Hace poco me enteré de que mi afición a los materiales de escritorio, oficina y papelería está perfectamente identificada y etiquetada, y tiene un nombre específico, en inglés, por supuesto. Lo que yo tengo se llama stationary fetish. Bueno, pues a mí el fetichismo se me dispara cuando recuerdo el olor más profundo e imborrable de mi etapa en el colegio: el pegamento.
A lo mejor todo es debido a que siempre he vivido rodeado del pegamento Imedio, que servía para muchas cosas en el universo infantojuvenil. Ahora ya poca gente pega cromos en un álbum, fotografías de papel (que hasta chirría referirnos así en términos fotográficos) en una carpeta o etiquetas con su nombre en un libro de texto.
Me imagino que son pocos los niños y niñas que hoy en día montan maquetas de barcos y aviones (yo hice docenas de barcos de todo tipo), actividad en la que el pegamento juega un papel importantísimo. Además, el tubo de pegamento estaba siempre a mano para reparar canicas, peonzas, una paleta de pimpón o un coche del Scalextric; o en casa, para pegar un marco de fotos, un plato o una taza.
Creo que mi infancia se divide en antes y después de tener una experiencia con el amigo Imedio. Una de las sesiones mas memorables era la de embadurnarme las yemas de los dedos de una mano con Imedio para luego pasar la tarde sacando con cuidado las capas, evitando llevarme un trozo de piel. Utilizaba mi navaja Victorinox, cuchillas de afeitar y hasta un cortaúñas; toda herramienta era poca para para la arriesgada aventura del auto despellejamiento.
El olor era también algo clave en la relación con el pegamento. Realmente, es una experiencia como ir en bicicleta; una vez que se aprende no se olvida. El olor del pegamento, como el de la pintura, la gasolina, el disolvente y el barniz, son de familias muy cercanas.
Hay aromas que son parientes de otros. Por ejemplo, el olor de pegamentos tipo Imedio, basado en nitrato de celulosa (28%) y acetato de etilo (72%), es muy parecido al que podemos encontrar en algunos vinos con alguna variación en su fermentación o, incluso, en la masa madre del pan, en algún momento preciso de su elaboración.
Además, cada tipo de adhesivo tiene una composición diferente. Por ejemplo, los recomendados para pegar vidrio (como Epofix y Araldit) están formados con resina epoxi a base de diglicidil éter de bisfeno; los indicados para madera llevan acetato de polivinilo; los que se utilizan para materiales poco porosos (como Super Glue) están hechos con cianocrilato, y los que se usan para pegar cuero, llevan hidroxipropilcelulosa y éter de celulosa no iónico.
La historia del pegamento Imedio se sitúa en 1935, aunque el lanzamiento del producto no empieza realmente hasta una vez finalizada la Guerra Civil. Hasta ese momento los adhesivos, colas y pegamentos para papel, cartón, madera y uso infantil eran, en su mayoría, de producción casera.
A partir de los años 20 del siglo pasado fue muy popular en España el Syndeticon, un producto europeo nacido a mediados del siglo XIX y que se utilizaba mucho en las carpinterías y los hogares para pegar la madera. Con el tiempo, Syndeticon, también escrito Sindeticón —e incluso llegó a ser conocido en algunos lugares como Simpaticón—, se convirtió en nombre genérico de adhesivo.
La artista plástica alemana Hannah Höch (1899-1978), integrante del movimiento dadaísta, fue una pionera del fotomontaje, tipo collage, con fotos sacadas de los diarios pegadas y coladas. Uno de sus collages más famosos se llama, precisamente, Syndeticon, por ser el pegamento que usaba en los fotomontajes.
En los años 50 del siglo pasado, antes de la explosión comercial de Imedio, era muy popular en España el pegamento Synkolikol, con su lema verdadero y original. Se trataba de un adhesivo multipropósito y pegaba lo mismo el papel que la fibra o tela. Lo hacía Casa Hassinger, SA, en Barcelona.
El fetichismo de Imedio, viene desde el mismo lugar donde nace, Calzada de Calatrava, el pueblo de Ciudad Real en el que también nació el oscarizado Pedro Almodóvar. ¿A que ya vamos comprendiendo mejor de dónde viene mi stationary fetish?
Pero años antes del bombazo de Almodóvar, ya hubo en ese pueblo manchego otra mente preclara relacionada con el séptimo arte; se llamaba Gregorio Imedio y su afición cinéfila venía de que su padre, además de llevar una droguería, gestionaba el cine de verano. El joven Gregorio se encargaba de la cámara y de dibujar el cartel anunciador de las películas, pero lo que más le gustaba era hacer experimentos con los productos químicos de la droguería y realizar empalmes con las cintas cinematográficas. En esas estaba, cuando un día observó que con acetona se lograba la unión de la celulosa del celuloide y se generaba una gelatina pegajosa. Y se le encendió una luz sobre la cabeza.
