No todo podían ser noticias aciagas en este año para el olvido. Desde el pasado 8 de octubre los amantes de la fotografía con domicilio en Barcelona y su área metropolitana disponen de un nuevo espacio cultural. Auspiciado por la Fundación MAPFRE, KBr toma el relevo del céntrico emplazamiento en Casa Garriga Nogués, donde la Fundación programaba exposiciones culturales, para mudarse a los bajos del rascacielos MAPFRE (Avenida litoral, 30). Esta ubicación ha sido elegida para la apertura de un centro dedicado en exclusiva al arte fotográfico. Sus flamantes instalaciones incorporan dos salas de exhibición, un auditorio polivalente, una sala para actividades educativas y una interesante librería con obras de los fotógrafos capitales del pasado siglo y parte de este.
Más allá de su faceta como espacio de exposiciones, el nuevo centro pretende también abrir un resquicio a actividades que promuevan una voluntad educativa de presencia permanente. La idea es ir abriéndose a estas dinámicas paralelas, así como a ciclos culturales y conferencias. Para oficiar su bienvenida dentro del tejido museístico y de exposiciones de la ciudad condal, sus programadores proponen una retrospectiva de dos autoridades en la disciplina artística sobre la que gira este nuevo espacio.
Por un lado, la sala 1 del espacio KBr, la más amplia de las dos, alberga la obra de Bill Brandt (1904-1983). Este alemán que renegó de sus orígenes para abrazar la ciudadanía inglesa, está considerado uno de los fundadores de la fotografía moderna. Aprendiz en el estudio de Man Ray, y devoto de contemporáneos como Brassaï, André Kertész o Eugène Atget, su obra abarca una amplitud de géneros, por los que Brandt se movía con admirable soltura y pericia.
Desde la fotografía documental, con sus acusados contrastes para señalar la diferencia de clases de la sociedad inglesa de su época, hasta sus icónicos retratos de figuras de su tiempo: Picasso, Magritte, Peter Sellers, Francis Bacon, etc. Brandt pasa por instantáneas de desnudos, paisajes, experimentación. Además, inmiscuyéndose en el revelado de sus propias fotografías, cumple con todo el arco artístico que implica el desarrollo de esta disciplina.
De su estilo, adaptado a sus incursiones en las distintas categorías mencionadas, brota una búsqueda fascinante por una pulsión siniestra y desconcertante, un desequilibrio modulado con la luz, la composición, y los gestos y las miradas (sin pose) de los sujetos que accionaban su disparador.
En la sala contigua del KBr se expone el trabajo del fotógrafo Paul Strand (1809-1976). Este neoyorquino es considerado uno de los padres de la “fotografía directa” o “fotografía pura”, junto a Alfred Stieglitz —con quien le unió una gran amistad— y otros representantes de la Photo-Secession. Influido también por Lewis Hine y su fotografía de tamiz social, Strand logró fusionar esas dos tendencias en una obra amplia, parte de la cual, unas 110 fotografías de la propia colección de MAPFRE —la más importante fuera de los Estados Unidos—, se recupera para esta exposición.
En ella, se pueden ver, principalmente, los trabajos concebidos fuera de su ciudad natal, a través de los distintos viajes que emprendió, y, especialmente, en cuanto a retrato, a diferencia del de Brandt, menos artístico, pero más comprometido y centrado en sujetos anónimos, al contrario que las celebridades que posaron enfrente de la cámara del artista alemán.
Strand, que es considerado uno de los pilares de la fotografía documental marcó a fotógrafos posteriores como Walker Evans o Edward Weston. Su identidad artística también le reportó una obra en calidad en cuanto a cineasta, que no ha sido recuperada para esta exhibición.
Estas dos figuras trascendentales de la fotografía del pasado siglo, poco exploradas en nuestros dominios, sirven como acta inaugural de KBr, un nuevo punto de encuentro para aficionados a la fotografía y al arte en general, que es aún más de agradecer en este clima de persianas bajadas.
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