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Sixto Rodríguez, la leyenda del desaparecido

En Música 2 agosto, 2022

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Hace poco se cumplían 10 años del estreno de Searching For Sugar Man (2102) el notable documental que contaba la extraña historia de Sixto Rodríguez, un cantautor estadounidense, hijo de un emigrante mexicano y una nativa americana, que había sacado un par de discos a principios de los 70 que no habían tenido ningún tipo de repercusión en su país natal, lo que le llevaría a abandonar la música y acabar en el anonimato. Mientras sus discos se convertían en tremendos éxitos en Sudáfrica, Australia (donde haría un par de giras en 1979 y 1981, algo que el documental omite) y Nueva Zelanda, principalmente en el primer país, donde se supone que ha vendido más ejemplares que el mismísimo Rey, Elvis Presley.

Allí también se creó un culto en torno a su persona, con leyendas sobre si había muerto encima de un escenario, hasta que dos fans sudafricanos se pusieron a indagar sobre él y ver qué había pasado realmente hasta que la hija del cantante descubrió la página web que habían creado desde Detroit y se pusiera en contacto con ellos, lo que hizo que el artista descubriera su éxito en el continente africano, lo que llevó a una exitosa gira en 1998.

Así que voy a aprovechar para recorrer su historia musical a través de diez de sus canciones más significativas:

«I’ll Sleep Away» (1967)

La carrera de Rodríguez no empezó con el mítico Cold Fact, sino tres años antes con un sencillo con I’ll Sleep Away como cara A y You’d Like To Admit It como cara B. Son dos canciones notables que ya muestran a un tipo con mucho talento y potencial, sobre todo la primera, una canción con guitarras jangle y una bonita melodía que ya deja ver muchas de las cosas que hacen tan atractiva su música. Podría haber sido un éxito pero Impact Records, el sello que le había grabado, imprimió muy pocas copias del mismo (es tan difícil de conseguir que en los 90, antes del estreno del documental, ya se pedían unos 175 dólares por un ejemplar del sencillo, así que supongo que a día de hoy debe superar los 1.000), además la compañía se declaró en quiebra poco después y el productor principal, Harry Balk, había perdido todo interés en promocionarle después de que Rodríguez le dijera que solo era capaz de tocar de espaldas al público.

Apenas hay noticias de su publicación, pero en una de Cash Box, fechada el 23 de septiembre de 1967, se halla la primera de las críticas de este artista tan especial. Decía así: Rod Riguez podría hacerse un nombre con esta balada de rock bluesy a medio tiempo. No lo pierdan de vista. Por supuesto, todo el mundo lo perdió de vista y casi nadie se quedó por su nombre, algo normal si tenemos en cuenta que trataron de americanizarlo llamándole Rod Riguez…

«Sugar Man» (1970)

Tres años después, Rodríguez reaparece con un disco magistral, Cold Fact, grabado en los estudios Tera Shirma de Detroit en el verano de 1969 y publicado en marzo de 1970, producido por Mike Theodore y Dennis Coffey para Sussex. Lo que hace a este disco maravilloso es la contención en los arreglos de Theodore y Coffey, el uso limitado de la batería y otros instrumentos, sin coros ni voces que apoyen la de Rodríguez, acentuando la importancia de sus letras. Toda la gente implicada en Cold Fact, de los productores a los músicos de sesión, pasando por los ingenieros, estaba convencida de que Rodríguez se iba a convertir en una estrella y el disco en un éxito. Pero no fue así, y el disco volvió a pasar totalmente desapercibido. Eso sí, tiempo después sería reeditado en Sudáfrica y Australia convirtiéndose en un gran éxito, el documental Searching For Sugar Man se centra exclusivamente en Sudáfrica, pero el disco subió hasta el puesto 23 en las listas australianas en 1978 y se quedaría en ellas durante 55 semanas, propiciando dos giras del artista por las Antípodas.

El caso es que ese disco se abría con Sugar Man, la canción más conocida de su carrera, una maravilla sobre un traficante que suena como un viaje en ácido. El inquietante sintetizador moog, que suena de fondo, los sencillos acordes de guitarra y la soñadora voz nasal a lo Dylan son varias de las características de una canción que se queda grabada en la memoria. La única razón por la que no se convirtió en un éxito fue que nadie la escuchó, porque es bastante difícil resistirse a sus encantos.

