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Cine y Series

Retorno al pasado

En Placeres y berrinches, Cine y Series martes, 25 de noviembre de 2014

Rafa Marí

Rafa Marí

PERFIL

Volver a ver películas que vimos por primera vez en nuestra niñez o juventud nos enfrenta a aspectos ¿desconocidos? de nuestra personalidad. ¿Fuimos así realmente? ¿Y por qué ahora somos tan distintos?

#1 Desirée (Henry Koster, 1954).

En mi niñez la película me encantó por varias razones. Una de ellas, creo recordar que la principal, es porque era un cinemascope, novedad mágica en aquel tiempo. Asimismo me fascinaba que estuviese protagonizada por dos estrellas de la magnitud de Marlon Brando y Jean Simmons. Ahora la he vuelto a ver y la he encontrado abominable, de tan rancia y falsa. Puro cartón piedra. La Simmons está bien -como siempre-, pero a Brando no hay quien se lo crea como Napoleón. Es una de sus peores interpretaciones (y las tiene muy malas).

En los años cincuenta era yo un repelente mitómano. Nada más de recordarlo me entran temblores. Creo que ahora estoy más atinado que entonces en mi valoración de Desirée, aunque los viejos sarcásticos tampoco somos una maravilla con nuestra pérdida de ingenuidad. Pero esa es otra historia.

#2 Crimen perfecto (Alfred Hitchcock, 1954).

De pequeño no me gustó nada. Me asfixiaba su decorado prácticamente único. No entendí el lío de las llaves. No comprendía que la guapísima Grace Kelly se hubiese casado -siendo joven y millonaria- con un hombre 22 años mayor que ella y no especialmente atractivo. Ahora me pongo en plan pedante e insumiso y sentencio: “Magistral ejercicio de Hitch con el tiempo y el espacio, además de ofrecernos un corrosivo retrato de las falsas felicidades matrimoniales”. Me parece que siendo niño fui más justo con Crimen perfecto que ahora, cuando me pongo tan endomingado para hablar de ella.

Alguna vez, de pasada, me entra un ataque de sinceridad y digo en voz alta, procurando, eso sí, que nadie me escuche: “Desde luego, Crimen perfecto no es una de las mejores películas de don Alfredo. Además, sigo sin entender muy bien el lío de las llaves”.

#3 Fort Apache (John Ford, 1948).

Confieso que en mi juventud no soportaba las películas del Oeste, excepto Johnny Guitar. Tardé mucho en ver otras dos grandes películas de Ford, La legión invencible (1949) y El hombre que mató a Liberty Valance (1962). Hace décadas consideraba el western un género machista y militarista. No soportaba, además, que los indios fuesen casi siempre los malos, cuando en realidad han sido las víctimas históricas. En este último punto no se ha movido mi criterio, pero ahora reconozco en los mejores títulos del género una complejidad que de jovencito no captaba.

Con el tiempo, Ford ha pasado de ser una de mis bestias negras cinematográficas a uno de mis directores preferidos. Últimamente también me ha pasado con Woody Allen. No me gustaba su cine y en la actualidad, cuando acierta (Match Point, El sueño de Casandra, Blue Jasmine), me apasiona.

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