“¡Balenciaga!”, chillaba la inolvidable Myrtle Snow en el capítulo final de American Horror Story: Coven. El personaje de Frances Conroy ardía, envuelta en gasas rojas, mientras reivindicaba al genio de Guetaria. “¿Balenciaga?”, se pregunta ahora la blogosfera, incendiada y alucinada a partes iguales con lo nuevo de la casa. Se trata de unos bolsos de fina piel de cordero que recuerdan a unas humildes bolsas, muy populares en Tailandia, para llevar la ropa a la lavandería. Los vimos haces meses sobre la pasarela y ahora los comienzan a llevar fashionistas de aquí y de allá.
Este golpe de efecto -descontextualizar lo humilde y enmarcarlo en puro lujo- es recurrente en la carrera de Demana Gvasalia, el flamante director creativo de la firma. Cuando trabajaba en Vetements, por ejemplo, consiguió que los modernos de medio mundo suspiraran por unas camisetas amarillas que reproducían las del uniforme de una conocida empresa de mensajería.
Antes que el georgiano muchos otros, dentro y fuera de nuestras fronteras, habían tomado elementos de la cultura popular y los habían convertido en el centro de sus colecciones. Me viene a la mente Jeremy Scott, para Moschino, que instrumentalizó a Barbie, a Bob Esponja y el universo de la comida basura de McDonalds. Otra que se atrevió fue Anya Hindmarch, ¿recordáis su bolso de Carrefour? Y hablando de centros comerciales, Chanel convirtió el Grand Palais en un supermercado para presentar su colección Fall-Winter 2014/2015. En España, por mencionar algunos ejemplos, Brain & Beast transforman en sus sudaderas los logos de marcas de tabaco, de apps de ligoteo y hasta de snacks o refrescos. Krizia Robustella puso a los mismísimos osos amorosos en el centro de una de sus colecciones. María Escoté reinventó las batas de lunares y hasta Davidelfín usó bufandas futboleras para vestir a sus modelos.
Pero, ¿resulta coherente que dentro de una maison como Balenciaga, Gvasalia se valga de este recurso? Es decir, ¿acaso no hay material suficiente en el archivo de la firma como para reinterpretar una y mil veces el legado de don Cristóbal? ¿Qué opinaría él si levantara la cabeza? Tal vez, no reconocería ni su propia marca… Y eso no conviene. En mi opinión, la cuestión latente entre las líneas verticales de estos bolsos de inspiración asiática no es si son bonitos o feos, si es legítimo o no que estén en la colección. Es mucho más simple: ¿qué queda de Balenciaga en este Balenciaga?
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