La esperada edición postcovid del Sziget Festival regresó finalmente tras el impasse generado por la pandemia, lo que se tradujo en cambios significativos en el que es el mayor acontecimiento musical del año para muchos.
Este año tuvimos cabezas de cartel de la altura de Dua Lipa, Tame Impala y Justin Bieber. Pero lo más esperado fue reencontrarnos con la diversidad de géneros musicales, actuaciones y actividades en la isla. La primera noche tuvo lugar el show de la cantante británica de origen albanokosovar, con el estilo coreográfico que la caracteriza. La presencia virtual de Elton John en la colaboración de su tema “Cold Heart” compartió las mismas vibraciones que en el concierto de Gorillaz este verano en Berlín en “The Pink Phantom” (Gorillaz también ha tenido su pasado por la isla, siendo por última vez en la edición del 2018).
Aunque hay que decir que el premio al show de luces más espectacular se lo llevó Tame Impala. La introducción audiovisual contextualizó el concierto, siendo parte de un ensayo clínico para un nuevo fármaco psicodélico. De este modo, mediante la combinación de psicodelia de fondo, un gigantesco aro de luz que ascendía, descendía, rotaba y se inclinaba, pudimos sumergirnos en la experiencia sensorial.
La banda australiana se centró en su último álbum The Slow Rush y nos sorprendió con una versión extendida de uno de sus éxitos más conocidos, “Let It Happen“. Tame Impala no se queda atrás y se suma a la lista de artistas que colaboran en el próximo álbum de Gorillaz Cracker Island junto a Bootie Brown con el tema “New Gold“.
Quien sí tuvo la oportunidad de estrenar álbum en esta edición del Sziget fue Stromae, quien tras 9 años desde “Papaoutai” nos presentó su tercer álbum, Multitude.
En una mezcla de ritmos, Stromae nos presenta distintos intrumentos del mundo en cada una sus nuevas canciones, como el violín chino o erhu, en “La solassitude”, la flauta persa o ney en “Pas vraiment”, el charango andino en “Mauvaise journée” o el tres cubano junto con Camila Cabello en “Mon amour“.
Aparte de estos artistas, durante los seis días que duró el festival, el Main Stage fue ocupado por artistas de renombre internacional como los australianos Rüfüs Du Sol y otros más locales como los holandeses Ronnie Flex & The Fam.
Pero el Sziget es mucho más que su escenario principal. El Colosseum, como siempre, se caracterizó por el ritmo electrónico y techno, siendo el único escenario donde se podían escuchar artistas hasta primera hora de la mañana. Este año visitaron la isla Nina Kraviz, Ben Klock y Joris Voorn.
Mientras tanto, el clásico escenario cerrado de género EDM, el Ticketswap, alojó en esta edición del festival al esperado Apashe que deslumbró a todos con un espectáculo de luces y confetti ambientado con sus videoclips musicales, así como el norteamericano Steve Aoki. Como en anteriores ediciones, la empresa catalana elrow organizó su noche temática, este año fue la extravagante psicodelia ibizenca en El Bosque Encantado.
También pudimos presenciar el primer viaje a Hungría de la cantante española Bad Gyal, quien logró reunir a una considerable comitiva, mayoritariamente formada por sus fans más jóvenes que irradiaban locura eufórica.
En resumen, el cartel de este año no decepcionó, aunque cabe mencionar que sí se llevaron a cabo recortes en el resto de actividades y aspectos de la organización, como decoración, oferta gastronómica, espectáculos y circo. Esto, añadido a un año muy seco en la isla y una masificación de visitantes nunca vista en ediciones anteriores, hizo del festival de este año una experiencia con emociones mixtas, aunque esperamos que todos estos detalles se vean modificados de cara a la edición 2023 y su 30º aniversario.
A pesar de ser un festival cuyo espíritu ha cambiado mucho a lo largo de los años, el Sziget sigue siendo el festival de música y artes escénicas más completo de Europa y uno de nuestros favoritos, una cita imprescindible.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!