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El bolso de la compra

En Lifestyle 12 octubre, 2015

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

El logo de un hipermercado, sobre un bolso de piel de 1.700 euros. ¿De dónde viene la inspiración para perpetrar semejante ocurrencia?

Que si ha sido siempre una visionaria. Que si es una transgresora. Que si sus creaciones encierran un críptico mensaje anticapitalista, lanzado desde el mismo seno de la industria del lujo, cual Caballo de Troya fashion. Que si sí, que si no, que si sale con barba es San Antón y si no, la Purísima Concepción. Llevan los entendidos varios días debatiendo sobre la última colección de la diseñadora Anya Hindmarch y su producto estrella: un bolso de piel con el símbolo de una gran superficie gala.

¿Quién le iba a decir a la extinta Pryca que sus denostadas prendas y accesorios de moda -o al menos su logo, pero valga la parte por el todo- iban a acabar sobre una pasarela? Los puristas se rasgan las vestiduras al ver convertida en el epítome de lo cool semejante atrocidad del diseño gráfico: esa críptica y curvilínea C blanca sobre un rombo bicolor, que da como resultado un triángulo amorfo y una especie de pica… Otros se rascan el bolsillo -cuesta la friolera de 1.700 euros- porque anhelan lucir el bolso, aunque ellos sean más de comprar en el Club del Gourmet que en la charcutería del antiguo Continente.

Ideales para la primea fila de un desfile y para hacer fila frente a una cajera.

Ideales para la primea fila de un desfile y para hacer fila frente a una cajera.

A la Hindmarch su fama le precede. En su momento lanzó el icónico bolso de lona con la leyenda I am not a plastic bag que puso de moda los totebags de loneta, de los que todo hipster ortodoxo almacena varias docenas colgadas del pomo de la puerta. Después, sacó una colección adornada con señales de tráfico y otra con pegatinas como de carpeta de adolescente, y la temporada pasada sorprendió con una línea de bolsos inspirada en las cajas de los cereales.

Para esta última, deduzco, la inspiración le vendría precisamente en un súper, en el pasillo de los desayunos, entre colacaos y magdalenas. Me la imagino a punto de pagar, cargada con la compra, pensando cómo llevársela consigo, mientras la cajera le pregunta si quiere una bolsa. Anya la rechaza, presa de su conciencia ecológica y de algo de tacañería, lo empieza a meter todo en su bolso y… ¡ta-dah! ¡Llega la idea! Su bolso es una bolsa… ¡Oh, metonimia perfecta! Fue así, seguro.

bolsa-compra-not-a-plastic-bag

La verdad es que no imaginaba que fuera ella quien tuviera la ocurrencia. Custo para los de «La calidad no es cara» ya hizo camisetas, ¿por qué no carteras con su logo? ¿O Davidelfín unos clutches adornados con el triángulo verde de don Isidoro? ¡Lo petarían entre la socialité madrileña! Aunque el binomio perfecto lo encontraríamos en Valencia: Francis Montesinos podría haber firmado unos bolsos Hacendado, con neceres Deliplus a juego. ¡Exitazo! De hecho, el propio logo de la empresa de Juan Roig ya es una cesta bien repleta de productos… y una cesta, al fin y al cabo, es la hermana pobre -y de mimbre- de un bolso.

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