«I Wonder» (1970)

Quizás no sea la mejor letra de Rodríguez pero su inmortal línea de bajo, tocada por Coffey, y su dulce melodía la hacen una de las canciones más reconocibles de su carrera. Nuevamente vuelve a destacar que dejaran respirar a la canción sin añadirle los típicos arreglos de cuerdas y corales que se solían poner a este tipo de canciones, dejando a la canción con casi su esqueleto, guitarra acústica, bajo y batería, acompañados de un órgano muy Dylan y poco más. Solo escuchar el riff inicial del bajo llevó a la locura a los miles de sudafricanos que lo vieron por primera vez en directo en 1998.

«Crucify Your Mind» (1970)

Dado todo el tiempo que tuvo Rodríguez entre su primer sencillo y su primer disco, es normal que Cold Fact casi suene a grandes éxitos, y es que el artista tenía decenas de canciones entre las que elegir. Otra prueba es este Crucify Your Mind donde se muestra irónico y sarcástico, como su principal referencia, el Dylan de mediados de los 60, diciendo cosas como ¿Fue un cazador o un chulo el que te hizo pagar el coste, el que ahora asume la posición relajada y prostituye tu pérdida, fuiste torturada por tu propia sed en esos placeres que buscas, que te hace Tom el curioso, que te hace James el débil.

«Inner City Blues» (1970)

Es curioso que esta canción comparta título, y velada crítica social, con la obra de otro residente en Detroit en aquellos años, Marvin Gaye, que publicaría un año después en el imprescindible What’s Going On?. Esta es la canción en la que se incluye la frase que da título al disco y en la que Theodore y Coffey encuentran unos grandes arreglos que se le ajustan como un guante.

«Jane S. Piddy» (1970)

Hay quien ha querido ver en esta canción, y su título, un velado homenaje a Janis Joplin, pero lo que está claro es que esta canción, en la que solo suena la guitarra acústica y la voz de Rodríguez, se encuentra la mejor frase de toda su carrera: Vi mi reflejo en las últimas lágrimas de mi padre, el viento se derretía lentamente, San Francisco desaparece.

«Rich Folks Hoax» (1970)

El éxito de Rodríguez en la Sudáfrica del apartheid no es una casualidad, y es que este hombre se sentía totalmente fuera del sueño americano, por su clase social, su imagen, sus orígenes y su apellido, algo que se trasladaba bien a un país totalmente segregado como el africano, normal que el legendario activista antiapartheid Steve Biko figurase entre los que apreciaban altamente su música: Así que no me hables de tu éxito, ni de tus recetas para mi felicidad. El humo en la cama, nunca pude digerir esas ilusiones que dices tener en marcha.

«Climb Up On My Music» (1971)

A pesar del nulo éxito comercial de Cold Fact, Rodríguez tuvo la oportunidad de grabar un disco más, Coming From Reality, esta vez hecho con el productor Steve Rowland en Londres en sesiones a finales de 1970 y publicado en noviembre de 1971. El disco ya no es tan brillante como el anterior, principalmente porque esta vez no hay tantas canciones buenas, pero sí que hay varias gemas a rescatar como este Climb Up On My Music que se beneficiaba de un excelente trabajo a la guitarra eléctrica de Chris Spedding que fue uno de los brillantes músicos de sesión que le acompañaron.

«Cause» (1971)

Posiblemente la canción más recordada de su segundo trabajo, una canción desoladora que se abre con la siguiente frase: Perdí mi trabajo dos semanas antes de Navidad… Rowland le mete un fantástico arreglo de cuerdas que no interfiere con su poética letra: Porque me dijeron que todo el mundo tiene que pagar sus cuotas y yo les expliqué que les había pagado de más. Así que sobrepasado fui a la tienda de la compañía y el empleado me dijo que acababan de ser invadidos, así que me embarqué en una lágrima y escapé por debajo del umbral.

«Street Boy» (1973)

Coming From Reality fue otro fracaso comercial pero Rodríguez lo siguió intentando, en 1973 grabó un par de grandes canciones, además de una nueva versión de I’ll Sleep Away, planeadas para un tercer disco que nunca llegó a ver la luz, ya que Sussex también terminó cerrando. Es una verdadera pena porque esas dos canciones, Street Boy y Can’t Get Away, se encuentran entre lo mejor de su carrera. Me gusta especialmente la primera, con su percusión latina, su sonido acústico y espartano, se nota la vuelta de Coffey a la producción, y una acariciante melodía marca de la casa, una de esas que nunca hubiésemos escuchado de no ser por su fantástica resurrección posterior.

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