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Los hippies del Vietnam: Un Woodstock

En Música miércoles, 7 de agosto de 2024

Óscar Carrera

Óscar Carrera

PERFIL

En los años setenta, y hasta hace relativamente poco, lo más cercano a un rock vietnamita en los radares de Occidente era la banda progresiva Taï Phong, fundada en Francia. Dos hermanos vietnamitas emigrados, Khánh Mai y Tài Sinh, reclutaron a músicos europeos para facturar un lánguido rock progresivo en la onda de Barclay James Harvest (estrategia paralela a la de los Bayon de Alemania del Este, de líder camboyano). Su primer álbum, autotitulado y de 1975, es recordado sobre todo por el single «Sister Jane» y por incluir los primeros pinitos en el negocio del cantante Jean-Jacques Goldman, que compondrá muchos de los éxitos de Céline Dion.

La siguiente entrega, Windows (1976), no obtuvo grandes dividendos y adolecía de una competición entre Khánh y Goldman por el liderazgo de la banda, que desapareció tras una irregular despedida (Last Flight, 1979). A partir de ahí, Goldman escalaría desde el prog friki hacia el éxito de masas y los vietnamitas esperarían hasta mediados de los noventa para reunirse (lo que el francés declinó).  

Porque sigo en Saigón, 

sigo en Saigón, 

sigo en Saigón 

en mi mente. 

Charlie Daniels Band, «Still in Saigon» (1982)

Nada en esta historia nos permite sospechar lo que había estado sucediendo en el Saigón en guerra. Los escasos cronistas que enviábamos solían estar a otra cosa. Ni siquiera tras el retorno de las tropas estadounidenses nos enteramos de lo que había sucedido, si bien hubo algún reportero que nos dejó con la miel en los labios. Por ejemplo, Gabriel García Márquez afirmaba haber visto en 1979 como «una muchedumbre de adolescentes occidentalizados, que era casi toda la juventud de Saigón, se concentraba a tomar el fresco en las plazas, vestidos a la americana, y soñando con el pasado que se fue para siempre, al compás de la música rock».

¿Qué había sucedido en esos últimos años de guerra? A principios de los setenta, algunos grupos pioneros habían incorporado toques de soul y psicodelia que complicaban y enriquecían la nueva mezcla de Vietnam y rock ‘n’ roll. Un abismo más que geográfico los separaba de los grandes estudios de Londres o Nueva York, pero es indudable que contribuyeron, a su manera, a la gloria de aquellos años de efervescencia musical global. Saigón oficializaba su ingreso en lo que Michael J. Kramer llama «la República del Rock». 

La situación de guerra generaba una ambivalencia que el rock vietamita nunca logró superar. Muchos vietnamitas se hicieron hippies como reacción al conflicto, pero, a diferencia de sus homólogos estadounidenses, es imposible que hubieran podido hacerlo al margen de este. Los abanderados de la nueva «música juvenil» (nhạc trẻ) tan pronto lucían una camiseta con barras y estrellas ante un público de ebrios marines yanquis como suspiraban por el autodominio de su pueblo asediado.

Esta ambivalencia se apreció más que nunca en el Saigon Young Music Festival (Đại hội Nhạc trẻ) de 1971, también llamado Saigon International Rock Festival. El «Woodstock vietnamita» se celebró en el zoo de la ciudad y fue patrocinado por sectores militaristas de la sociedad saigonesa, asociados a la revista Diều hâu. El objetivo: recaudar fondos para familias de los militares fallecidos en la operación Lam Son 719, realizada en Laos a principios de año.

Conciertos de rock los había en Saigón desde por lo menos 1964-65, cuando la escuela de La Salle Taberd recaudaba fondos mediante grupos de versiones, para una audiencia no exenta de sotanas. El primer Saigon Young Music Festival se distinguió por su magnitud: unos 7.000 asistentes, en su mayoría vietnamitas. Principalmente varones vietnamitas, aunque también se avistaron GIs con propaganda antibélica y algunas chicas «en pantalón corto y altas botas de cuero, algunas con largos vestidos, otras en minifalda». Los once artistas procedían de Vietnam, Tailandia, Corea del Sur, Filipinas, Australia y más.  

El espíritu de fraternidad y comunión entre los que vivieron aquel día de lluvia, aunque no alcanzaran las cifras del Woodstock estadounidense, tiene más mérito si se consideran las circunstancias del evento. La esquizofrenia de la situación de guerra se palpó, de nuevo, en todo momento: ahora se cantaba a la paz y al amor, ahora se galardonaba con guirnaldas de flores, sobre el mismo escenario, a los valerosos soldados que volvían de Laos… 

El festival se convirtió en una institución de la ciudad durante la primera mitad de la década, en la que se multiplicaron los «Woodstocks» fuera del mundo anglosajón: así son recordados en Argentina los primeros Buenos Aires Rock (1970-72); en México, el Festival de Avándaro (1971), y en España, el primer Canet Rock (1975). Estados Unidos había visto el sueño hippie marchitarse; pocos de sus habitantes estaban al tanto de que, en realidad, se trasplantaban esquejes en los suelos más insospechados. Para buena parte de la población mundial la contracultura empieza, no termina, en 1970, y esto incluye España, donde el ideal hippie también tiene una deuda con las fuerzas armadas estadounidenses. 

La última edición del Saigon Young Music Festival tuvo lugar en 1974, un año antes de la victoria comunista y la inmediata prohibición de la decadente música «occidental», aunque en realidad fuese más vietnamita que el proverbial sombrero cónico. La CBC Band fue cabeza de cartel del evento que marcó a una generación en miniatura. O a un proyecto de generación. Porque, aunque en los fragmentos de vídeo conservados de 1971 se vislumbren algunos atuendos verdaderamente excéntricos, no hay duda de que sus felices propietarios los habrían puesto a buen resguardo antes de cruzar el umbral del hogar. Un desertor escolar declaraba al New York Times: «En realidad creo que no me gustan las ropas que llevo, pero si los mayores me siguen criticando seguiré llevándolas». Nguyễn Giảng Cao, músico de aquel ambiente, opinaba que en su generación «no éramos hippies de verdad», aunque «amábamos el look de los hippies» y, sobre todo, «podemos sentir la libertad como cualquier otro hippie». Pero no era libertad lo que se aproximaba, sino un largo silencio. 

Primera parte: Los hippies del Vietnam. A este lado.

Segunda parte: Los hippies del Vietnam. Arde Saigón.

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Céline DionTaï PhongSaigon Young Music FestivalJean-Jacques Goldman

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