Lo llamamos amor cuando quisimos decir sexo, pero Frank Sinatra lo dulcificaba todo con su mirada y su sombrero, aunque con la mafia era más difícil meter la mierda debajo de la alfombra. A pesar de ello, lo consiguió.
Sí, Frank consiguió salir indemne de la eterna sospecha y realidad palpable de sus vínculos innegables con la Cosa Nostra. Murió con la reputación intachable al menos de cara a la galería, América no se podría haber permitido meter en la trena a un heptagenario. Se fue con 82 años, este año cumpliría 100, pero (eso sí) siguen siendo objeto de debate esas presuntas extorsiones de la mano de célebres mafiosos como Carlo Gambino.
También se barajó la posibilidad de que perteneciese al Partido Comunista, pero claro, Edgar Hoover sospechaba hasta de tu madre. Un trastornado le chantajeó para que donase dos millones de dólares al Vaticano y así evitar su muerte. De locos. Suponemos que hombres ultrajados por su percha refinada y su voz y ademanes de fucker de guante blanco provocaron que la gente hiciese casi cualquier cosa por joderle.
Aunque también mujeres (¿despechadas?) hicieron de las suyas, como aquella vidente que pronosticó que este pequeño demonio de ojos azules iba a dividir al país. Las amenazas de muerte eran tan habituales que Frank no las tenía ya en cuenta, vivió entonando sus canciones como si nada le importase más que eso. Si soportó verse involucrado en el secuestro de su propio hijo (¡!) o en los asesinatos de dos Kennedy todo era posible.
El FBI, siempre el FBI, afirmó que Sinatra había tenido contactos con gánsteres de todo pelaje, compañías poco recomendables que podrían achacarse a su origen italoamericano. Lucky Luciano tuvo mucho que ver en el éxito del de Hoboken y con sus malas artes enterró la carrera de más de uno para ser él quien brillase durante décadas.
Pero como buen hombre discreto, jamás dejaba rastro, aunque fuera tan visceral que la pagó con el mobiliario de su mansión cuando Robert Kennedy, por aquel entonces Fiscal General, despreció su invitación a pasar unos días con su amante Marilyn tras haber organizado todo para acogerle. También quiso participar en El Padrino, pero ahí consiguieron pararle los pies. Habría sido demasiado evidente que el personaje de Johnny Fontane ejemplificara las triquiñuelas de Frank para llegar a la cima, cabeza de caballo ensangrentada mediante.
Así se las gastaba Frank: que un magnate de los casinos no le quería de competencia, pues se le acribillaba a balazos sin ensuciarse las manos. Non ti preocupare! Que Frank era un mediocre actor… Who Cares? Con la Mafia todo era viable. En este caso, el crooner supo de quién rodearse. en De aquí a la eternidad fue su papel estrella y el título se convirtió en anticipo de lo que a la postre sucedió. La Voz quiso ser más que eso y damos fe de que lo logró a base de sangre y silencio.
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