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Música

Nelson Ned, el pequeño gigante de la canción

En Extrafalario, Música sábado, 16 de agosto de 2014

Lucas Soler

Lucas Soler

PERFIL

El más original representante de la canción brasileña triunfó en los sesenta y setenta con la balada romántica.

El pasado 5 de enero, nos abandonó el cantante brasileño Nelson Ned, una de las figuras  fundamentales de la balada romántica y lacrimógena en Latinoamérica durante la década de los sesenta y setenta, que llegó a ser promocionado como “el pequeño gigante  de la canción”. Tan paradójico reclamo publicitario se debía a que Nelson Ned medía un metro con doce centímetros, es decir, era enano o si queremos expresarlo de forma políticamente hipócrita y correcta era una “persona de altura baja”. Pese a su reducido tamaño, tenía una voz atronadora y una personalidad magnética en el escenario. La primera vez que lo vi cantar fue en el longevo programa de la televisión colombiana “El show de las estrellas”, creado en 1969 y presentado desde entonces por Jorge Barón. Creo que fue en 1971. Lo habían sentado en una butaca muy alta que enfatizaba aún más su corta estatura, para que cantara su gran éxito de aquel momento, “Yo también soy sentimental”.

“Quien fue/Quien no tuvo en la vida/Un fracaso de amor, una desilusión/Quien es/El que nunca dio abrigo/A una amarga tristeza en su corazón”

“Quien fue/Quien no tuvo en la vida/Un fracaso de amor, una desilusión/Quien es/El que nunca dio abrigo/A una amarga tristeza en su corazón”

A mis nueve o diez años de entonces pensaba que los enanos era personajes alegres y divertidos, que se dedicaban a hacer piruetas o chistes de payaso en el circo, pero cuando vi cantar a Nelson Ned me di cuenta de que también podían ser almas torturadas, corazones sensibles con capacidad de llorar en público sin ningún recato.

Cuando apareció por Colombia a principios de los setenta, Nelson Ned ya era una estrella consagrada en Brasil y empezaba su conquista de Latinoamérica. Al igual que su compatriota Roberto Carlos, el francés Charles Aznavour, la británica Jeanette y los italianos Gigliola Cinquetti, Raffaela Carrá, Nicola Di Bari y Salvatore Adamo, fue  uno  de los  artistas no hispanos que obtuvieron éxito interpretando empalagosas canciones románticas en español. En sus años de gloria, cultivó la amistad y cantó junto a Frank Sinatra y Tony Bennett. Siempre tan afecto a la música popular de grandes sentimientos, Gabriel García Márquez contó alguna vez que escribía sus obras escuchando música de Nelson Ned. A lo largo de su carrera, el baladista carioca llegó a a vender más de cincuenta millones de discos en todo el mundo.

Como tantos otros cantantes de baladas románticas, Nelson Ned llevó una vida de excesos increíbles durante varias décadas. Alcohólico, drogadicto y aficionado a las mujeres de mala reputación, el pequeño gigante de la canción vio la luz y se convirtió al cristianismo evangélico en 1993, ya en los momentos más bajos de su carrera.  “Antes de ser evangélico era muy depravado, bebía mucho, usaba mucha droga y tenía muchas mujeres. Ahí, Dios habló conmigo una madrugada: ‘O usted cambia o lo saco de aquí’. Entonces resolví cambiar”, declaró el cantante en una entrevista.

Gracias a Dios (nunca mejor dicho), Nelson Ned vivió unos años de madurez más apacibles, dedicado por entero al gospel y la canción cristiana, como se refleja en los monotemáticos títulos de sus últimos discos: “Jesús está vivo”, Jesús te ama”,  “Jesús es vida” y “Jesús resucitó”. Por lo que se ve, la inspiración divina en el caso de Nelson Ned  era bastante reiterativa y poco original.

Nelson Ned

Pese a haberse redimido y encontrado la paz espiritual, su anterior vida de excesos acabó pasándole factura; en 2003 sufrió un derrame cerebral, que le dejó graves secuelas como la pérdida de visión en su ojo derecho y  una apoplejía que  le postró en una silla de ruedas de por vida, además de padecer diabetes, hipertensión arterial y Alzheimer. Después de más de diez años de prolongada y dolorosa enfermedad, Nelson Ned  falleció de una neumonía y de una infección de vejiga. El cantante dejó dos viudas y tres hijos, todos también de menguada estatura. Una de sus hijas trabaja en un circo como acróbata y payaso, la otra es médico y el  hijo varón es baterista de jazz.

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