fbpx

Cine y Series

Max Ernst: arte, filosofía y cine

En Hermosos y malditas, Cine y Series martes, 31 de diciembre de 2024

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

De Max Ernst (1891-1976) dijo George Bataille que era un filósofo jugando. La imagen con ecos de Nietzsche –sobre todo en la lectura de Clement Rosset–, es hermosa y compatible con el aura de maldita (en el sentido sobrenatural, no literario del término) que rotula esta sección.

En un sentido estricto, el artista Max Ernst no fue un filósofo, ni Georges Bataille tampoco, dicho sea al pasar. Max Ernst (pintor, escultor y poeta) fue un gran artista, y en particular, un gran artista del siglo XX lo que quiere decir básicamente dos cosas: que su poética se entreveró con las vanguardias (Ernst fue surrealista, patafísico y dadaísta), y que su vida transcurrió mientras el cine atravesaba las décadas de ese lapso terrible lleno de tecnología y asesinato industrial consolidándose como lenguaje del mundo y no solo como arte.

Max Ernst

Max Ernst en La edad de oro (Luis Buñuel, 1930)

La relación de un artista del siglo XX con el cine suele producirse de una doble manera, en primer lugar sumando el arte cinematográfico al conjunto de las artes practicadas (al modo de Jean Cocteau, Cindy Sherman, Julian Schnabel o David Lynch quienes dirigen, fotografían, esculpen y pintan), en segundo lugar siendo el artista objeto del cine como arte. El filósofo que jugaba con superficies, imágenes soñadas y formas encontradas inventó alguna más.

Max Ernst

La femme 100 têtes (Éric Duvivier, 1968).

Max Ernst no dirigió películas personalmente, pero su relación con la imagen en movimiento y en particular con el montaje fue destacada tempranamente por André Breton. El padre del surrealismo («padre», que metáfora tan manida, alguien debería escribir sobre su abuso) comparó los collages de Ernst con el cine y destacó la forma impar en que sus obras trascendían o tendían a trascender las formas bidimensionales propias de las artes (dibujo y pintura) que se extienden en el espacio del papel o del lienzo. La técnica del frottage, pero no solo ella.

A diferencia de la pintura, que es un arte del espacio, el cine como la música parecen artes del tiempo, de ahí el célebre (también hermoso) título de Andrei Tarkovski Esculpir el tiempo. Quizás por ello, para liberarse del espacio y trasladarse a través del tiempo, Max Ernst mantuvo esa estrecha relación con el cine como arte, pues además de aproximar sus collages al arte del celuloide, fue miembro de jurados cinematográficos y diseñador de premios de cine como el Homme o la Mujer de Tours que Ernst diseñó en 1960 para el Festival Internacional de Cortometrajes de aquella ciudad.

Max Ernst

La Taurangelle.

Quizás la relación más conocida de Max Ernst con el cine fue la forma en que él mismo protagonizó como actor o fue objeto (objeto-sujeto si se quiere así) de las películas de los otros. Su obra, caleidoscópica y dimensionalmente insurrecta inspiró pronto a los surrealistas y en 1930, Ernst interpretó un papel en La edad de oro, la segunda película de Luis Buñuel. En ese filme en cuyo guion colaboró Salvador Dalí, Max Ernst hacía de ladrón.

Con el galerista Julien Levy rodaron películas nunca estrenadas en las que aparecía la segunda esposa de Ernst, Marie-Barthe Aurenche. Los rodajes se llevaban a cabo en Francia, en la casa de Caresse Crosby, llamada Le Moulin du Soleil. Se conservan fotogramas de la película Portrait de Max Ernst. Film illogique rodado por Julian Levy en París, en junio de 1932.

Max Ernst diseñó piezas de ajedrez y ese fue el tema de 8×8: A Chess Sonata in 8 Movements, la película surrealista de Jean Cocteau y Hans Richter, cuya imagen icónica (con el artista y su tercera esposa, Dorothea Tanning) pueden ver los lectores de EL HYPE justo aquí.

Max Ernst

Max Ernst y Dorothea Tanning jugando al ajedrez. Fotografía: Bob Towers.

En 1945, The Temptation of St. Anthony (cabecera) fue el cuadro elegido para la producción cinematográfica de Hollywood The Private Affairs of Bel Ami, dirigida por Albert Lewin con George Sanders (el gran crítico Addison DeWitt de Eva al desnudo) y Angela Lansbury. En 1961, Jean Desvilles adaptó para el cine Une semanine de bonté (una perturbadora novela-collage y una de las obras maestras que Max Ernst terminó en 1933).

En 1966, a partir de Maximiliana ou l’exercise illégal de l’astronomie (un libro artístico en colaboración con el editor Iliazd), Peter Schamoni dirigió el documental Maximiliana en el que Ernst participó como guionista y actor. También en los años 60, La femme 100 têtês inspiró el mediometraje homónimo de Éric Duvivier. El cortometraje La Joconde: Historie d’une obsession (Henri Gruel, 1958) con guion de Jean Suyeux y Boris Vian es otro ejemplo de la fascinada relación del arte del cine con Max Ernst.

Max Ernst

La Joconde: Historie d’une obsession (Henri Gruel, 1958).

Hay muchos más. Se pueden ver en Max Ernst. Surrealismo, Arte y Cine, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, acérquense ahora que algunos reparamos en que quizás corresponda al arte y no a la tribuna académica reflejar desde una filosofía de la creación artística, el absurdo de la guerra, la asfixiante testarudez de lo soez, el narcisimo de la vacuidad, la violencia verbal y mental que campa por doquier. Háganlo antes de que este año que ahora empieza devenga (para mal) en tiempo sin sentido o surreal.

Hermosos: fracasados intentos de transformación social desde el arte a mejor.

Malditas: exitosas tácticas de transformación social desde la telebasura y las fake news a peor.

Suscríbete a nuestra newsletter

* indicates required

Compartir:

Max ErnstLuis Buñuelarte y cineJulian LevyarteGeorges BatailleSalvador DalíVanguardiasClément RossetCírculo de Bellas Artes

Artículos relacionados

Comentar

Debes ser registrado para dejar un comentario.

Sin comentarios

Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!