Yoshua Cienfuegos estrena para el Ballet de la Generalitat un quinteto en el que las puntas típicas del clásico maridan a la perfección con su lenguaje contemporáneo.
El director y coreógrafo ha puesto las zapatillas de puntas a los cinco bailarines de su última creación, Entreactos, que se estrena el próximo 28 de enero en el Teatro Principal de Valencia como parte de un programa triple junto a piezas de Rafa Darder y Paolo Mohovich. “Yo no soy clásico, que quede claro”, afirma Cienfuegos y añade que aunque haya quien se empeñe en calificar su trabajo de neoclásico el siempre trabaja desde el lenguaje contemporáneo. “En esta pieza utilizo las puntas como en otras he usado los zapatos flamencos sin hacer danza flamenca. Es un elemento que me atrae, de hecho ya lo había usado en otra pieza, y aunque es cierto que la relación con el peso es diferente y le das un uso distinto al pie, todo el material coreográfico, la composición, estar fuera del eje y el concepto son contemporáneos”.
Entreactos es una pieza de 14 minutos con música de Händel en la que el coreógrafo se mira en el espejo. “El título refleja lo que se sucede entre diferentes partes; un intérprete es el nexo de unión entre las otras personas y las acciones. De hecho, surge de mi situación personal, de la necesidad constante de estar enlazando proyectos, del compás de espera, de tener que ir corriendo para no perder oportunidades… Es mi vida”, sentencia.
No es la primera vez que el coreógrafo y director de Cienfuegos Danza trabaja para el Ballet de Teatres. Bruixes fue, en 2000, su primera creación para esta formación que es “un referente en la Comunidad Valenciana, aunque ahora no es la misma que entonces. Yo he seguido su evolución y volver después de estos años es gratificante”, aunque también confiesa que le hubiera gustado poder trabajar una pieza más larga en la que profundizar en vocabulario y concepto.
Cienfuegos reconoce también que la obra es un reto para los bailarines, tres mujeres y dos hombres, ya que exige alto rigor técnico y de ejecución, así como un compromiso a nivel artístico, “requiere contrastes muy radicales entre las dinámicas del movimiento”.
Sobre sus flamantes 15 años de trayectoria, ampliamente festejados en 2014, durante los que ha estrenado más de 20 piezas de diferentes formatos y ha recibido reconocimientos tan destacados como el Premio Nacional de Costa Rica, Yoshua Cienfuegos reconoce que es agotador. “En este camino acabas exhausto, y aunque celebrar años es importante las cosas deben cambiar, el esfuerzo debe otorgar una retroalimentación. Con las perspectivas actuales no se puede continuar, desgasta demasiado”, apunta refiriéndose al severo recorte y la situación agónica que padece el sector de la danza.
En marcha, sin embargo, y pese a la precariedad financiera, que no artística, afronta un 2015 interesante, que incluye la publicación en dos tomos de su metodología de trabajo, uno referido a la técnica y su aplicación pedagógica y otro al contenido artístico, con dvd de algunas de sus piezas incluido. Inicia también un taller de cinco meses con un grupo de 20 bailarines que se formarán e investigarán en torno al lenguaje sistematizado por el coreógrafo. Una vertiente, la de la transmisión de la metodología, que le llevará junto a otros dos profesionales a realizar una serie de talleres en Italia, Malta, Alicante y Asturias.
Pero sin duda uno de los proyectos a medio plazo que más ilusiona a Yoshua Cienfuegos es la creación de gran formato que en 2017 firmará para el uruguayo Ballet Nacional del Sodre que dirige Julio Bocca. Un especie de carta blanca en la que desplegar sin restricciones todo su torrente creador.
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