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Lee Friedlander, el encuadre vivo

En Cultura 6 marzo, 2022

Marc Muñoz

Marc Muñoz

PERFIL

Nacido en Aberdeen (Washington) un 14 de julio de 1934, prevalece, junto a sus colegas de profesión William Eggleston, Bruce Davidson, Joel Meyerowitz, Elliot Erwitt y William Klein, como uno de los últimos popes vivos del arte fotográfico. Su actividad frondosa desarrollada a lo largo de seis décadas toma estos días las instalaciones del KBr de Barcelona; una exposición producida por la fundación MAPFRE, comisariada por Carlos Gollonet, y que recala en la ciudad condal hasta el 8 de mayo tras su estancia en Madrid.

A Friedlander se le considera un fotógrafo esencial del “paisaje social estadounidense”, un vínculo estrecho con su país natal. El mismo que ha recorrido a lo largo de su vida desde la óptica de su inseparable Leica, a la que, ya en la década de los 90,  decidió abandonar por una Hasselblad de formato cuadrado. Aunque lo que capta mayormente la atención del aficionado cuando repara en su trabajo a lo ancho de seis décadas es su voluntad decidida por romper moldes y convencionalismos. El fotógrafo norteamericano fue de los primeros en cuestionar las formalidades de la anterior generación y establecer así un distanciamiento y cambio de prioridad respecto al instante mágico pregonado por Cartier-Bresson. Su posición es más partidaria del encuadre vivo, auspiciado por la intuición, que produce significados a través de los vasos comunicantes que se establecen entre los elementos en cuadro y su ubicación. Una visión marcada por la fragmentación, la ambigüedad y la ironía.  Fue algo que aplicó tanto a los retratos, como a la fotografía callejera, y a sus distintos acercamientos a este arte.

Lee Friedlander

Su pasión por el medio se fragua ya en una adolescencia como huérfano de madre en la costa del Pacifico. Ahí vivió con familiares de su padre que le inocularon el interés por el jazz y la fotografía. Aunque su madurez artística le llegaría unos años después, cuando decide instalarse en el Nueva York de los años 60, cuna artística y campus universitario para cualquier amante de la fotografía.

Su nueva forma de entender la fotografía documental encuentra pronto acomodo en las más altas instituciones culturales de la zona. Hasta el punto que en 1967 presenta en el MOMA de Manhattan New Documents, una muestra en la que comparte espacio con otros maestros como Diane Arbus y Gary Winogrand.

Su estilo propio, influido por Eugène Atget, Walker Evans y Robert Frank, se va formalizando durante toda la década mediante su inseparable Leica de 35mm. Un carácter marcado por los reflejos, las sombras, o esa composición dialogante, collages donde los elementos en pantalla juegan entre ellos creando significados inesperados, sorprendentes. Un juego de acertijos que requiere la intervención de quien observa.

Lee Friedlander

El interés por el paisaje urbano que desarrolla en las primeras décadas de exposición pública disminuye con el paso del tiempo, cuando empieza a complementarlo con una mirada sobre la naturaleza y su paisaje en la que vuelve a exponer ese don por componer de una forma sencilla pero de intención compleja; en la que cada elemento parece tener una entidad propia y, a su vez, una función sobre el resto de los elementos en el cuadro.

Su gran cambio metodológico llegaría en la década de los 90, cuando decide aparcar su amada Leica para dar paso a un formato medio con una cámara Hasselblad que le permitía trabajar con mayor profundidad de campo.

La muestra que acoge el KBr repasa en sentido cronológico, y agrupando por temas las trescientas cincuenta fotografías que la componen, una parte elemental de la obra de este influyente artista. Desde sus retratos en color a los grandes del jazz, incluyendo algunas portadas de discos  en sus primeros años en Nueva York, hasta proyectos de gran peso en su trayectoria como The American Monument —el reflejo de muchos monumentos en un paisaje cambiante— o «The Little Screens» —un estudio sobre la cotidianidad en los hogares estadounidenses de los 60s—, sus libros publicados, así como cuantiosos retratos, fotografía de paisajes (urbanos y naturales), autorretratos —fue de los primeros en meterse en sus propias fotos— y álbumes de familia. Un extenso y completo recorrido por la obra visual del fotógrafo del encuadre vivaz.

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