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Música

Sid Vicious y su parte del trato

En Vidas salvajes, Música 23 abril, 2015

Miguel Caamaño

Miguel Caamaño

PERFIL

“Hicimos un pacto de muerte, yo tengo que cumplir mi parte del trato. Por favor, entiérrenme al lado de mi nena. Entiérrenme con mi chaqueta de piel, vaqueros y botas de motociclista. Con amor, Sid« . Ésta fue la nota de suicidio de Sid Vicious con sólo 21 años. Antes… una vida salvaje sin límite.

Algunos personajes, con ese afán inusitado de querer trascender, llevan siempre hasta el límite aquel conocido axioma pronunciado por James Dean: Vive rápido, muere joven y deja un cadáver bonito. Aunque en este caso el tercer sumando de esta fórmula ni siquiera fuese respetado.

Simon John Ritchie fue uno de los hijos de la Corona Británica que no quisieron ser salvados por la Reina. Era un muchacho que se drogaba con su madre, maldecía al padre que les abandonó y la emprendía a golpes con quien fuera sin aparente motivo. En medio de todo eso, la eclosión de un movimiento musical del cual fue protagonista liderando los Sex Pistols: el punk.

Sus primeros pasos fueron vendiendo droga acompañado de su «modélica» madre, en Ibiza, hasta que volvieron a un efervescente y enfadado Londres, donde empezó sus contactos con la música y, por supuesto, seguía ejerciendo de dealer del vecindario. Ya antes de ser mayor de edad, su tendencia antisocial estaba agudizada, incluso se autolesionaba o asaltaba a indefensos jubilados. Su personalidad borderline ya era de sobra conocida y temida en la zona, aunque se decía que era una manera de enfrentarse a su timidez y a sus tinieblas mentales.

Ocupaba una casa con los que más adelante serían sus compañeros en la banda pensando en trascender y ser inmortal a pesar de ser un nefasto bajista. La transgresión de sus letras, esa actitud punk fue pasando por diferentes bandas de la época y sentando por el camino las bases de un movimiento que todavía recuerdan muchos con nostalgia. Tal y como no han olvidado algunas de sus víctimas sus disparatados ataques de ira y agresividad.

Recaló en los Sex Pistols al dejar la banda Glen Matlock y apoyó a Johny Rotten en unos disparatados conciertos en los que llegaban a bajarle el volumen del amplificador del bajo para que no la cagase. Pero en lo que sí se cagaba era en el sistema, en la monarquía británica y en cualquier concepto musical anterior, atreviéndose sin embargo a versionar incluso a Frank Sinatra.

Cercanos al desenlace de su agitada vida con sólo 21 años (no se esperó ni a los clásicos 27), se cruzó con Nancy Spungen, una groupie llegada de New York que telonearía con su grupo a los Sex Pistols. Esa misma noche ya estaban metiéndose heroína como si no existiese un mañana y follando como leones. Entre medias, peleas, reproches y amor a su manera, altibajos que influyeron negativamente a la banda hasta su separación definitiva a principios del 78.

A partir de ahí, Sid se dedicó a cantar como solista con cantantes como Mick Jones, de The Clash, los New York Dolls e incluso con Glen Matlock, el bajista al que antaño había reemplazado.

Aunque la historia tenía que acabar trágicamente: Sid encuentra muerta en el baño de una habitación del mítico hotel Chelsea a su novia y manager Nancy y es acusado de haberla matado.

Sid pasa un tiempo en la cárcel, pagan su fianza para sacar un nuevo disco de versiones de sus canciones favoritas, conoce a una nueva chica y parece curado. No obstante, en una fiesta, su madre le inyecta una heroína letal, excesiva como la vida que quiso siempre llevar, sin parecer importarle una mierda nada. Nace la leyenda… lo que deseaba y buscaba desde el principio.

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