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Sin besos no hay paraíso

En Sin miedo, Juan, Lifestyle 14 marzo, 2016

Juan Solbes

Juan Solbes

PERFIL

La llaman basoexia y es la incapacidad de alcanzar un orgasmo si previamente no ha habido besos durante la relación. Hasta esos límites nos pueden llevar los besos.

Definitivamente, los besos están de moda, aquí en EL HYPE llevamos algunas semanas hablando de ellos, algunos anuncios publicitarios basan sus argumentos en el carácter emocional y de vinculación que consiguen los besos para vender determinado producto a través de imágenes explícitas de parejas besándose por doquier.  También, como hemos podido ver estos días, en pleno Congreso de los Diputados (y Diputadas) existe un cierto cambio sustancial en la institución, cuando hemos visto besarse sin complejos ni remilgos a dos diputados ante la atenta mirada incrédula de dos ministros del gobierno en funciones.

Me encanta ver que somos capaces, día a día, de mostrar el cariño que nos profesamos a través de gestos que tengan que ver con el cuerpo, bien con abrazos, besos o caricias.

Pero como todo no iba a ser fantástico y maravilloso, quiero hablar hoy de lo que es la basoexia. Una parafilia, y como tal, una exclusividad, que tienen para algunas personas los besos. Consiste en que sin besos no se consigue llegar al orgasmo. Cualquier práctica sexual que no incluya besos, para las personas que sufren esta parafilia, no produce una respuesta sexual satisfactoria e incluso se traduce en una falta de deseo total por tal práctica.

Esto significa que la excitación sexual se produce únicamente si hay besos y el problema reside en la condición de que tengan que existir esos besos para dar paso y abrir la puerta al pleno disfrute sexual. Cualquier estimulación corporal, de puntos erógenos o genitales, no tendrá ninguna repercusión si no va acompañada de besos.

En principio, es una parafilia que no hace daño a nadie y puede ser llevada durante toda la vida de manera adecuada, siempre y cuando la pareja esté de acuerdo en que relación va a tener esa singularidad. Y bueno.. eso de besar está genial ¿no?

Jean-Luc Tournier, autor de La Pequeña enciclopedia del beso, reconoció que no hay acto alguno que permita una implicación voluntaria del ser tan total como el beso. El deseo de besar tiene un nombre científico y se llama filemamanía. Siempre queremos más, porque el beso es una droga natural. El cerebro es adicto a la oxitocina que se produce cada vez que nos besamos. Esta hormona influye en funciones básicas como el enamoramiento, el orgasmo, el parto y el amamantamiento y está asociada con la afectividad, la ternura, el tocar, acariciar…

Así es que resulta muy complicado vivir una vida sin besos, porque nuestro cerebro nos incita constantemente a ello, a no ser que nos aislemos de tal manera que no podamos ni rozarnos, y aunque existan casos de exclusividad, por lo general nos ofrecen una satisfacción tan grande que podríamos decir que la vida es beso.

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