi subjetiva con un uso a veces algo redundante de planos cercanos y cámara a mano, la historia de Kate convence por la interpretación de Ruth Wilson, menos por su planteamiento general ya que se deja llevar a menudo por una exuberancia visual que resulta col tiempo algo tediosa.

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