El Proyecto Artemisa lo forman siete voces capaces de llegar a las estrellas con historias de anticipación, de revolución de ideas, distopías utópicas o no tanto, historias con las que expandir la mente sin movernos del sitio. Ellas son siete voces cargadas de talento que , en un punto del camino decidieron constituirse en colectivo para dotar de más fuerza su presencia en un género, la ciencia ficción, tradicionalmente poco cultivado por las mujeres. Y es ahora cuando del trabajo brotan los frutos en forma de primera antología propia de relatos, 7 máscaras (Kelonia, 2018). Miriam Uriarte, Ana Lozano Cantó, Marisa Alemany, Cruz Gabaldón, Elena Denia, María Tordera y Eva G. Guerrero —que responde a las preguntas de EL HYPE— son Proyecto Artemisa.
¿Quienes sois, qué os hizo encontraros y coincidir y por qué el nombre de Proyecto Artemisa?
Somos un grupo de escritoras valencianas centradas en el género de lo extraordinario: ciencia ficción, fantasía, terror, realismo mágico, cualquier manifestación literaria que se nutra de elementos extraordinarios para narrar la realidad. Somos, siete mujeres con trayectorias profesionales muy diferentes: ingeniera, maestra, farmacéutica, astrofísica, bióloga, profesora y arqueóloga a las que nos une una pasión común: la escritura. Nos conocimos en un taller de ciencia ficción impartido por el escritor Juan Miguel Aguilera en febrero de 2013, un taller en el que todas menos uno éramos mujeres, fue un espacio en el que surgió una sinergia creativa que derivaría en un libro conjunto de relatos: Antes de Akasha Puspa, coordinado por nuestro padrino de letras, Juan Miguel Aguilera.
Sobre la elección del nombre del colectivo te diré que fue una empresa complicada. Entramos a las cinco en un pub de Benimaclet y salimos de allí al anochecer. Nos sentimos identificadas con la imagen y la fuerza de la diosa cazadora, por lo mitológico como fuente primordial de la fantasía, por su condición de mujer, por supuesto. Proyecto vino a subrayar el enfoque sci-fi.
Hasta la irrupción de la mujer en la sci-fi de los años 70-80 y su consolidación actual, el número de escritoras era casi testimonial, y eso que a una de ellas, Mary Shelley, se le atribuye la invención del género ¿Cuál puede ser el motivo de aquella ausencia y de la eclosión actual?
Hay controversia sobre el hecho de que Mary Shelley sea la inventora del género, algunos catalogan su Frankenstein más como fantasía gótica de terror, ello se incluye en el debate sobre qué abarca la ciencia ficción. Si la encuadramos en lo especulativo, en las consecuencias y debates que genera la aplicación de la ciencia posible en el futuro, en este caso no lo sería, pero para nosotras es una obra embrionaria, sin duda. Sí que encontramos a mujeres en el siglo XX, aun siendo una minoría, en el mundo anglosajón que escribían sci-fi, aunque quizá ellas mismas no se etiquetaban como escritoras del género, o algunas que tuvieron que recurrir a usar seudónimo para conseguir ser publicadas, caso de James Tiptree Jr. o Alice Bradley Sheldon. Dentro de un mundo literario de dominio masculino, tal vez porque las mujeres no habían accedido a los estudios tecnológicos, surgió la ciencia ficción feminista con autoras de gran peso, como Úrsula K. Leguin. En los años 80 surgen mujeres que escriben distopías como Margaret Altwood. En nuestro país no se produce este aumento que comentas a partir de los años 70 a causa de la fuerte tradición realista en la literatura y no será hasta los años 80, con la irrupción de Elia Barceló que comenzarán a verse mujeres publicar con mayor asiduidad. La mayoría de libros publicados son novelas cortas o antologías de relatos en las que se incluían por defecto menos mujeres. Durante mucho tiempo ha sido también un problema de visibilidad y de oportunidades. Este panorama está cambiando gracias al éxito de las escritoras anglosajonas en los premios Hugo, Nébula y Locus (los Oscars de la ciencia ficción), que ha despertado el interés por leer a mujeres.