Gregorio comienza a fabricar pegamento, lo envasa en botes mediante jeringas y lo da a probar a los clientes de la droguería. Incluso echa mano de los viajantes de su padre, a quienes les regala botes de pegamento para que lo difundan por otros pueblos. Consigue que su cuñado, Pedro Ciudad Torres, se convierta en socio, y hasta se inventa el claim que haría popular el producto: El remedio, pegamento Imedio.
Y en esas estaba cuando llega la Guerra Civil y todo se va al traste. En 1944, después de superar todos los inconvenientes para abastecerse de materias primas, renace Productos Imedio en compañía de su cuñado. Y al poco tiempo, la fábrica produce ya unos doscientos tubos diarios. En 1972, levantan una moderna industria con instalaciones deportivas y de ocio para sus empleados, la mayoría de los cuales son mujeres. El negocio funciona a la perfección, y en 1988, cuando Gregorio ya está jubilado, una multinacional holandesa, Perfecta Chemie (luego llamada Bison Internacional), compra Imedio. La empresa sigue en Calzada, donde se envasa el producto que se trae desde Holanda, donde se fabrica actualmente.
En los años 90 del siglo pasado Bison Internacional pasa a formar parte del grupo Bolton. Gregorio Imedio fallece en 2002.
Bolton es un grupo alemán propietario, entro otras muchas marcas, del mundialmente famoso pegamento Uhu, La historia de Uhu es obra del químico August Fischer, quien en 1932 crea el primer adhesivo transparente de resina artificial del mundo. Dicha resina resultaba idónea para pegar los primeros plásticos sintéticos que habían salido al mercado, como la baquelita.
Siempre he pensado que mientras el pegamento Imedio era un producto muy hogareño, las colas de Pelikan se relacionaban mas con las oficinas, colegios y empresas. Recuerdo muy bien los trabajos escolares con Penikanol, aquella pasta blanca que venía en un bote que tenía una palita como de helado, con la que poníamos el pegamento sobre el papel.
El Penikanol era un adhesivo de la casa Pelikan, hecho de almidón de patata para pegar papel que se comercializó por primera vez en 1904. La pasta blanca se aplicaba al principio con un pincel y años después, con una pequeña espátula de plástico que se encontraba en un pequeño compartimento lateral en la caja redonda.
A mí me encantaba el profundo olor a almendras amargas, un olor que le dio fama internacional y que los alemanes definen como bittermandel marzipan (mazapán de almendras amargas). En Alemania se hizo popular la canción Penikanol, del grupo berlinés de rock industrial Einstürzende Neubauten, en la que hacen mención al producto de su infancia: Nur zu erinnerung,/bittermandel,/marzipan, Pelikanol… (Solo para recordar, almendra amarga, mazapán, Pelikanol…)
Pues da la casualidad de que fue, precisamente, su olor característico lo que le llevó a la perdición. La misma empresa Pelikan fue la que explicó que la disminución de las cifras de ventas y las nuevas disposiciones legales, que ya no permitían el aroma típico de mazapán, llevaron a la interrupción del producto.
Desde que trabajé en el departamento de prensa de un organismo oficial, nunca podré olvidar mis dos herramientas insustituibles: las tijeras y el bote de goma arábiga de Pelikan. Con el frasco en la mano—que era transparente y tenía un capuchón azul con una boquilla que servía de pincel-, me pasaba las tardes pegando recortes de periódicos y confeccionando el clipping, palabra muy de moda en los gabinetes de comunicación de los años anteriores a Internet. Recuerdo que en otras oficinas y gabinetes se utilizaba el frasco de goma arábiga de la marca Ebro, que era una de las marcas de la Casa Hassinger SL, de Barcelona.
Pelikan fue fundada en 1838, por el químico alemán Carl Hornemann, quien crea una fábrica de pinturas y tintas en Hannover. En 1863, Günther Wagner es contratado como químico y jefe de fábrica, y unos años después adquiere la fábrica y presenta el anagrama del pelícano como marca. En 1888, Fritz Beindorff se hace cargo de la compañía y poco después comienza la producción de tinta china. El surtido de productos va creciendo junto con la superficie de la fábrica.
En los años siguientes se elaboran productos de oficina para reproducir, sellar, pegar y borrar. En 1904, se emprende la producción de Pelikanol, la pasta adhesiva a la que ya hemos hecho referencia, utilizada hasta bien entrados los años 70 del siglo XX. En 1929, aparece la primera pluma estilográfica de Pelikan y en 1960, se lanza la pluma escolar Pelikano, con cartucho de tinta, producto que en cuestión de meses domina el mercado.
En 1996, la mayor parte de las acciones de Pelikan Holding es adquirida por Hooi Keat Loo de Malasia, y en 2011, Pelikan se hace cargo de la producción y venta de los instrumentos de escritura de Porsche Design.
En el pelotón de los adhesivos exitosos, junto a Uhu (en España Imedio-Uhu) y Pelikan, no se puede dejar de lado la pujante barrita de Pritt, la aportación de la poderosa corporación Henkel a los trabajos escolares. Henkel sacó la barrita al mercado en 1969, después de estudiar la facilidad del uso de un pintalabios de mujer. Bueno, esa es la historia que cuenta la empresa, que también debe estar contagiada de stationary fetish.
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