¿Es verdad que mientras los autores se decantan por la ciencia ficción hard (historias donde el argumento está supervisado, contrastado y digamos protagonizado por la ciencia), las escritoras bucean más en los problemas sociales de futuras civilizaciones?
Es un poco lo que acabamos de comentar. Puede que en épocas pasadas sí hubiese una mirada distinta, separada, de hombres y mujeres, pero pensamos que se debía a la formación de carácter eminentemente humanista y social alejada de cualquier tema científico o tecnológico que se le daba a la mujer. Hace años que se lucha por una educación igualitaria entre ambos géneros y esta política ha dado sus frutos también en la literatura. Una gran parte de la ciencia ficción no se basa solo en la tecnología sino que tiene una temática social, antropológica. Hay hombres que escriben este tipo de sci-fi y hay mujeres, como Elena Denia, nuestra astrofísica, que escriben hard, aunque tampoco es necesario ser una experta o una científica para escribir hard.
7 máscaras es el nombre de lo último de Proyecto Artemisa: 7 historias sobre 7 sociedades diferentes, pero en las que no nos costaría identificarnos ¿El hecho de que tengamos que escondernos detrás de una pantalla o una máscara es un signo de los tiempos o algo que viene para quedarse?
Cada época ha tenido sus propias fórmulas para enmascarar nuestras miserias, miedos o defectos. En la actualidad las herramientas de comunicación social nos propician unas máscaras determinadas (redes sociales, videojuegos…) Todo ello evolucionará y el mundo futuro tendrá mecanismos de comunicación con aspectos positivos y negativos que siempre permitirán situarnos detrás de máscaras. En este sentido sí que somos autoras comprometidas con el aspecto social de los géneros de lo extraordinario.
Todos los relatos de futuro nos dicen que vamos de mal en peor. Hace 100 años la sci-fi estaba imbuida de cierta esperanza por una tecnología que nos haría mejores…
Como tú bien dices, hace un siglo la sci-fi solía ser optimista. Eso cambió con las guerras mundiales, en especial con la segunda. Los experimentos nazis, los bombardeos sistemáticos de las ciudades, el estallido de la bomba atómica, la carrera armamentística durante la guerra fría… todo ello contribuyó a que la visión optimista desapareciera. En la sci-fi, que trata de pensar en cómo influirá la tecnología en el futuro, empezaron a imaginarse mundos donde se veían los efectos devastadores que podía producir un mal uso. Sigue habiendo mayoritariamente una visión distópica, pero eso está empezando a cambiar. Han surgido géneros optimistas como el solar punk, y nuevas historias más esperanzadoras.
¿Cuál es el recorrido de 7 máscaras a partir de ahora, y el de Proyecto Artemisa?
De momento, promocionar nuestra primera antología. Como hemos comentado cada una de nosotras procede por formación y profesión de ámbitos diferentes lo cual le da al grupo una gran riqueza de perspectivas e intereses que queremos que se refleje en futuras antologías. Tenemos una página web donde volcamos nuestras inquietudes en noticias, eventos y publicaciones de algunos de nuestros relatos. Así como también estamos presentes en redes sociales. Otras acciones en mente serían la creación de un club de lectura con tema scifi, concursos o certámenes literarios propios, propiciar charlas-debates sobre fantasía y ciencia ficción, y sobre ciencia en general, pues contamos con Elena Denia, astrofísica y divulgadora científica cuyo canal Early Universe está abriéndose camino. Además cada una de nosotras tenemos nuestra carrera literaria personal cuyo éxito le da valor y repercute en el resto del grupo. Por ejemplo, Miriam Jiménez ha sido ganadora de la primera edición de los Premios Ripley, en 2017, y está próxima a publicar su primera novela: Ayanteck; Eva G. Guerrero, ha sido finalista de los Ripley 2018 o de Visiones 2018; Marisa Alemany, con su reciente éxito editorial la novela Diosa de tierra y metal; María Tordera, premio Beatriu Civera 2017 del Ayuntamiento de Valencia etc. Todas participamos en proyectos y antologías externas y varias de nosotras estamos inmersas en la escritura de novelas.
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